Recién caída la noche y con una primera jornada alterada por el temporal, las travestis y las trans se dejaron abrazar por el movimiento feminista en La Plata. La marcha lleva de nombre el reclamo por la vida: Basta de Travesticidios y Transfemicidios. Miles de mujeres, lesbianas, travestis y trans salieron a la calle cuando se despejó el cielo y subió la humedad desde el asfalto platense. Más de diez cuadras acompañaron a las travestis en la primera acción pública y colectiva del Encuentro Nacional de Mujeres, después de que se cancelara el acto inaugural de la mañana por una tormenta feroz. La bandera con la cara de Lohana Berkins y Diana Sacayán, las dos activistas travestis, que de compañeras de lucha se convirtieron en estampita de amor tras sus muertes, recorrió la capital bonaerense y llegó hasta la plaza San Martín.
Por segundo año consecutivo, las mujeres trans (travestis, transexuales y transgéneros) se movilizaron en el marco del Encuentro y así se dejó atrás una discusión acerca de su inclusión que llevó varios de los 34 años de su historia. Lo encabezaron Ivana Aguilera (de Córdoba), Casandra Sandoval (de Salta), Flor Guimaraes y Alma Fernández (de La Matanza), Claudia Vázquez Haro, organizadora, y la activista porteña Marlene Wayar.
“La marcha sigue siendo un intento desesperado para que esto no continúe sucediendo”, le dijo Wayar a Infobae. “Abrazarnos a nosotras mismas y dejarnos abrazar por las mujeres del movimiento de mujeres. Hablar con los femicidas y decirles ‘no nos maten’ no tiene sentido, pero sí con el resto de la sociedad. Tenemos que pensar cómo generamos transfemicidas porque salen de nuestras casas, de nuestras escuelas, no nacen por generación espontánea”.
El reclamo no es descabellado. Según el informe del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans), en 2018 hubo 147 crímenes en donde la orientación sexual, la identidad y/o la expresión de género de todas las víctimas fueron utilizadas como pretexto discriminatorio para la vulneración de derechos y la violencia. De esos 147 asesinatos en 2018, en el 64% de los casos corresponden a mujeres trans, el 28% a varones gays, el 7% a lesbianas y el 1% a varones trans. El informe fue creado por la Defensoría LGBT y la Defensoría del Pueblo de CABA en articulación con la Defensoría del Pueblo de la Nación.
La lluvia aflojó por momentos durante la tarde y no pudo contra la fuerza de estas mujeres, lesbianas, trans y no binaries que se acercaron a La Plata para un fin de semana histórico. Se prevé que mañana el clima mejore y sean muchas más las que salgan a la calle a conocerse, a debatir en las escuelas, a levantar la insignia verde en otro pañuelazo por el aborto legal, a vivir la fiesta feminista más grande de Latinoamérica.
Por la ciudad de las diagonales y sostenidas desde los carteles por sus históricas compañeras, Lohana Berkins y Diana Sacayán recorrieron la ciudad. Lohana, dirigente travesti, fundó en 1994 la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT), que presidió hasta el día de su muerte. Fue impulsora de la Ley 3062 de respeto a la identidad adoptada por travestis y transexuales, aprobada por la Legislatura porteña en 2009. También fue asesora de legisladoras; la primera travesti con un trabajo estatal.
Su amiga, Diana Sacayán, nacida en Tucumán pero criada en La Matanza, fue una incansable activista por los derechos de las personas trans. Fue una de las impulsoras de la Ley de Identidad de Género que rige en Argentina y de la Ley de cupo laboral travesti trans, que lleva su nombre. A Diana la mataron en octubre de 2015 y por primera vez la Justicia argentina aplicó la figura de crimen de odio y travesticidio en la sentencia que condenó a su asesino.
“A mis amigas lo que les faltó fue un abrazo de sus familias cuando mostraron quiénes eran. Eso las empujó al destino que tenemos todas las travestis, sobre todo en esa época, a la prostitución. Cuando vimos que esto era sistemático, salieron a preguntar por qué no nos merecíamos el cariño, el abrazo. Le pidieron explicaciones a esta sociedad que todo el tiempo te dice que el amor no te corresponde solo por tener características físicas específicas”, así las recuerda Marlene Wayar, autora del libro “Travesti / Una teoría lo suficientemente buena”.
Tanto ella, como sus compañeras que sostienen el recuerdo y la lucha de Diana y Lohana, son sobrevivientes. Según el Archivo de la Memoria Trans el promedio de edad de las travestis asesinadas durante 2018 fue de 36 años, apenas uno más que la esperanza de vida de 35 años que denunciaron en 2004. Ese número es tan bajo porque son víctimas de crímenes de odio, no tienen acceso a la salud pública con perspectiva trans y, al no tener trabajos formales, el único camino que les queda es la prostitución.
Yhajaira Falcón, de 49 años, es una de las tres travestis que trabajan en el Poder Judicial: “El cupo laboral trans es una fantasía. No se cumple en ningún lado. Yo trabajo en el Programa contra la Violencia Institucional del Ministerio Público de Defensa del Poder Judicial de CABA y estoy precarizada, tengo un contrato de seis meses y mi sueldo es la mitad de la categoría más baja del personal de planta”, dice. Al igual que Lohana, quien fuera la primera delegada trans del sindicato de Empleados Judiciales (AEJBA), ella también se acercó a La Plata con sus compañeras a luchar por una estabilidad laboral.
El cupo laboral travesti-trans, impulsado por Diana Sacayán, se convirtió en la Ley 14.783 de la provincia de Buenos Aires en 2015. Se votó, justamente, en La Plata. Un mes después, Sacayán fue asesinada en su departamento del barrio porteño de Flores, en la ciudad de Buenos Aires.
De las provincias sólo Chubut, Río Negro y Chaco aprobaron esta ley pero aún no la cumplen. Mientras tanto, el proyecto de ley nacional, que establece que el 1% de los empleos de la administración pública nacional sea ocupado por personas travestis, transexuales, transgéneros y masculinidades trans está en el Congreso desde julio de 2018.
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