Por Guillermo Andino
Por Carolina Prat
El programa de Reciclado y Medio Ambiente de la Fundación Garrahan, que ya lleva 20 años recolectando primero papel, luego tapitas, llaves y bronce, y más tarde latas de gaseosa y todo material que sirva para reciclar y comercializar, ha comprometido a lo largo de todos estos años, tanto a compañías como a particulares. Es toda una sociedad que tomó conciencia que “donar para el Garrahan” es una acción fácil de implementar en la vida cotidiana y que tiene una proyección concreta en la ayuda que aportan para el Hospital de Pediatría y la Casa Garrahan.
En los depósitos que la fundación tiene en el barrio de Parque Patricios, el ir y venir de vehículos con donaciones es una constante diaria. Se van llenando los galpones con paquetes de latas compactadas, cajas de papel y tapitas que vienen de todas partes del país. En un día llega ayuda desde todos los puntos cardinales de Argentina. Nunca es poco. Desde el año 2006 que se comenzó a juntar tapitas, la institución ya recicló 2.400 millones de unidades, el equivalente a unas 6.000 toneladas de plástico: para dimensionar gráficamente lo que estos números representan se debe pensar en una tapita al lado de la otra y se cubrirían casi dos vueltas al mundo. La imagen de una cadena de solidaridad y afecto que es lo que siempre destaca con orgullo Patricia Gavilán, la Coordinadora del Programa de Reciclado y Medio Ambiente de la Fundación.
Luis Rondón es un comerciante del barrio de Villa Lugano en CABA – tiene una pañalera que atiende con su familia- que cada 15 días, desde hace más de 10 años, se acerca en su camioneta a la calle Amancio Alcorta donde está ubicado el depósito de la Fundación, con todo lo recaudado por los integrantes de su barrio. A instancias de su esposa Graciela, que le fue inculcando a él y a sus hijos el tema de la donación, armaron en su negocio todo el dispositivo para receptar las donaciones de papel y tapitas que traen los vecinos: “Hay gente que tiene las ganas de donar, pero no tiene el tiempo ni sabe cómo hacerlo, nosotros en el local se lo simplificamos” dice y agrega con sorpresa y satisfacción: “Aunque no lo creas, la gente es consciente, termina de tomar una gaseosa y enseguida separa la tapa”.
Para Pablo Cárdenas, un chofer de la empresa de transporte Expreso Oro Negro, que llegó desde Ushuaia luego de tres días y medio de viaje, transporta las donaciones que llegan desde el punto más al sur del país es un orgullo y una forma de gratitud. “Tuve una hija que cuando nació tuvo un problema de salud que rápidamente fue atendido en el Hospital Garrahan y salió adelante. Nunca pensé que lo iba a devolver de esta manera”, expresa con emoción. Además destaca que junto con su camión, en un día salieron tres más de otras empresas, desde el Cuartel Central de Bomberos de Ushuaia, repletos de todo lo que recicla y dona la gente de esa ciudad.
Alberto Viani es el jefe comunicación de la empresa transportadora Cruz del Sur, que desde hace 16 años está comprometida con el crecimiento de la Fundación Garrahan, explica que colaboran de dos maneras: por un lado aportan la logística para trasladar las donaciones que vienen desde diferentes puntos del país y por otro tiene en el misma empresa un programa interno para que todos los empleados dejen los residuos que generan para donar. “Con tantos años ya es cultura y está en el ADN de la empresa que el papel o impresora que no sirve más va al Garrahan” comenta. Y reconoce que el compromiso de sus compañeros de trabajo es muy grande dado que entienden para quién va dirigido.
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