“Todos tenemos un parrillero asignado en nuestro grupo de amigos, familia o conocidos. Somos argentinos cocinar carne está en nuestro ADN. Entonces cuando me animé a patear todo, me imaginé siendo un asador diferente”, dice Tomás Obiglio (33 años), recibido de abogado en la Universidad de Buenos Aires. Hoy su realidad es bien distinta: no usa traje, tampoco va a tribunales y mucho menos analiza documentos jurídicos.
Sin embargo, trabaja más que antes: de jueves a lunes con horarios nocturnos. Pero nada le quita la alegría del momento en que se pone su delantal, una gorra y prende el fuego. “Creé un catering de asados gourmet, y no puedo ser más feliz con este cambio de vida”, confiesa.
Tomás abrazó este oficio evocando recuerdos de su infancia. “Nací en Pilar y viví toda mi niñez y adolescencia en una quinta. Además de mis padres y dos hermanos mayores, también convivimos con mis abuelos, tíos e incluso mi bisabuela... durante un tiempo llegamos a ser doce personas. Los fines de semana la excusa para juntarnos era el asado y la comida, el fuego era como un imán. Tengo los mejores recuerdos”, dice.
En el colegio Juan XXIII de zona norte conoció a quien sería luego su esposa, Anto Butera. “Teníamos trece años y ya nos gustamos, pero recién a los diecisiete nos pusimos de novios. Estamos juntos desde cuarto año del secundario y hace dos semanas nos casamos. Me apoyó en este cambio, aunque me sugirió hacerlo de manera paulatina. Ella es estructurada", se ríe.
Sin pensarlo mucho, al terminar el secundario “un poco porque no me gustaba otra carrera y otro poco porque todos me decían ‘te veo abogado’, me anoté en la Universidad de Buenos Aires (UBA) para estudiar Derecho".
Antes de recibirse combinó los estudios con el trabajo. “Pasé por dos estudios jurídicos: Nicholson y Cano y también Mazziotti y Asociados. En total fueron casi diez años”.
La primera alarma de cambio fue la enfermedad de su madre. “En 2014 le diagnosticaron cáncer de ovario y estuvo tres años y medio en tratamiento. En ese momento me hice cargo de la situación, me volví una especie de enfermero chef. Como tenía que seguir una alimentación precisa le preparaba recetas especiales, para eso investigaba en libros de cocina, miraba programas de televisión e incluso tutoriales”.
En paralelo, Tomás seguía creciendo en su carrera profesional pero en los ratos libres le prestaba más atención al arte de cocinar.
“Un amigo que tenía un catering me propone ayudarlo con un asado de fin de semana. Lo que empezó como una colaboración se volvió una rutina post laburo”. Así la idea dejar la abogacía para convertirse en parrillero fue tomando forma en la cabeza de Tomás.
-¿Cuando descubriste el amor por la cocina?
-No hubo un momento preciso, me fui acercando. En cada asado la gente elogiaba mi manera de preparar las recetas, sobre todo cuando cocina en la parrilla. Tenía mucho éxito, nunca sobraba nada.
-¿No lo veías como una salida laboral?
-Fantaseaba con la idea, aunque sabía que tenía que hacerlo de a poco.
-¿Cuando te animaste a dar el salto?
-Fue una transición. Durante un año entero combiné mi vida de abogado con la de parrillero, terminé agotado. En mayo de 2018 renuncié al estudio. Lo hice de manera prolija contando que tenía ganas de emprender y en junio… ¡me tiré a la pileta! Le pedí un préstamo de 220 mil pesos a un muy amigo. Prometí devolverlo en en tres meses y lo puede hacer en uno. Compré todo lo que necesitaba: parrilla, delantales, vajilla, la camioneta... hasta alquilé una cocina en Beccar.
-¿El nombre?
-Cumé Cocina, que significa ‘bueno’ en Mapuche.
-¿Cumé es sólo parrilla?
-Es un espacio gourmet de carnes, porque argentina está lleno de buenos asadores, tenía que diferenciarme.
-¿Cuál es tu especialidad?
-Carnes desmechadas al fuego con un agregado de ingredientes gourmet. Algunas de las delicias como matambrito de cerdo, entraña crocantes mollejas, milanesa de bife de costilla, rellena y la especialidad es la provoleta. Todo acompañado de aderezos como salsa romesco, o alioli... priorizo el sabor.
-¿Tenés mucho trabajo?
-Por suerte, sí. Triplique mi sueldo de abogado. Para el 2020 vamos por mayor crecimiento, ya suena prometedor.
- ¿Qué motivación encontrás en la cocina?
-La vocación de servicio que tuve siempre. Empecé complaciendo a mis amigos, y ahora lo hago con mis clientes. Poder regalarles un rato de felicidad con algo que hago con mis manos.
-¿En tu casa cómo tomaron el cambio de vida?
-Tan o más felices como yo. Mi papá se acaba de recibir de martillero público y tiene 65 años. Él también decidió ser feliz con lo que le gusta. Es hereditario...
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