Quique: Me pasaba que en sus videos de Instagram yo veía algo en su mirada que no me parecía normal. Al menos eso me generaba a mí. Pensaba: “Qué mirada tan potente, tan especial”... De verla mover los ojos nada más me di cuenta de que había algo ahí que tenía que ir a buscar. La quería ir a conocer solo por eso.
Belén: Yo nunca había salido con alguien de Instagram. Estaba medio reacia a la situación. Cuando me preguntó si era de Buenos Aires le dije “de a ratos”. Yo acababa de volver hacía dos meses, estaba viviendo en lo de mis viejos. Y ahí me propuso juntarnos a tomar una birra o unos mates…
Quique: Con prudencia, optó por los mates.
Belén: Le dije que viniera a Bella Vista un viernes a las tres de la tarde. ¡Cualquiera!
Quique: Y bueno... llevé la viola por si daba ponernos a cantar y fui en bondi y tren. Me buscó ella en la estación y nos fuimos a una plaza a tomar mate y hablar.
Hasta ahí, una historia de amor más. Una historia de amor en los tiempos de Instagram, por llamarlo de algún modo. Sin embargo, la relación entre María Belén Castellanos y Enrique Marcos Carriquiri tiene poco de ordinaria. Aunque son jóvenes (él 33, ella 34), los dos están viviendo una segunda oportunidad. En su primera vida, optaron por amores equivocados. En la segunda, se encontraron.
Ella se casó a los 25 años con su novio desde los 17. A los 28 se divorció y se fue de viaje por el mundo. Seis años después lo conoció a él. Él entró a los 21 años al seminario, se ordenó de sacerdote y se consagró a Dios durante 12 años de su vida. Un día sintió que ese no era su camino y dejó los hábitos. Pocos meses después vio una imagen de ella en Instagram y todo cambió.
-¿Cómo se conocieron?
Belén: Fue a través de un blog. Se llama @NosInspiran (una página de Instagram donde suben perfiles de personas y cuentan su historia).
Quique: Nos habían contactado por separado. A mi me pidieron que contara mi historia cuando todavía era cura porque era un sacerdote fuera del estándar, digamos. Un cura que hacía música. Y un año o dos después de que lo publicaran yo había dejado los hábitos y entré a la página para pedirles que borraran mi posteo porque ya no era sacerdote y me parecía que no correspondía mostrarme así. Y cuando entré vi el perfil de una chica. Era Belu. Miré, puse like, y seguí como si nada. Pero después ella empezó a seguir a todas las personas que le habían puesto like.
Belén: Y un día vi una historia de Quique. Era una foto del sur. Yo acababa de volver de ahí. Él había puesto una frase del flaco Spinetta (”deja que la luz te brille”) que me gustó mucho. Y le mandé un mensaje diciendo que iba a usar su publicación. Ahí él me empezó a stalkear.
-Cuando finalmente se vieron, ¿cuánto tardó en contarte que había sido cura?
Belén: Es que yo al toque le tiré mi historia encima porque para mi era un peso. Pensaba que mi historia era una cagada. Y le conté: yo estuve casada, estoy divorciada. Me casé con mi novio de los 17 años y cuando me separé empecé a vivir la vida de búsqueda que tanto sentía. Le conté que estuve en la India, le conté de mi aprendizaje espiritual después de todo un año en Asia… Yo pensé que con mi historia lo espantaba, pero me dijo: bueno, ahora empiezo yo.
Quique: Es que ella me tiró eso y dije: voy con todo. Saca el ancho de bastos, yo saco el de espada. Y le conté: yo entré al seminario a los 21 años y estuve 12 años en una movida que después me di cuenta que no era para mí. Me ordené de cura y fui sacerdote hasta hace unos meses… Y ella me miraba pasmada. “¿Pero fuiste cura?”, decía.
Belén: Me enamoré mal. Pensé: guau, qué mundo espiritual debe tener este pibe. Me fascinó su historia. Sentí esa conexión: cada uno en su búsqueda diferente pero los dos super encontrados en nuestro interior.
-¿Vos había tenido alguna otra cita desde que había dejado el sacerdocio?
