“Te hacés pasar por pianista, pero sos un ladrón internacional”, le dijo en broma el anfitrión de una peña donde Joshua Hansen, como músico, estaba ejecutando el piano. Pero no entendió de qué le estaba hablando.
“Sos igual al ‘Profesor’ de La Casa de Papel”, agregó el descubridor. Y Joshua, que no miraba series -“porque te quitan mucho tiempo”- se quedó pensando.
Corría mayo del 2018 y en Asunción de Paraguay, dónde nació y aun vive, todos hablaban de la serie de Netflix que también fue furor en la Argentina, dónde Joshua vivió desde los seis a los dieciséis años.
“Yo usaba anteojos chiquitos y llevaba el pelo muy corto. Pero, según dicen, mi cara es lo más parecido que tengo a Álvaro Morte, el actor que interpreta a El Profesor de La Casa de Papel”, apunta con humildad el joven de 33 años, que tiene ese hablar pausado tan característico de los paraguayos. Y, desde la casa que comparte con sus padres, cuenta que pronto comenzó a mirar la serie con ellos y su hermana menor -Jemima-. E incluso, ante el asombro de la familia, a su madre le dijo en broma: “Tenemos que hablar. No te habrás ido a España en algún momento a tener este hermano mío, ¿no?”.
Joshua Hansen -que se pronuncia “Ioshua”- le debe su nombre al personaje bíblico. Nació en una familia evangélica, religión que profesa y practica yendo al templo todas las semanas.
En busca de nuevas oportunidades laborales, la familia se mudó a la Argentina en 1992, dónde tenían parientes. Joshua creció entre Monte Grande, Puente de la Noria, Banfield y Lomas de Zamora. Siempre alquilando y todo mientras su padre, que había estudiado informática y electrónica, trabajaba como técnico en reparación en monebuses, la máquina que recibía monedas y entregaba el boleto antes de que existiera la SUBE.
“En Asunción todo es verde. Hay árboles en las casas. En Buenos Aires todo se ve gris por el concreto”, asegura Joshua que todavía recuerda el asombro que le causaba tener que llamar “señorita” -y no profesora o maestra- a una docente de sesenta años. O la amargura que sintió en una de las escuelas las que asistió cuando tenía las mejores calificaciones del curso e iba a ser abanderado, pero los padres se quejaron “porque un paraguayo llevara el emblema argentino”.
Joshua tenía ocho años cuando su papá le regaló su primer teclado, para un cumpleaños. Y después arrancó a tocar también la guitarra. “Empecé a tomar clases con un vecino y cuando tuve un piano más grande, me sumaron al grupo de la iglesia. Aprendí un montón”, asegura el músico, que recuerda con cariños a sus muchos amigos argentinos.
“Cuando vivía en Buenos Aires, mis padres no me hablaban en guaraní. Por eso entiendo, pero no lo sé hablar bien. Allá estudie inglés y me perfeccioné en Asunción”, apunta. Porque como tantas otras familias, tras la crisis del 2001, los Hansen dejaron Buenos Aires, poco antes de que quebrara la empresa en dónde trabajaba su padre.
“Me costó muchísimo dejar la Argentina. Allá la gente es muy culta. Y podés tener amigas mujeres sin que sospechen de que hay una relación de novios. Por suerte seguí yendo a visitar familiares”, agrega.
Cuando terminó el secundario, después de hacer el bachillerato con orientación en economía, Joshua estudió la licenciatura en Administración de Empresas, en la Universidad Católica de Asunción. La cursó y se recibió con esfuerzo, porque siempre tuvo que trabajar. Primero como asesor de ventas en una multinacional de telecomunicaciones, después como agente de seguros, más tarde en fundraising para distintas ONG y finalmente, en una importadora. Hasta que se graduó y se animó a unir sus estudios con su pasión: la música.
“Me especialicé en el método japonés Suzuki y creé mi propia escuela. Doy clases de media hora a domicilio. Y una grupal, de una hora, por semana. Así es el método”, apunta el profesor que tiene quince alumnos y cuyo mote está cambiando de sentido.
