La increíble vida de Norma Kennedy: de la militancia comunista y antiperonista en los años ’50 a la organización de la Masacre de Ezeiza y el olvido

Hija de un radical revolucionario, con los años se convirtió en una militante del comunismo que llegó a tener instrucción en Cuba. Sin embargo, tiempo después se volcó hacia el nacionalismo de derecha y fue una pieza clave en los episodios violentos que tuvieron lugar en 1973

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Norma Kennedy, en una campaña del FREJULI de 1973

La mujer, de 43 años, elegantemente vestida con un tapado de paño marrón de lo que en la época se llamaba “piel de camello” y una valija aferrada con su mano derecha entró al Pabellón 45 – de presas políticas – de la cárcel de Devoto y caminó entre las hileras de camas. A su alrededor comenzó a correr un murmullo que pronto se convirtió en un coro de gritos:

-¡Asesina, asesina!

La mujer se detuvo en medio del pasillo, sin soltar la valija ni hacer un solo gesto, impertérrita ante los gritos que ya no solo se repetían en ese pabellón sino que se habían extendido a los más cercanos. Una de las presas se acercó a ella y comenzó a caminar a su alrededor:

-¡Asesina, asesina! ¡Vos mataste a nuestros compañeros! – gritó una, dos, tres, más veces mientras no paraba de dar vueltas a su alrededor.

La mujer seguía sin responder, con la valija en la mano, como si fuera una estatua.

Desde el pabellón más cercano de presas comunes se escuchó la voz inconfundible de Margarita Di Tullio, más conocida como Pepita La Pistolera, que gritaba:

-¡Déjenla tranquila, acá somos todas presas!

La reacción fue contraria a lo que buscaba. Los gritos de “asesina” se multiplicaron. Ahora acompañados por otros, dirigidos al jefe de Guardia:

-¡Sáquenla de acá! ¡Llévensela!

El jefe de guardia, de apellido Galíndez, trató de negociar desde el otro lado de las rejas.

-Es una presa política, como ustedes – dijo y sólo logró que los gritos se redoblaran.

Finalmente la sacó.

Corría abril o mayo de 1976 y la escena – que fue reconstruida por Infobae a partir de los testimonios de ocho presas políticas de la dictadura en la cárcel de Devoto – se había prolongado durante más de una hora.

Durante todo ese tiempo, la mujer, cuyo nombre era Norma Kennedy, señalada como una de los máximos responsables de la Masacre de Ezeiza del 20 de junio de 1973, no hizo un solo gesto ni pronunció una palabra.

De izquierda a derecha

La trayectoria política que había llevado a Norma Kennedy hasta allí estaba marcada por las sinuosidades: hija de una familia radical, había abrazado la militancia comunista durante las primeras presidencias de Juan Domingo Perón, viajó a la Cuba revolucionaria en 1960 y allí, paradójicamente, se hizo anticomunista. A su vuelta a la Argentina se ligó a la resistencia peronista y dentro del movimiento, ya en los 70, militó en los sectores violentos de la ultraderecha peronista.

Hacia 1962 Norma Kennedy ya estaba en pareja con Alberto Rearte, hermano de Gustavo, uno de los símbolos de la resistencia peronista y organizador de un grupo que llevaba el nombre de lo que una década más tarde concentraría la furia de Kennedy: la Juventud Peronista
Hacia 1962 Norma Kennedy ya estaba en pareja con Alberto Rearte, hermano de Gustavo, uno de los símbolos de la resistencia peronista y organizador de un grupo que llevaba el nombre de lo que una década más tarde concentraría la furia de Kennedy: la Juventud Peronista

“El de Norma Kennedy es un caso atípico dentro del peronismo, con un recorrido que va desde la izquierda hacia la derecha. Es el caso contrario de los más conocidos y numerosos, donde militantes que venían del nacionalismo de derecha se acercan al peronismo y terminan en la izquierda. De todos modos, tanto en esos casos como en el de Kennedy, el peronismo funciona como un vaso comunicante que permite esas trayectorias que lo cruzan como movimiento”, explica a Infobae el historiador Juan Luis Besoky, autor de La derecha peronista : Prácticas políticas y representaciones (1943-1976).

Irlandeses, radicales, resistentes

Norma Bremilda Kennedy nació en la provincia de Entre Ríos, en 1933, en el seno de una familia de origen irlandés por parte de padre. Llegó al mundo en tiempos complejos para su hogar.

Su padre, Eduardo, y sus tíos Roberto y Mario Kennedy, venían del radicalismo yrigoyenista y después del golpe del 6 de septiembre de 1930 que había derrocado al presidente radical y entronizado al general José Felix Uriburu, habían protagonizado uno de los hechos más audaces de la resistencia contra la dictadura: en enero de 1932 tomaron la localidad de La Paz, en el límite de Entre Ríos con la provincia de Santa Fe.

