Un nuevo descubrimiento enciende las alertas en la Antártida: un estudio reveló que los ríos subterráneos podrían acelerar los desprendimientos y derretimiento de los hielos de ese continente. Aunque las causas de la aceleración del fenómeno siguen en estudio, un análisis de imágenes satelitales mostró que estos cursos de agua influyen en la separación de esas capas heladas.
El trabajo, realizado por investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder, fue publicado la semana pasada en la revista Science Advance, y asegura que son “enormes ríos de agua tibia” los que están erosionando los bordes de las barreras de hielo antárticas flotantes. Esto es lo que estaría provocando la separación de los bloques de hielo del casquete polar continental, lo que se traduce en el derretimiento del hielo. Este mecanismo, desconocido hasta ahora, fue lo que analizaron los investigadores.
Sobre los resultados, la investigadora Karren Alley, una de las autores del estudio, detalló: “La circulación de agua tibia está atacando la parte inferior de estas plataformas de hielo en sus puntos más vulnerables. Estos efectos son importantes, pero exactamente cuánto, aún no lo sabemos”, según publicó la revista National Geographic.
Hace varios años, Alley, glacióloga del College of Wooster, empezó a estudiar los denominados “ríos boca abajo” mediante imágenes por satélite. Examinando las depresiones en la superficie del hielo, pudo determinar que algunos eran enormes: de casi cinco kilómetros de ancho, decenas de kilómetros de largo y decenas de metros de profundidad. También advirtió que los ríos se formaban con frecuencia bajo lo que los glaciólogos denominan “márgenes de corte”, puntos débiles en los bordes de las plataformas de hielo.
Los investigadores descubrieron que es muy probable que los ríos se formen bajo el hielo torrentoso, incluidas las plataformas de hielo que protegen partes amenazadas de la Antártida Occidental, como la isla Pine y los glaciares Thwaites. En general, “hay muchos más canales de lo que pensábamos en los márgenes de corte de las plataformas de hielo”, explica Alley.
“Críticamente, en nuestro clima moderno de calentamiento, el calentamiento del agua de la plataforma del hielo ya puede estar causando la profundización del canal basal en los márgenes de corte (de las capas de hielo), lo que podría afectar fuertemente el refuerzo y puede llevar a una mayor pérdida de la masa de hielo”, sostienen las conclusiones del reporte.
En investigaciones anteriores en la plataforma de hielo de Getz, Alley descubrió que los ríos pueden profundizar rápidamente y excavar hasta nueve metros de hielo en la base de la plataforma en un solo año. Si el cambio climático calienta aún más el agua de estos ríos, este proceso de erosión podría sufrir una aceleración drástica.
“Podría importar poco o importar mucho”, afirmó Alley. “Pero sabemos que esto incrementa las probabilidades de perder las plataformas de hielo. Estos canales debilitan los puntos que ya son débiles”.
Lagos superficiales
A esta reciente investigación se suma otro estudio, que da cuenta de los efectos que también pueden tener los lagos superficiales. De qué se trata: durante gran parte del año, el hielo que recubre las regiones polares de la Tierra está congelado. Pero en los días de verano templados, la superficie del hielo empieza a derretirse, se drena en depresiones y forma lagos de color azul topacio.
Aunque son hermosos, apunta la publicación, son peligrosos para el hielo. Su color oscuro absorbe más energía solar, lo que a su vez provoca más calentamiento. Durante la última década, los científicos han estudiado de forma intensiva estos lagos de agua del deshielo en partes de Groenlandia y la península antártica donde el calentamiento es rápido. Ahora, un equipo de investigadores ha llevado a cabo el primer estudio sistemático de los lagos de agua del deshielo en la Antártida Oriental, la parte más fría del continente y que alberga el hielo más estable.
En los datos por satélite de enero de 2017, los investigadores identificaron 65.000 lagos y estanques repartidos a lo largo del litoral de la Antártida Oriental. “Vimos lagos en casi todas las partes que analizamos a lo largo del margen”, afirma Chris Stokes, autor principal del estudio y glaciólogo de la Universidad de Durham, en Reino Unido. “Nos sorprendió”, agregó.
Sin embargo, algo más perturbador que la cantidad de lagos era la acumulación de muchos de ellos en regiones de las plataformas de hielo que podían ser vulnerables al colapso. “Estamos mucho más cerca de ese tipo de densidad [que puede provocar fractura hidráulica] de lo que pensábamos”, afirma Stokes. Aunque algunos investigadores consideran que se midió una temporada anómala y que es necesario tener más registros para sacar conclusiones.
Sin embargo, las noticias en los polos del planeta no son alentadoras. Ya hace años, Hernán Sala, el investigador y experto argentino en la región sostuvo: “En algunos años vamos a tener que redibujar los mapas de la Antártida”.
Informe especial del panel de cambio climático
Tal como se conoció hace poco menos de un mes, en el último reporte especial del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la criósfera y los océanos juegan un papel fundamental en la captación y redistribución del dióxido de carbono de origen natural y antropogénico; pero, además, permiten el desarrollo de la vida en otros múltiples sentidos: suministran agua y alimentos, posibilitan la generación de energía renovable, son fuente de salud, espacios de recreación, y representan recursos valiosos para el turismo, el comercio y el transporte.
En las últimas décadas, el aumento de la temperatura media global ha producido la reducción de los glaciares y de las capas de nieve, así como del hielo marino del Ártico en extensión y espesor. En un intento de relacionar factores y trazar alternativas de adaptación, el informe ha contemplado el conocimiento de las comunidades de las regiones de criosfera: alrededor de 1500 millones de personas que habitan en regiones de alta montaña y en las costas, y cuatro millones que viven permanentemente en el Ártico.
En todo el siglo XX, el aumento del nivel del mar a escala mundial fue de 15 cm. Ahora el ritmo es de 3,6 mm anuales y no deja de aumentar debido a las crecientes aportaciones de agua del hielo de Groenlandia y la Antártida, y también del deshielo de los glaciares y la expansión térmica.
Según el informe internacional, la situación actual prevé que para el año 2100 podría registrarse una subida del mar entre 30 y 60 centímetros, aunque se limite el calentamiento global muy por debajo de 2 ºC. Pero si no se limitan las emisiones, las predicciones son mucho peores, ya que la elevación podría ser de 60 a 110 centímetros.
Los expertos aseguran que con cada grado de calentamiento adicional, aquellos fenómenos que en el pasado se producían una vez cada 100 años tendrán periodicidad anual a mediados de siglo en muchas regiones, agravando los riesgos a los que están expuestas muchas islas pequeñas y ciudades costeras de baja altitud.
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