Quique: Sí, tuve algunas citas que yo decía… no. Me di cuenta de que tenía que estar solo un tiempo (aunque había estado solo 12 años). Me di cuenta de que necesitaba salir del circuito convencional: de Tinder o de salir con cualquiera. No solo porque viví 12 años de celibato sino porque me di cuenta de que no iba conmigo esa onda. De hecho, la conocí a Belu a seis meses de dejar y a los tres días un amigo me quiere presentar a una chica y le dije que no, que hacía tres días había conocido a una chica que me había volado el cerebro y no me interesaba salir a conocer a otra. La había visto una sola vez, pero ese día estuvimos ocho horas juntos.
-¿Tuviste Tinder? ¿Qué fotos ponías? ¿Con sotana?
Quique: Tuve unos días. Y bueno… tuve que hacer un reset despues de esos 12 año. “Me hice unas fotos”, como quien dice jaja. Unas fotos de mi periodo post digamos.
-¿Cantaron ese primer día juntos?
Quique: Cantamos un montón.
Belén: Y descubrimos que nos gusta Genesis a los dos. Otra cosa fuerte que pasó ese día fue que yo le dije: ¿sabés cuál es mi sueño? Comprar una van e irme a recorrer el mundo con la música. El mío también me dijo… Chau.
Quique: Había magia que se estaba dando.
-¿Esto cuándo fue?
Belén: Febrero de este año. Nos conocimos el 15 de febrero del 2019 y a partir de ese día nunca más nos separamos. De hecho al día siguiente le mandé un mensaje diciendo que ya estaba preparando el viaje en la van y me respondió que sí, pero que pasáramos un tiempo juntos antes de irnos de viaje…
-¿Y hace cuánto están viviendo juntos?
Belén: Cuatro meses…
-Muy intenso todo…
Belén: Somos los dos muy intensos. Y a ninguno de los dos le gusta perder el tiempo. Si yo no hubiera sentido que el era una persona para jugármela, prefería seguir de largo. Así venía hace seis años, sola y tranquila.
-¿Cómo surge el dúo musical?
Belén: Ese día que nos conocimos empezamos a cantar.
Quique: Y había una química también al cantar que la alimentamos desde ese primer día. Las salidas no eran salidas, eran juntarnos a cantar. Y con la convivencia empezamos a componer y salieron las canciones propias. Estamos en un sueño. Armamos un dúo que se llama Musical Box (@duomusicalbox, en Instagram), en homenaje a una canción de Genesis que se llama así. Sacamos un primer single en Spotify y estamos grabando un disco.
Belén: La idea es dar un mensaje de despertar. El disco se va a llamar “Despertar y ser”. La idea es animarse a ser lo que uno quiere ser, y no tener miedo a cumplir sus sueños porque cuando ponés toda tu energía en lo que querés, se empieza a cumplir.
-Quique, ¿vos cómo sentís este amor ante la mirada de Dios?
Quique: Espectacular. Si hay algo que pude vivir en el contexto del camino que hice fue una experiencia muy profunda de Dios, o de un ser trascendente. Y creo que cada uno va haciendo sus propias vivencias. Pero yo lo que encontré fue el amor. Y es un ser que es amor, que quiere el amor y en el que todo es expresión de ese amor: los árboles, los pájaros, la naturaleza.
-¿Sentiste culpa de ese cambio en algún momento?
Quique: No. Uno tiene que ir resolviendo sus lealtades en el camino de maduración. Lo bueno es poder crecer para convertirse uno en su propio maestro. Nadie me va a procurar ser feliz. Yo me tengo que procurar dejar culpas, dejar ideas, para darme lugar y espacio a mí.
-En algún momento de tus 12 años dentro de la iglesia ¿imaginaste o fantaseaste con una compañera, más allá de que no estuviera permitido?
Quique: Una vez, en la mitad del seminario -que es como el momento más áspero-, tuve una visión de lo que hoy estoy viviendo. Tendría 26 años. Estaba en mi cuarto del seminario. Era la etapa a la que todo el mundo le dice el desierto, porque vas seis años, todavía te quedan cuatro, o tres, y es duro. Y me puse un tema de All Green que se llama Let’s stay together y dice: “Baby let’s always stay together” (Bebé, siempre estemos juntos). Y tuve como una visión de algo que después una vez me pasó estando acá con Belu bailando esa canción. Puse la canción ahí en el seminario y tuve la imagen de estar bailando ese tema con una mujer en mi casa. Y quedó ahí, como una visión que además no podía hablar con nadie. Y un día acá, con la lista de reproducción en random, apareció la canción y de golpe estaba bailando con ella ese lento y pensé: se me dio.
-Te la mandó Dios...
Quique: Totalmente. Totalmente.
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