Norma Bremilda Kennedy nació en la provincia de Entre Ríos, en 1933, en el seno de una familia de origen irlandés por parte de padre
Norma Bremilda Kennedy nació en la provincia de Entre Ríos, en 1933, en el seno de una familia de origen irlandés por parte de padre

El investigador uruguayo Yamandú Rodríguez relata así los hechos: “La noche del tres (de enero de 1932), los Kennedy reúnen la columna de ataque. Son catorce hombres. Tienen armas cortas y brazos largos. Deliberan. Algunos confían sorprender a los enemigos. Uno de los revolucionarios propone entretener al centinela de la Jefatura para dar tiempo a que el grupo desemboque, le rodee, e impida pasar la alarma”.

El ataque fue un éxito. El grupo de los Kennedy tomó la comisaría y el telégrafo, también pusieron custodia en los bancos para evitar saqueos. No pudieron hacerlo sin derramamiento de sangre: en la comisaría hubo resistencia y murieron cinco policías.

Lo que no supieron los Kennedy hasta que ya era tarde fue que habían dado un golpe en vano. La toma de La Paz formaba parte de un levantamiento mayor contra la dictadura. Que había sido abortado sin que ellos lo supieran. “Mis tíos son aliados del teniente coronel Gregorio Pomar, militar democrático. En 1932, se paró el levantamiento que tenía su Comando Central en Concordia y el grupo de La Paz no recibe el informe. Es decir, no vino el refuerzo desde el norte y la revolución fracasó. Hay varias versiones: unos dicen que el intermediario no simpatizaba con los Kennedy y demoró el aviso; otros, que hubo problemas de comunicación”, contaría años después Mario Crespo, hijo de Amalia Kennedy, hermana de los rebeldes.

Los Kennedy escaparon a Uruguay, donde permanecieron algunos meses, hasta que supieron que habían dejado de buscarlos. Poco después del retorno nació Norma.

Del comunismo al peronismo

Norma Kennedy heredó la pasión por la política de su familia y comenzó muy joven su militancia. Sin embargo, contra la tradición radical de su padre y de sus tíos, dio sus primeros pasos en el Partido Comunista, por entonces en férrea oposición al gobierno de Perón. Fue detenida por primera vez en 1954 junto a un grupo de estudiantes de Derecho, carrera que cursaba en la Universidad de Buenos Aires. Fue la única detenida del grupo, en una época donde eran muy pocas las mujeres que participan activamente en el mundo de la política.

Su antiperonismo se terminó cuando Perón fue derrocado, desilusionada por el rumbo tomado por la llamada Revolución Libertadora. En 1956 se incorporó al “Comando Nacional”, uno de los primeros grupos de la Resistencia Peronista, liderado por el legendario Cesar Marcos, un ex suboficial del Ejército que trataba de articular el peronismo con el marxismo. Marcos había cursado solo la primaria y, sin embargo, a los 15 años ya leía a Carlos Marx impulsado por su propia madre. Fue una figura central para el pensamiento y la acción de la izquierda nacional.

Norma Kennedy heredó la pasión por la política de su familia y comenzó muy joven su militancia. Sin embargo, contra la tradición radical de su padre y de sus tíos, dio sus primeros pasos en el Partido Comunista, por entonces en férrea oposición al gobierno de Perón
Norma Kennedy heredó la pasión por la política de su familia y comenzó muy joven su militancia. Sin embargo, contra la tradición radical de su padre y de sus tíos, dio sus primeros pasos en el Partido Comunista, por entonces en férrea oposición al gobierno de Perón

En el “Comando Nacional”, Norma Kennedy se mostraría por primera vez como mujer de armas llevar. El grupo financiaba sus actividades con asaltos a empresas privadas. El más resonante fue el de Panificadora Argentina, del que Norma participó empuñando un arma de grueso calibre. “Fue la primera mujer que empuñó una ametralladora en un operativo político en este país”, escribiría años después en su libro Ezeiza el periodista Horacio Verbitsky al hacer una semblanza de Kennedy.

Ese robo la llevó a la cárcel. La primera había sido por antiperonista, esta vez fue por peronista. La defendió Fernando Torres, abogado de la Unión Obrera Metalúrgica. No pasó mucho tiempo entre rejas porque no pudo ser reconocida en rueda de presos por ninguno de los testigos. Lo llamativo del caso fue que esos testigos – casi todos directivos de Panificadora – fueron “convencidos” por Patricio Kennedy, hermano de Norma.

Hacia 1962 Norma ya estaba en pareja con Alberto Rearte, hermano de Gustavo, uno de los símbolos de la resistencia peronista y organizador de un grupo que llevaba el nombre de lo que una década más tarde concentraría la furia de Kennedy: la Juventud Peronista. Alberto y Norma tuvieron un hijo al que bautizaron con el nombre de Felipe, en honor a Felipe Vallese, un militante peronista al que conocían que fue secuestrado en agosto de 1962 y nunca apareció.

