El 2 de abril de 1982 el gobierno de facto argentino dispuso el desembarco militar en las Islas Malvinas. Asistieron, según datos oficiales del Ministerio de Defensa de la Nación, 23.428 combatientes argentinos, entre prefectos, gendarmes, Ejército, Fuerza Aérea y Armada.
No estuvieron solos. Siete días después llegó una escultura venerada de 38 centímetros: la Virgen de Luján.
Su paradero, finalizada la guerra, parecía incierto.
La imagen de la santa patrona de la Argentina que estuvo en la guerra de Malvinas regresará al país 37 años después. Gran Bretaña restituirá la Virgen tras gestiones coordinadas por el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, en comunión con su par inglés, Paul James Mason.
En retribución al gesto británico, las autoridades argentinas ofrecieron entregarles una réplica de la imagen en señal de gratitud. Será recibida con honores en el aeropuerto de Ezeiza el domingo 3 de noviembre a las siete de la mañana. Una procesión y caravana compuesta por veteranos, familiares y devotos escoltarán su viaje a la Basílica de Luján, donde a las 13 horas se realizará una misa especial.
El intercambio se celebrará días antes: el 30 de octubre en el Vaticano el Papa Francisco bendecirá ambas imágenes en el marco de una audiencia general con motivo del V Curso de Formación de Capellanes Militares Católicos.
Monseñor Mason describió el traspaso como un signo de conexión, fe compartida y buena voluntad pacífica entre ambas naciones. Monseñor Olivera, por su parte, dijo que en la guerra todos pierden y que en la paz todos ganan, que el intercambio es un símbolo de fraternidad, de diálogo y respeto.
“Sin lugar a duda que la imagen de Nuestra Señora de Luján retorne a casa, a nuestro país, que vuelva a Argentina, es un motivo de mucho gozo. También por lo que significa la Madre, la Virgen de Luján que se hace cercana a los hijos en situaciones tan difíciles, como lo fue la guerra. Hoy en este tiempo de paz, María nos vuelve a renovar y recordar el camino por el encuentro, por el diálogo y por el respeto”, reflexionó.
La procesión de la Virgen comenzó a principios de la década del 80. Se estima que la imagen había sido donada por una familia argentina. Las investigaciones teorizan sobre la donación de una familia llamada Benso, dado que su nombre reza en la base de la escultura.
Llegó a las islas por el entonces capellán mayor de la Fuerza Aérea Argentina, monseñor Roque Manuel Puyelli, el viernes santo del 9 de abril de 1982. Habría permanecido en la Base Aérea Militar Malvinas hasta su bombardeo: luego fue trasladada a la parroquia Saint Mary de las Islas Malvinas, donde estuvo hasta el final del conflicto.
El 8 de mayo, el día de la Virgen de Luján, el capellán Torres la sacó de la parroquía para llevarla en procesión. Concluida la jornada, la devolvió. Las fotografías de ese día son las últimas de los soldados argentinos venerándola.
Finalizada la guerra, recaló, mediante gestión del monseñor Dan Spraggon, en la ventana oriental de la Catedral de San Miguel y San Jorge de Aldershot, en el condado de Hampshire, sede del obispado castrense británico.
La entronizaron en memoria de los caídos durante el conflicto bélico, sin banderas, patrias ni distinciones.
El germen de esta restitución reside en el dirigente laico Daniel Doronzoro, fundador y presidente del grupo “La Fe de Centurión”, de la diócesis de Quilmes.
“Solemos hacer retiros para veteranos de guerra y familiares de caídos en Luján. Hace un año vi una nota periodística en La Gaceta Malvinense al médico militar inglés James M. Ryan, quien reveló que la imagen se encontraba en la catedral castrense de Gran Bretaña. Miro el libro Dios en la trinchera del padre Vicente Martínez Torrens, lo llamo y le pido autorización para gestionar la devolución de la Virgen. Hablo con el sacerdote Miguel de la diócesis de Quilmes que eleva el pedido a la autoridad máxima, el obispo Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Él lo deriva al obispado castrense, la diócesis que abarca a las Fuerzas Armadas y a las fuerzas de seguridad. Finalmente el monseñor Olivera manda una comunicación formal al obispado británico”, recreó.
Una placa instalada debajo de la imagen en la catedral de Aldershot explica en inglés que “los argentinos invadieron las Islas Malvinas en 1982 y llevaron con ellos esta estatua de Nuestra Señora de Luján. Después de su rendición dejaron la imagen con el prefecto apostólico de las islas, monseñor Dan Spraggon. Él se la presentó al padre Alfred Hayes, quien estaba con las fuerzas británicas a lo largo de la campaña”.
Doronzoro investigó la razón que llevó a Gran Bretaña a la Virgen de Luján. En la parroquia había dos imágenes: se presume que una había sido entregada por turistas argentinos una década antes y que estaba entronada en una sala cerrada sin conocimiento de las tropas argentinas. Al haber dos, decidieron enviar una la catedral británica para rezar por el descanso de las almas perdidas en la guerra.
“Los oficiales argentinos acompañados por gente de la Cruz Roja le pidieron la imagen de la Virgen, pero ésta ya estaba embalada en el Hércules dispuesta a emprender vuelo hacia Gran Bretaña. El sacerdote entonces le ofreció darles la otra que tenían. Aún estamos investigando quiénes la recibieron y a dónde se la llevaron”, relató Doronzoro.
El dirigente será uno de los siete integrantes de la comitiva argentina que, solventados por Aeropuertos Argentina 2000, irá al Vaticano. AA2, una vez más, acompaña a los familiares de los caídos y a los veteranos, como lo hizo en los viajes a las Islas luego de la identificación de los soldados y como se encarga de mantener cuidado el cementerio de Darwin.
“Ella estuvo derramando sus gracias en el Reino Unido por 37 años y ahora vuelve al país para transmitir un mensaje de unidad y para tener presente a esas personas que ofrendaron su vida por la patria. Los soldados fueron a defender algo que es nuestro. Somos todos una familia, somos todos hermanos, pero ellos están por encima de nosotros, porque defendieron una causa nacional que nos abraza a todos”, expresó Doronzoro.
La Virgen de Luján que estuvo en la guerra de Malvinas y durante 37 años en una parroquia británica recorrerá el país tras la misa en la Basílica. La idea es que visite los pueblos donde nacieron los veteranos y caídos.
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