Fernando Otero (53) tenía todo lo que había deseado. Hasta que un día dejó de tenerlo. A sus 28 años estaba casado con Susana, tenía una hija, Florencia, y trabajaba en el sector comercial de una empresa de correo privado.
“Nací en Buenos Aires, soy porteño de nacimiento, aunque viví toda mi vida en Burzaco. Me recibí de licenciado en Sistemas en la Universidad Kennedy. Al poco tiempo me casé muy enamorado, y años más tarde llegó mi primera hija”, cuenta.
Sin embargo, el 2003 fue un año bisagra en su vida. “Después de nueve años de matrimonio decidimos divorciarnos. Me rompieron el corazón. Les dejé la casa a mi ex y a mi hija. Alquilé un departamento en Avellaneda”.
La separación fue un golpe duro. “Empezó a irme muy mal en el trabajo, y a los pocos meses me echaron, porque la verdad... no vendía nada. Hasta que un día no pude pagar ni el alquiler.”
Frustrado, decide pedirle ayuda a su prima Patricia, que vivía en Bariloche. “Mis padres ya estaban jubilados, y a mis dos hermanos no los quería molestar. Entonces pensé que rehacer mi vida en el sur sería la mejor opción.”
Al poco tiempo de instalarse en Bariloche, consiguió trabajo en el área comercial de una concesionaria de autos. “No se vendía prácticamente nada. Y yo ganaba por comisión. La situación era crítica. Empecé a dormir de prestado en casa de conocidos... hasta que un día me quedé en la calle, literalmente”.
"Lo poco que generaba se lo tenía que enviar a Florencia. Nunca llegaba a juntar lo suficiente para pagar el mes de depósito y los gastos inmobiliarios. O dormía en el pasto de alguna plaza o me iba a dormir al Casino de Bariloche. Nadie se daba cuenta... Había tanta gente, que mi presencia era invisible. Entraba a las nueve de la noche y me iba a las cinco de la mañana, cuando cerraba. Estuve así cuatro largos meses.
-¿No tenías nadie a quién pedirle ayuda?
-De esta quería salir solo. No quería involucrar a nadie... Tenía clarísimo donde estaba parado. Analizaba dónde me había equivocado para terminar así.
-¿En tu trabajo desconocían tu situación?
-Sí. Me ayudaba la señora de la limpieza. En la oficina había un baño que tenía ducha. Me decía que fuera a las seis de la mañana para que pudiera ducharme, cambiarme y desayunar. A las nueve estaba listo para empezar el día. A la salida me sacaba el traje y lo dejaba guardado en la empresa. Me ponía un jean, una camisa , y salía a deambular.
-¿Qué hacías cuando salías del trabajo?
-Me iba a la terminal de ómnibus a ver entrar y salir a los micros. Me entretenía hasta que se hacía de noche y me daba sueño. A veces me iba a un cibercafé para pasar el rato.
-¿Con quién hablas en el café?
-Me creé un usuario, Fer Bariloche,y hablaba mucho. Hasta que un día una mujer me pregunta: “¿Qué tal está la villa?”. Le respondí: “Si te refieres a la villa La Angostura, está hermoso”. La relación virtual empezó a avanzar. Teníamos un cita todas las tardes. Yo en Bariloche, y Susana, que era azafata, desde Madrid.
-¿Ella conocía tu situación ?
-Claro. Siempre le dije que no tenía ni dónde dormir. Eso nunca la frenó.
-¿Pensaste que se encontrarían personalmente?
-Llevaba como cinco o seis meses trabajando en una compañía de seguros médicos grandes y había empezado comisionar. Ganaba más, lo que me permitió alquilar un monoambiente. Sólo tenía una cama, ¡ni heladera tenía! Igual, Susana se animó a visitarme. La recibí en el departamento.. ¡y fue un flechazo!
-¿Por qué te fuiste a vivir a Madrid?
-Susana se volvió a España, y al poco tiempo me dijo: “Tú te vas a venir conmigo”. Y me mandó los pasajes. La idea era estar quince días... ¡y ya pasaron doce años! Me fui en mayo del 2007, sin nada, con un bolso que todavía conservo. Estuve como ilegal casi dos años, sólo hacía las tareas del hogar, no generaba ingresos, Susana corría con todos los gastos. Era desesperante..
-¿Cuándo volviste a trabajar?
-En el 2009 nos casamos. El primer trabajo que tuve en Madrid fue vendiendo telefonía. Hasta que llegó la gran oportunidad de crear mi empresa. Como había trabajado en seguros médicos, usé esa experiencia.
-¿Cómo creaste la empresa?
-Soy socio de Knoll insurance agency. Nos dedicamos exclusivamente a vender esos seguros en España. Hoy tenemos dos oficinas de atención al público en Madrid. Tengo planeado abrir la tercera en el 2021. Tengo seis empleados, y facturo 290 mil dólares al año
-Qué sentís cuando recordás que de dormir en la calles llegaste a ser un empresario?
–He pasado de estar bien a estar totalmente en el piso, sin nada. El destino quiso que me fuera bien en España. Por otra parte, pude reencontrarme con mi hija. ¡Tanto me costó estar cerca de ella! Ahora le doy trabajo junto a su novio.
-¿Susana te cambió la vida?
-Ella es el aire que fue inflando un globo lleno de cosas buenas. Fue mi motor económico y emocional. Nos llevamos muy bien. Viajamos, salimos, estamos mucho tiempo juntos. Espero que dure para toda la vida. Hoy puedo decirte que soy el hombre más feliz del mundo.
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