Interludio en Cuba

Como otros integrantes de la Resistencia Peronista, Norma Kennedy viajó a principios de los ’60 a Cuba. Allí, por iniciativa del ex delegado de Perón, John William Cooke, recibió entrenamiento militar.

Quien supo de su presencia en la isla fue el abogado –proveniente del peronismo- Manuel Gaggero, quien también participó de la instrucción brindada por el Ejército Rebelde.

“Había varios grupos –relata Gaggero a Infobae-, muchos de ellos marxistas y también había uno proveniente de la Resistencia Peronista que terminó siendo un problema. Los cubanos cometieron un error al juntarnos. Ese grupo de la resistencia venía del peronismo de derecha. Cuando llegaron al Aeropuerto de La Habana lo primero que vieron fueron unos retratos enormes de Marx y de Lenin… Ahí nomás entraron en crisis. ‘¿Dónde carajo estamos?’, se preguntaban. Como le tenían cierta confianza al Gordo Cooke siguieron adelante, pero al final le pidieron una señal expresa de que Perón apoyaba todo eso. Tan de derecha eran que algunos incluso terminaron después formando parte de la Triple A".

La experiencia cubana de Norma Kennedy duró muy poco. Sin embargo, uno de los que conoció en esa estadía tropical fue Ciro Ahumada, un capitán del Ejército dado de baja por sus simpatías peronistas tras la “Revolución Libertadora”, quien jugaría un papel decisivo una década después en la masacre de Ezeiza.

El gobierno revolucionario de Fidel Castro invitó muy pronto a abandonar la isla a Kennedy, Ahumada y otros militantes encuadrados en la derecha de la resistencia peronista. Norma Kennedy volvió transformada en una acérrima anticomunista.

Como otros integrantes de la Resistencia Peronista, Norma Kennedy viajó a principios de los ’60 a Cuba. Allí, por iniciativa del ex delegado de Perón, John William Cooke, recibió entrenamiento militar
Como otros integrantes de la Resistencia Peronista, Norma Kennedy viajó a principios de los ’60 a Cuba. Allí, por iniciativa del ex delegado de Perón, John William Cooke, recibió entrenamiento militar

El Comando de Organización

A su regreso a la Argentina, la otrora militante comunista toma contacto con Alberto Brito Lima, fundador del Comando de Organización (CdeO), otro de los futuros protagonistas de la masacre de Ezeiza.

“El Comando de Organización surgió como un sector de la Juventud Peronista en los años 60, cuando se divide en varias secretarías o comandos. A cargo de eso estaba Brito Lima, que ya tenía bastante trayectoria en el peronismo, vinculado a los sectores del conurbano, de los barrios más humildes. Después termina alineándose con los sectores del peronismo más ortodoxo, con una visión anticomunista de la política”, explica Besoky a Infobae.

A principios de los 70, con la dictadura de la Revolución Argentina en retirada y ante el próximo retorno de Perón a la Argentina, las pujas internas dentro del movimiento se agudizan y suben su nivel de violencia. Norma Kennedy no vacila en volver a usar las armas. “Fue en noviembre de 1971, en plena interna peronista. Caía en desgracia Jorge Daniel Paladino y Perón entronizaba como su delegado a Héctor Cámpora. Un grupo afín a Paladino tomó la sede del Consejo Superior de Justicialismo. Había que desalojar a los díscolos, y hasta allí fue la otrora militante del PC junto a los muchachos de una facción que también daría que hablar en los bosques de Ezeiza: el CdeO de Brito Lima. Las escaramuzas convertidas en batalla en la sede de Chile 1468, se saldó con la muerte de Emilio Castro, miembro del CdeO, y también con varios heridos. Entre ellos, la propia Kennedy recibió tres disparos por la espalda”, relata el periodista Juan Pablo Csipka en “El fascismo tiene cara de mujer”, un texto donde hace un pormenorizado relato de la trayectoria de Kennedy.

La Masacre de Ezeiza

El 11 de marzo de 1973, un vendaval de votos consagró la fórmula Héctor Cámpora – Vicente Solano Lima y, el 25 de mayo, Cámpora asumió la presidencia en un clima de fiesta y expectativa popular. Recuperada la vida constitucional, en un clima enardecido, más de medio país esperaba el regreso definitivo de Perón, programado para el 20 de junio, el Día de la Bandera.

