Villanos Barbudos: “No vamos a cambiar el mundo, pero sí un momento de la vida de quien lo necesita”

Una hermandad de hombres con aspecto rudo, que desmitifica la imagen que dan con acciones solidarias orientadas a las personas en situación de calle

Por Guillermo Andino

Por Carolina Prat

Bearded Villains -#De Corazon

Se suele creer que el aspecto de una persona define su personalidad: un sujeto prolijo en su vestimenta, con el cabello alineado y gesto afable, se lo asocia per se con corrección. Y, ¿qué ocurre cuando la persona que se está viendo es robusta, con barba larga, tatuajes, cadenas, campera de cuero negra con una calavera estampada en la espalda? De inmediato se enciende una señal de peligro. Los Bearded Villains o castellanizado: Villanos Barbudos, son una fraternidad de hombres con imagen ruda que se formó en Argentina y otras partes del mundo, justamente para cambiar el estigma que los pone en el lugar de “los malos” y demostrar que pueden ser buenos y solidarios.

“Los cuatro pilares fundamentales de los Bearded Villains son: familia, respeto, lealtad y solidaridad”, afirman

Desde hace 3 años e inspirados en el primer club de barbas que se fundó en 2014 en Los Ángeles, los Bearded Villains criollos recorren por las noches las calles de la ciudad de Buenos Aires ayudando con comida, compañía y afecto a personas que viven en situación de calle. Mauro Ponti, el capitán de este grupo, de 34 años y tatuador profesional comenta: "Tener que enfrentarnos a los prejuicios de la gente nos pasa todos los días, por eso es que el club se formó para cambiar un poco el paradigma que hace que la gente asocie tatuajes y cadenas con gente fuera de la ley, patota o violencia. Nosotros somos completamente otra cosa”. Son justamente un puñado de hombres barbudos de diferentes credos, cultura y sexualidad que conformaron un grupo que se sostienen en cuatro pilares: la lealtad, el respeto por el otro, la familia y la caridad.

Guillermo Andino y Carolina Prat se interiorizaron en las acciones solidarias que realizan estos hombres barbudos

La causa con la que están comprometidos quienes forman parte de esta agrupación es una y sencilla: ayudar a quién está en situación vulnerable y necesita del otro. Los Bearded Villains hacen recorridas nocturnas en barrios de CABA, pero ya están ampliando los días de salidas y las zonas hacia el oeste, sur y norte del gran Buenos Aires. Según un informe del segundo Censo Popular de Personas en Situación de Calle realizado este año, más de 7.000 personas se encuentran sin hogar en Buenos Aires. A estas cifras hay que sumarle los que viven en la vía pública fuera del perímetro de la capital.

Todo lo que se reparte en las recorridas se consigue a partir de los aportes individuales de los integrantes del grupo, de las donaciones que buscan y reciben y del trabajo mancomunado que los moviliza a ellos y a sus familias. Quien sabe y puede prepara comidas, otros aportan movilidad para el reparto, utilizan sus motos para trasladarse, y así se va armando una cadena de voluntades que les permite llegar a las personas que están en la calle con comida, jugos, ropa y abrigos. Recientemente incorporaron voluntarios del área de salud que se ocupan de atender necesidades básicas en el área salud y hasta un amigo peluquero, que ayuda en la higiene y corte de cabello.

“Es entablar una relación, porque para nosotros no es solo ir y dejar un plato de comida caliente, es charlar, tocamos música, es como una amistad, los chicos que viven en situación de calle nos hacen dibujitos, van a la escuela y nos ponen como héroes, se te pone la piel de gallina cuando ves eso” cuenta Mauro, emocionado, a la vez que reflexiona y agrega: “Estamos, para dejar un mejor futuro a nuestros hijos, que sean mejores personas”. Cuesta asociar una lágrima y la voz quebrada con ese hombre robusto, lleno de tatuajes, piercing, anillos y con una barba de 38 centímetros de largo, pero es lo que se ve.

La agrupación de Villanos Barbudos ya llega a 80 integrantes en Argentina (hay 7.000 socios alrededor del mundo, de los cuales 2.000 son de Latinoamérica), no es una comunión homogénea de personas, hay de diferentes ocupaciones, ideologías y con pasados y presentes diversos. Todos usan una barba que debe superar los 4 centímetros. El requisito para pertenecer a la hermandad es la voluntad de querer ser mejor persona día a día y darle algo a la comunidad. “Acá no juzgamos a nadie” refuerza Mauro.

Héctor Ponti, el padre del capitán, que fue miembro de la policía, también integra la agrupación solidaria. Ataviado con remera blanca, chaleco negro, anillos, innumerables tatuajes y una barba que destaca por la prolijidad y el cuidado que se nota tiene, nada hace sospechar que en otro tiempo su uniforme era otro. Es contundente al describir lo que siente cuando sale a las recorridas por la calle: “Me duele todo, los chicos, los ancianos, gente de mi misma edad que está desocupada y con vergüenza por recibir un plato de comida. Tenemos que ponerle el oído también, que sientan que no están solos. No vamos a cambiar el mundo, pero por un minuto le cambias el mundo a esa persona escuchándola, dándole una frazada, una palmada en el hombro, un beso”. Un ejemplo de solidaridad en envase duro.

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