Porque en mayo del año pasado, la vida del chico que solo había visto Breaking Bad dio un giro inesperado cuando le dijeron que era parecido al actor de La Casa de Papel. “Mi parecido físico con el personaje me asombró. Y la serie me atrapó. Entonces me puse a investigar. Encontré que los anteojos que usaba El Profesor eran de la marca italiana Persol, modelo Doble Puente. En Amazon costaban 200 dólares, con el envío. Era mucho dinero, considerando que un salario básico en mi país es de 320 dólares por mes. Era una inversión demasiado importante… Pero pensé: ‘Si voy a un par de eventos donde me pagan, la recupero’. Y me animé”, asegura entusiasmado.
Sin embargo, le faltaba un detalle: tenía que dejarse crecer el pelo. “En septiembre, una vez que lo tuve más largo, fui a ver un peluquero y le pedí que le diera la forma del personaje, a cambio de una pequeña publicidad. Entonces abrí mis redes de Instagram, Twitter y Facebook, como el personaje. Y así empecé a salir a la calle”, relata con simpatía. Pero aquello todavía no era suficiente para recuperar lo invertido y tampoco le alcanzaba con las clases, entonces además manejaba un remís.
“Llevaba treinta personas por día. Siempre alguno me decía que me parecía a El Profesor, entonces, cuando me pedían una foto, yo les decía que me la sacaba a cambio de que me etiqueten en sus redes. Al principio todos ponían frases obvias y no pasaba nada. Pero un día de enero, a un grupo de chicos que dejé en su casa después de una fiesta, les sugerí que pusieran algo creativo como: ‘El puto Chuck Norris con gafas me llevó a mi casa’, en referencia a una frase de la serie. Y en unas horas, tuve mil retuits en Twitter. Entonces mis redes crecieron mucho y me llevaron a un programa de tele para que toque Bella Ciao”, rememora Joshua.
Sin embargo, no todo fue soplar y hacer botellas. “Unos seguidores de Instagram me denunciaron por suplantación de identidad. Lo hice sin intención. Me equivoqué por inexperto. No soy influencer. El error fue no aclarar mi nombre en mi cuenta. Tuve que cerrarla. Me abrí una nueva (@elprofesorclon) y ahora estoy haciendo todo bien”, revela Joshua. Y ríe: “Me sentía como El Profesor cuando lo mandan a la cárcel”.
Tanto en la anterior como en la nueva cuenta, a Joshua lo sigue Carmela García, la hermana de Álvaro Morte.
“Después de escribirle al actor pidiéndole perdón por el error y que no me contestara, le escribí a su hermana, para que le haga llegar mis disculpas. Me dijo que se lo iba a comentar en las vacaciones, pero todavía no tuve novedades. Sueño con conocerlo en persona”, se lamenta Joshua, que pudo potenciar su nueva cuenta gracias al genial sitio de parecidos @same.de.la.same. “Además me mandó un mensaje la actriz que personifica a Raquel”, agrega entusiasmado.
Actualmente, Joshua se reparte entre ser el profesor de sus alumnos particulares y ser El Profesor de la Casa de Papel en eventos, fiestas temáticas y redes sociales.
“El español me sale muy bien porque la prédica evangélica es muy similar en la conjugación de los verbos. Además, vi la serie tres veces para perfeccionarme”, asegura. Además reflexiona: “En Paraguay la gente es tímida. Los famosos no son molestados como en Argentina”. Y cuenta que en unas semanas estará en nuestro país para participar de una acción conjunta con un instagramer que lo está asesorando y con un cocinero estrella de su país.
Con viveza concluye: “Planeo ir a un shopping con dos hombres grandes como guardaespaldas. A ver qué pasa… Es que estoy aprovechando el momento. Sé que el furor por la serie durará sólo un par de años. Después, la gente se olvida. ¡Es ahora o nunca!”.