(Archivo Tea y Deportea)
(Archivo Tea y Deportea)

Para organizar la fiesta del regreso se conformó una comisión cuya composición marcaba un desequilibrio evidente en la importancia de cada sector en pugna dentro del movimiento peronista. La Comisión para el Retorno la integraron Juan Manuel Abal Medina (hermano del jefe montonero Fernando Abal Medina), Norma Kennedy, el coronel (RE) Jorge Osinde, José Rucci y Lorenzo Miguel. Los cinco decidieron que el palco para recibir a Perón se emplazaría en el cruce de la Autopista Ricchieri y la ruta 205 para permitir el acceso y participación de los millones de argentinos que indudablemente acudirían a ver a su líder en el regreso definitivo a la Patria.

Millones de personas marcharon a Ezeiza, amas de casa, obreros, estudiantes, ancianos, niños, inválidos, militantes, curiosos, todos buscando un lugar para ver y escuchar a Perón. Las banderas y pancartas eran como jeroglíficos gigantes: JP, JRP, FAR, Montoneros, ERP 22 de agosto, ATE, Atsa, banderas sindicales, de agrupaciones, de la FUA, la Fulp, el Faep, el Furn y cientos más de siglas pintando un fresco de letras que ondeaban en el aire de un día frío y apacible.

Recuperada la vida constitucional, en un clima enardecido, más de medio país esperaba el regreso definitivo de Perón, programado para el 20 de junio, el Día de la Bandera (Foto Infojus Noticias)
Recuperada la vida constitucional, en un clima enardecido, más de medio país esperaba el regreso definitivo de Perón, programado para el 20 de junio, el Día de la Bandera (Foto Infojus Noticias)

Pero el palco y sus alrededores ya estaban ocupados por hombres armados organizados por el CdeO, la Juventud Sindical Peronista, la UOM y la Concentración Nacional Universitaria (CNU). En el palco y en la arboleda cercana se ubicaron tiradores que sin aviso previo comenzaron a disparar a mansalva sobre la multitud indefensa, mientras que camionetas y ambulancias dispuestas por los organizadores recorrían el sector secuestrando gente que llevaban a las instalaciones que controlaban –entre ellas el Hotel Internacional de Ezeiza– donde eran salvajemente torturadas. Decenas de muertos y centenares de heridos fue el saldo de la emboscada.

El avión que traía a Perón y a Cámpora –quien lo había ido a buscar a Madrid- fue desviado al aeropuerto de Morón. Ezeiza, con sus grupos paraestatales disparando contra la multitud, fue el ensayo general de un terrorismo de Estado que, pocos meses después y con mucha mayor intensidad luego de la muerte de Perón, cobraría la vida de dirigentes políticos opositores, intelectuales, estudiantes, sindicalistas de base y militantes del ala izquierda del peronismo.

Norma Kennedy quedó señalada como una de las principales organizadoras y ejecutoras de la masacre.

Norma Kennedy quedó señalada como una de las principales organizadoras y ejecutoras de la masacre
Norma Kennedy quedó señalada como una de las principales organizadoras y ejecutoras de la masacre

Detención, cárcel y olvido

Norma Kennedy fue detenida el 24 de marzo de 1976, cuando el golpe encabezado por la junta integrada por Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti llevaba pocas horas en el poder.

El día anterior había participado de una de las últimas reuniones con que la presidenta María Estela Martínez de Perón buscó una imposible salida que les permitiera detener el golpe.

Su primer lugar de detención, junto con otros notorios dirigentes peronistas, fue el buque “33 Orientales” y un mes después fue trasladada a la cárcel de Devoto, donde ocurrió la escena que se relata al principio de esta nota.

En la década de los '90, Kennedy tuvo fugaces apariciones televisivas como opositora a Carlos Menem desde el peronismo más ortodoxo (Captura de TV)
En la década de los '90, Kennedy tuvo fugaces apariciones televisivas como opositora a Carlos Menem desde el peronismo más ortodoxo (Captura de TV)

Cuando salió en libertad, su vida política estaba prácticamente terminada. Tuvo fugaces apariciones televisivas en la década de los 90, como opositora a Carlos Menem desde el peronismo más ortodoxo.

En esos años, donde regían las leyes de impunidad, Norma Kennedy fue varias veces al Juzgado Federal 2 de San Martín, donde fue querellante en el juicio por la desaparición de su hermana Delia, ocurrida en abril de 1976. A contrapelo de su visión nacionalista de derecha, el imputado principal por el secuestro de Delia era el teniente coronel Aldo Rico. Nunca pudo probarse la responsabilidad del comando de Malvinas y luego líder carapintada en la desaparición de Delia Kennedy. Sin embargo, Rico tuvo su última comparecencia en los tribunales de San Martín en septiembre de 2006.

Norma Kennedy murió el 20 de junio de 2017, exactamente 44 años después de la Masacre de Ezeiza. Tenía 84 años. Muchos ni siquiera sabían quién había sido esa mujer. Otros pensaban que llevaba años muerta.

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