Pocos eran los que creían que podía suceder. Muchos menos los que creían que podía hacerse en menos de tres años. Sin embargo, sucedió. Por primera vez en la historia de nuestro país, el Archivo General de la Nación Argentina tendrá un edificio construido especialmente para él.
Si bien la institución tiene casi doscientos años (fue fundado el 28 de agosto de 1821), recién este año vio nacer su primera sede concebida para albergar los archivos, escritos, fotos, videos y todo tipo de material histórico.
Dependiente del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, desde 1950 el Archivo tiene su sede central en Av. Leandro N. Alem 246. Allí se encuentran casi 16 kilómetros de archivos (es decir, si se pusieran uno al lado del otro, esa es la extensión que ocuparían los documentos). En su segunda sede (Paseo Colón 1093) hay otros 8 kilómetros de documentos. Hay escritos, fotos, videos, cartas, nóminas de inmigrantes y de soldados que pelearon en distintas batallas, testamentos, todos los decretos presidenciales… infinidad de información en muchos casos relevantes, en otros anecdótica, pero que en la imagen final pintan de algún modo la identidad de nuestro país. En total, en todos sus depósitos, el Archivo tiene 29 kilómetros de documentos. De ahí la necesidad de un nuevo edificio.
Lo consultan personas particulares que buscan saber la historia de su familia (por ejemplo, en qué barco llegó un abuelo), historiadores, guionistas de cine y televisión (que buscan saber cómo eran las cosas en determinada época), escritores, periodistas…
Su director, Emilio Perina, es un apasionado de la historia. “Lo importante en una carta de San Martín no es la firma de San Martín, es la información que contiene la carta”, explica. Para él, la nueva sede es su gran legado. El edificio, ubicado en Parque Patricios entre las calles Pichincha, Rondeau, 15 de Noviembre y Pasco, es una construcción moderna de 10 mil metros cuadrados.
Está dividido en dos partes: en una hay acceso al público, un auditorio, una sala para capacitaciones, un bar, y oficinas para los propios empleados del archivo. En la otra ala está la parte fundamental: allí funcionan los depósitos de guarda de documentación (3300 m2 de depósitos, dividido en 29 espacios especialmente diseñados para la conservación y preservación de la documentación, tres de ellos reservados para la guarda de material afectado). En total, está preparado para albergar entre 20 y 22 kilómetros lineales de documentación.
Cada sala tiene un sistema de estantes movibles o fijos -según convenga al material-, tiene un sistema antifuego localizado (se prende el rociador de agua solo allí donde se detecta fuego, así no se afecta de más), un tratamiento antihumedad y un sistema de localización de información de primera calidad. Por otro lado, los cimientos del edificio son más profundos que las de cualquier construcción porque debe tener mayor resistencia, por el peso que va a albergar.
¿Qué había ahí antes de esta mega construcción? Eso también es material de archivo: allí funcionó la segunda cárcel de Caseros, construida durante la última dictadura militar, cerrada en el 2001 y demolida en el 2007. Años después, en el 2011, se inició el proyecto que planeaba construir ahí la nueva sede del Archivo. Luego del proceso de licitaciones y el camino burocrático, recién en el 2016 -bajo la gestión de Perina y con el apoyo de Rogelio Frigerio- comenzó la construcción.
Se realizó en tiempo récord: 32 meses, es decir, dos años y ocho meses. “No queríamos que fuera un proyecto como el de la Biblioteca Nacional, que tardó 30 años en hacerse”, explica Perina, que se muestra orgulloso de que el edificio sea su gran legado como Director del Archivo General de la Nación. El proyecto original contempla un tercer edificio, hasta alcanzar 50 kilómetros de documentos.
“Hay algo importante de decir para nosotros: y es que venimos haciendo una gestión tratando de que la gente se acerque al archivo. Nuestro trabajo en las redes, en Facebook, en Twitter es para llamar la atención sobre la existencia de lo que el archivo tiene a disposición de los ciudadanos. A mi me gusta decir que el Archivo no es de un gobierno ni es del Estado (lo cual es un error, técnicamente hablando), pero para mí es de la sociedad. Y esa sociedad hoy tiene un vergel informativo a su disposición”, dice Perina.
Su gran satisfacción es sentir que con este edificio el Archivo vuelve a estar entre los mejores de Latinoamérica. “Lo que este edificio está comunicándole a la sociedad es que el Archivo pasó de una concepción del siglo XIX a una concepción del siglo XXI”, concluye.
Fotos: Maximiliano Luna