Rodrigo Eguillor aprendió a calmarse en la cárcel. No le resultó sencillo.
Había empezado un tanto díscolo en el penal de Marcos Paz, donde fue destinado al Programa de Ofensores Sexuales, en el pabellón que ocupan detenidos acusados de abuso de menores de alto perfil como Christian Aldana, el líder de El Otro Yo, o el ex futbolista Jonathan Fabbro. “No me toques”, les decía a los penitenciarios, se negaba hasta a una simple pericia médica, mientras trataban sus síntomas de abstinencia. Le habían dado una celda individual, una condición que mantiene hasta hoy, pero compartía el pabellón. Llegó a pelearse con otros internos en Marcos Paz, apenas intentos, cruces de arañazos en vez de golpes de puño, dice alguien que sigue de cerca su encierro. Luego se deprimió, perdió ánimo, algo común en quienes llegan a la cárcel por primera vez.
Su hostilidad fluctuó con el tiempo. A comienzos de este año, luego de que una sala de turno en feria de la Cámara Criminal y Correccional integrada por los jueces Eugenio Sarrabayrousse, Horacio Días y Daniel Morín se negara a a conceder un recurso de casación para excarcelarlo, Eguillor montó una escena insólita y rompió un inodoro.
"Lo rompí yo, y no pienso limpiar nada de acá, eso lo van a hacer ustedes”, le dijo según documentos judiciales al penitenciario que miraba sorprendido el charco de agua sucia en la celda. Un jefe del penal lo denunció por daños en el Juzgado Federal Nº 2 de San Martín, la Sala I de la Cámara de la jurisdicción reguló un embargo de 50 mil pesos.
Hoy, confirman fuentes cercanas a su encierro, Eguillor se encuentra en un estado de “observación psiquiátrica” en el Hospital Penitenciario de la cárcel de Ezeiza, adonde fue trasladado meses atrás a una nueva celda individual en el Módulo 1. Fue enviado al Hospital hace una semana, luego de evaluaciones de especialistas que notaron “una recaída en su hostilidad”, un giro agresivo en sus comportamientos usuales, sin puntualizar en un episodio en particular, lo que determinó que debía salir de su celda para ser observado en patrones penitenciarios más estrictos.
Así, Eguillor se encuentra bajo tratamiento con controles de enfermería. “Responde bien”, asegura una fuente, sin nuevos episodios ni exabruptos. Se estima que volverá a su celda en algún punto de la semana próxima.
Antes había sido enviado a especialistas del programa PRISMA para ser evaluado, el mismo programa de salud mental del Servicio Penitenciario Federal que trató, por ejemplo, a Pity Álvarez.
“Su problema no es psiquiátrico. No reúne las condiciones patológicas para ser un paciente de ese tipo”, apunta una voz cercana a su encierro: “Su problema es su personalidad”.
Esta semana, Eguillor sufrió otro fuerte revés en Tribunales. A través de su defensa, el acusado de violar a una joven en noviembre de 2018 en San Telmo y luego privarla de su libertad solicitó ser enviado a la clínica psiquiátrica privada Santa Rosa en Almagro, según publicó el sitio oficial Fiscales.gob.ar. También pidió la intervención de un juez Civil. El Tribunal Oral Nº 10 que se encargará de juzgarlo le negó la posibilidad, con una decisión firmada por el juez Alejandro Noceti Achaval en sintonía con lo pedido por el fiscal Oscar Ciruzzi.
El 2 de octubre, el juez había ordenado la suspensión de la causa por “incapacidad sobreviniente”, luego de informes de médicos forenses que le practicaron estudios a Eguillor. Esta vez, Noceti Achaval consideró que las condiciones en el penal de Ezeiza son adecuadas para un eventual tratamiento.
La información del sitio de la Procuración también asegura que Eguillor se negó a entrevistarse con especialistas, lo que impide “llevar a cabo un tratamiento interdisciplinario”.
Ciertos rumores en Tribunales a fines de 2018 indicaban que Eguillor habría recibido un diagnóstico de un desorden psiquiátrico en algún punto de su vida, precisamente en su último año del colegio secundario, y que su madre incluso comenzó un expediente por medidas precautorias en un juzgado de familia de Lomas de Zamora, algo que la fiscal Paula Martínez Castro, la madre del acusado, se negó a confirmar o desmentir ante la consulta de Infobae en ese entonces.
La causa por el ataque en San Telmo no es la única en contra del joven que decía ser relacionista público y se exhibía con discursos en Instagram. Fue elevado a juicio en otra causa hoy radicada en el Tribunal Oral Nº 9 por un hecho ocurrido en 2016 calificado como abuso sexual simple, tras supuestamente mostrarle el pene a una trabajadora del Casino de Puerto Madero en el estacionamiento del lugar.
SEGUÍ LEYENDO: