Por Guillermo Andino
Por Carolina Prat
Las tapitas plásticas de los envases de bebidas son desde hace un tiempo, en Argentina, sinónimo de: Hospital Garrahan, Casa Garrahan, y reciclado. Un pequeño producto de descarte que logró resignificarse y adquirir valor simbólico y material. Se juntan, se donan, se convierten en plástico molido, en productos que se venden y finalmente en recursos económicos para destinar a la salud de miles de niños. Un círculo virtuoso tan necesario en el país.
Este año se celebran 20 años del inicio de los programas de reciclaje de la Fundación Garrahan (una institución que, por su parte, ya tiene más de tres décadas). En el año 1999 se comenzó con la recolección de papel usado de empresas, escuelas y hogares, actividad que tuvo un fuerte apoyo mediático por parte del programa de televisión “Va por Vos” del canal América, que organizó y difundió dos exitosas campañas para recolectar papel. Desde entonces surgió el nombre de “Va por los Pibes”.
En 2006 se comenzó con el “Programa Tapitas”, luego se sumaron llaves, latas, cables, cds, dvds y placas radiográficas. Todos materiales que se reutilizan y venden a total beneficio de necesidades del Hospital y de los alojados en la casa Garrahan, que son familiares de niños internados que viven a más de 100 kilómetros de la ciudad.
¿Qué significan estos 20 años en números? 112.395 toneladas de papel reciclado que evitan la tala de 1.910.715 árboles. 6.248 toneladas de tapitas recicladas –con récord Guinness de recolección en los años 2011 y 2014–, 539.220 llaves recuperadas y alrededor de 74.773 kilos de metales y otros materiales también reconvertidos. Cifras estas que expone con orgullo Patricia Gavilán la coordinadora del programa y a quién siempre le gusta destacar este razonamiento: “¿Vos tirarías plata a la basura? Entonces no se puede tirar más. Doná porque la Fundación Garrahan lo convierte en dinero que se termina transformando en salud”.
En el gran depósito que la Fundación tiene en el barrio de Parque Patricios (Amancio Alcorta 2690) los galpones están abarrotados con bateas con papeles, cajas con donaciones y montañas de bidones con tapitas. Las tapitas son tal vez el producto insignia de esta cruzada de la Fundación, porque cobró una dimensión que las trascienden, se convirtieron en una herramienta educativa para que en principio los más chicos, pero la sociedad en general, se adentren en el mundo del reciclado, la solidaridad y el cuidado del medio ambiente. Una manera también de devolverle al nosocomio lo que hace por la salud de la población y de entender que tapitas es colaborar con salud.
Patricia Gavilán explica que el nivel de popularidad que alcanzaron los programas solidarios de la Fundación que coordina, si bien es muy alto, siempre es insuficiente. Las necesidades materiales del Hospital de equipamiento médico, formación profesional, docencia y asistencia a pacientes no se agotan nunca y necesitan que la comunidad continúe con su ayuda. Por eso, además de la venta de las donaciones, hay productos hechos de tapitas que se pueden adquirir. Actualmente, en el mercado se ofrecen: un combo ecológico de balde con forma de corazón y fuentón, que se hace con 310 tapitas y un juguete color verde y amarillo que es un ecoandarin cuya materia prima son 855 tapitas”.
Todo lo que se junta en los depósitos de la Fundación se transforma en otro producto, se reutiliza y se vende. Un proceso que tiene sin dudas un doble impacto: en el medio ambiente y en la salud de los beneficiarios de esa ganancia, los niños del Hospital y la Casa Garrahan. “Nosotros no estamos pidiendo que nos den dinero, estamos pidiendo que nos den lo que tirarían a la basura” concluye Patricia Gavilán.
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