Marisol Natalia Cabrera, una joven argentina, eligió para sus vacaciones pasar unos días de descanso en Ecuador. Llegó a tierras ecuatorianas hace casi tres semanas y este domingo esperaba celebrar su cumpleaños 32 en la selva. Sin embargo, sus planes se alteraron con las protestas contra las reformas económicas del Gobierno de Lenín Moreno que desataron el caos en aquel país.
Desde hace días, sus vacaciones se convirtieron en atravesar barricadas, lidiar con militares, evitar los focos de conflicto y esquivar a los manifestantes. Mientras, se refugia en casas de familias y hosteles pensando en poder salir del país.
Días atrás, Cabrera se alojaba con una comunidad indígena en un sitio apartado de ciudades y pueblos, llamado Indichuris. Pero a raíz del paro y la consecuente falta de recursos alimentarios, desde la comunidad la invitaron a retirarse.
Unos amigos oriundos de la localidad de Baños de Agua Santa, a 90 kilómetros al oeste de Indichuris, le dijeron que la situación en esa ciudad "estaba tranquila y que era un buen lugar para refugiarse”, dijo a la agencia Télam, por lo cual decidió continuar su camino hacia allí. Llegar fue toda una osadía que le demandó más de un día y medio.
“No había transporte porque para que el paro sea total, acá los vecinos se pinchan las ruedas entre sí y apedrean a los autos que intentan pasar las barricadas”, contó la joven investigadora especializada en Biología. A pesar de que la gente le decía que era peligroso, ella emprendió la marcha a pie.
Cuando llegó a la ciudad de Puyo se encontró con una “ciudad en llamas”, con “saqueos, fuego y barricadas por todos lados, gente rompiendo las vidrieras de negocios y policías tirando bombas lacrimógenas”, según describió. Por ello decidió parar y buscar alojamiento. “Me dijeron que no me convenía ir a un hotel porque los estaban saqueando. Tras muchas vueltas, una local me invitó a pasar la noche”, continuó su relato.
Al día siguiente, tuvo que seguir camino porque su anfitrión también estaba abandonando su casa en busca de refugio en una finca en la selva. Aún le quedaban 60 kilómetros hasta Baños. “El primer tramo lo hice en el auto de un local, hasta que nos pararon los militares para revisar el vehículo, mi equipaje y preguntarme qué estaba haciendo allí. Después tuve que seguir a pie, sorteando barricadas. En el camino vi camiones de la resistencia repartiendo platos de comida, para paliar el desabastecimiento de alimentos”, contó.
La joven se subió luego a otro auto pero solo avanzó un tramo, ya que debió bajarse porque les arrojaron piedras al intentar atravesar una manifestación. Finalmente llegó a Baños de Agua Santa, situada entre Quito y Guayaquil, caminando.
Cabrera explicó que en esa zona “la situación es más tranquila”, pero no todo el tiempo. “Nos tuvimos que atrincherar en el hostel dos veces: una cuando pasaron los indígenas que se dirigían a Quito para la protesta del miércoles y otra cuando ellos volvían de Quito a sus ciudades. Tenemos también miedo de que haya desabastecimiento, o de quedarnos sin gas en el pueblo”, reveló.
Esta mañana, ella se acercó junto a otras 70 personas –en su mayoría turistas– a la oficina de Turismo de Baños para pedirles a los funcionarios que los ayudaran a abandonar la zona. Sin embargo, la persona a cargo les informó que por el momento es imposible debido a que los lugareños no quieren poner a disposición sus camionetas o colectivos porque “temen ser apedreados en el camino”.
SEGUÍ LEYENDO: