La vida de Melina Cruz (30) se volvió un infierno desde que se separó de Lucas Grippo (30), en 2011. Cansada de las humillaciones y de las agresiones verbales cotidianas decidió ponerle punto final a la relación cuando supo que estaba embarazada. Pero todo empeoró ante la negativa de su pareja de separarse. La violencia pasó a ser física y el temor a que le pasara algo a su bebé hizo que ella fuera determinante y que no cediera ante sus falsos pedidos de perdón.
“La primera vez que me pegó fue en el auto. Habíamos ido a ver una departamento para vivir juntos. Yo le dije que el lugar que había elegido no me gustaba porque estaba muy lejos de mi familia y él me dijo que le convenía porque le quedaba cómodo para ir a trabajar y a estudiar. Era una típica discusión de pareja. Pero él se enfureció y me pegó un golpe de puño en la cara y mi cabeza dio contra el vidrio del acompañante del auto. Se puso como loco y encima casi se lleva por delante a dos chicas que estaban en una moto frenadas en la calle porque el semáforo estaba en rojo”, relató Melina a Infobae.
Esa situación fue apenas el inicio del calvario que vendría después: trompadas que casi le desfiguran el rostro, intimidaciones por las noches a través del portero eléctrico e irrupciones inesperadas en la vía pública para generarle terror. En una de esas apariciones, la atacó con saña y le provocó cortes sus manos, sus brazos y abdomen con un arma blanca. Luego, llegaron los mensajes de texto con amenazas de muerte, un intento de atropello cuando estaba por llegar a su casa y una lesión que casi le cuesta la vida: le abrió el cuello con una trincheta cuando caminaba por la vereda.
Cada uno de estos hechos fueron debidamente denunciados. En total fueron 13, que se transformaron en 7 causas penales activas.
El jueves 31 de octubre, comenzó su primer juicio oral por 3 de ellas. “Si es condenado voy a poder decir que la justicia finalmente me escuchó porque yo lo vengo denunciando desde hace 8 años y siempre me dio la espalda. Con mi hija vivimos encerradas y con miedo ya que él viola la perimetral constantemente. Además, mientras nosotras estamos a él lleva una vida normal y hasta tiene nueva pareja. No puedo ir sola a ningún lado y siempre tengo llevar encima el aparato receptor del Servicio Penitenciario Bonaerense que me avisa si él está cerca de donde estoy yo”, relató resignada.
Lucas Grippo es Licenciado en Periodismo y trabaja en Tránsito de la Municipalidad de La Plata. Según Melina, su ex pareja tiene una historia familiar compleja, donde imita la personalidad agresiva de su padre. “La mamá había denunciado al papá por violencia de género en varias ocasiones y no le quedó otra que irse de la casa. Lucas, a pesar que ya era grande, lo tomó como que lo estaba abandonando y le costó recuperarse. Eso ocurrió cuando nos estábamos conociendo. Y ahora hace lo mismo conmigo, porque las amenazas y el hostigamiento siguen hasta hoy”, detalló la joven.
Mientras transcurría el embarazo, Lucas se le aparecía en su casa sin avisar con la excusa de saber cómo estaba la bebé. “Me decía que venía a ver a la panza porque era suya y siempre terminábamos discutiendo. Un día se descontroló por completo, me pegó un cabezazo y me dejó con la nariz sangrando”, recordó. Días después, le suplicó que la dejara tranquila porque necesitaba transitar los últimos meses en paz. Y esa vez el ruego pareció funcionar: no lo vio más hasta dar a luz.
“El 25 de junio de 2012 nació la nena, lo llamé para avisarle y tres horas después llegó al hospital. Yo había tenido cesárea y necesitaba descansar. Con él fue imposible porque ese día se quedó hasta las 3 de la mañana prepoteándome y hablándome en malos términos, incluso delante de mi familia. Fue la propia enfermera la que tuvo que pedirle que se retirara porque la beba estaba alterada y no podía prenderse a la teta”, señaló Melina.
Los meses siguientes fueron un verdadero calvario porque Lucas le pedía de ver a su hija. El papá de Melina hizo de intermediario para que él pudiera visitarla en el living de su casa. Los primeros días se comportó de manera adecuada pero luego empezó a llevar a gente desconocida (que él aseguraba que eran sus amigos y conocidos) a los horarios de visita y la situación se desbordó. “Iba sacado y peleaba con mi papá. Nosotros pensamos que había sentado cabeza con el nacimiento de la nena pero no fue así. Incluso, me pidió un examen de ADN porque dudaba de su paternidad”, contó Melina.
Como el ADN se solicitó a través de la justicia, en 2013, su resultado demoró un año. Todo ese tiempo volvió a estar desaparecido hasta que se comprobó que era el padre de la niña. “Lo primero que hizo fue pedir un régimen de visitas. Pero como la nena ya tenía 2 años y medio la jueza Graciela Barcos, del Juzgado de Familia Nº 3 de La Plata, le negó esa petición y ordenó hacer una revinculación con ella”, explicó la joven. Sin embargo, solo pudieron asistir a tres sesiones. “La terapia se cortó porque empezó a mandarme mensajes de textos donde me decía que me iba a sacar a la nena y me amenazaba de muerte”, remarcó. Luego, esos mensajes intimidatorios se hicieron extensivos a su padre y a su hermana.
“Me vigilaba y seguía todos mis movimientos. Hasta llegó a mandarme a barrabravas de Gimnasia para que no siguiera con las denuncias en su contra. Pero yo nunca bajé los brazos. Pasaba más tiempo en la Comisaría de la Mujer y en la Fiscalía que en mi trabajo”, resaltó Melina, quien desde hace un año está sin trabajo. “Me desempeñaba como administrativa en una empresa de ingeniería pero tuve que renunciar porque tenía la cabeza en otro lado y no lograba concentrarme en mis tareas”, contó.
Luego del intento de homicidio que sufrió el 25 de junio en la vía pública por parte de su ex, Melina tuvo que mudarse de la ciudad de La Plata y refugiarse en la casa de su mamá, en Berisso. “Ese mediodía frenó un auto de golpe, Lucas se bajó, me agarró de los pelos y empezó a pegarme trompadas. Traté de escapar pero me tiró al piso para cortarme los brazos con una trincheta. Cuando intento zafarme, me trabó mi cuerpo con sus rodillas y me hizo un corte de 10 cm en el cuellos que rozó a 2 cm de la aorta. Al verme desangrada en la vereda se escapó. Me reincorporé como pude para sacar mi celular de la cartera y llamar 911, y después me desmayé”, relató.
Ese hecho le valió su primera orden de detención. Pero dar con su paradero no fue fácil ya que estuvo prófugo durante toda la feria judicial de invierno. Finalmente, se entregó ante el Juzgado de Garantías N° 6 luego que le negaran un pedido de eximición de prisión. “Estuvo tres meses preso en la Alcaidía de Melchor Romero pero luego fue liberado por falta de mérito. Como la fiscal Cecilia Corfield no estuvo de acuerdo con la resolución pidió que la soltaran con tobillera electrónica y la jueza Barcos así lo determinó”, explicó Melina, quien detalló que esa causa por tentativa de femicidio irá a juicio oral en 2020.
“Lucas Grippo me quitó 8 años de mi vida. En este tiempo solo estuve abocada a mi nena y a resolver este tema judicial que me genera un desgaste muy grande. Hasta el día de hoy él no acepta el hecho de que me haya querido separar. Tiene un resentimiento que sobrepasa al de una persona normal y su entorno social no lo ayuda”, concluyó la joven esperanzada en que una posible condena le de un leve respiro a su vida de encierro y desesperación.
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