Hace una semana que la Plaza Gurruchaga, ubicada en la calle del mismo nombre al 1000 en el barrio de Villa Crespo, tiene otra cara. Las fotos de los vecinos forman un gigantesco mural en una de sus paredes. El atractivo diseño es una obra del artista urbano Martín Ron.
De cerca se logra identificar el centenar de imágenes de sus caras enviadas por los vecinos del barrio. Al tomar distancia, aparece alguien sorprendente: Paquita Bernardo, la primera mujer que en estas tierras se animó a empuñar un bandoneón. Transgresora, abatida por una gripe a los 25 años, dejó una huella indeleble. Que muchos años después que un hombre la llevó a la cumbre y al mundo: Astor Piazzola.
Detrás de “La Flor de Villa Crespo”, como se la conocía, se esconde una curiosa historia de amistad: la de la comerciante Mónica Dabas (63) y la contactóloga Liliana Nisenbaum (60).
“Nos conocimos intercambiando ideas en el foro de Yahoo respuestas”, recuerdan. ”¿Se sigue usando?”, preguntan entre risas. “A las dos nos interesaban los mismos temas, y hablábamos seguido online. Ese ida y vuelta fue el inicio de este vínculo”.
De esta anécdota ya pasaron casi quince años. Hoy las dos son abuelas, sus hijos están casados y son profesionales exitosos.
“Liliana me conoció morocha, después pelirroja, y ahora rubia. Las dos cada vez estamos más rubias.... cosas de los años”.
Después de un mes de preguntas y respuestas, con largos debates en línea, decidieron poner fecha para el encuentro. “Yo pensaba que Mónica no era argentina. Cuando me dijo que era porteña y de Villa Crespo, la invité a tomar un café”, dice Liliana.
La amistad virtual se concretó en una cantina, Filipo.
Sin foto en sus perfiles del foro, se preguntaron cómo reconocerse. “Voy vestida de negro”, le dijo Mónica a Liliana. Y Lili sorprendió a su amiga con un casco de obrero en la cabeza, “igual al ícono que tenía en su chat. Así de loca es mi amiga”, reconoce Mónica.
Desde ese día no volvieron a separarse. “Hicimos una gran familia ensamblada, fuimos a los casamientos de nuestros hijos, pasamos algunos shabat, algún que otro Rosh Hashaná. Salimos a pasear, hacer compras, a la peluquería, todo por Villa Crespo ¡nos gusta chusmear!”
En esa la rutina de amistad no puede faltar un cafecito. “Es nuestro ritual obligado”. Esa costumbre quedó inmortalizada en una postal en blanco y negro, que forma parte del mosaico del mural. “Lili envió la foto como parte de la iniciativa, y quedamos seleccionadas. Es un maravilloso pertenecer a la historia de este barrio”, se enorgullece Mónica
Esa cita tuvo lugar en un clásico del barrio: el Café San Bernardo, conocido entre los jóvenes como “El Sanber”. Es uno de los cafés notables de la ciudad de Buenos Aires, fundado en 1957. “Mi abuelo solía ir a jugar al dominó”, recuerda la contactóloga.
Ambas se sienten muy identificadas con el barrio. “Pasé parte de mi infancia en Villa Crespo, en la casa de mis abuelos y mis tíos. Cuando decidí casarme, me mudé a este lugar, acá tuve a mis hijos, y hace quince días tuve un nieto villa crespeño”, anuncia Liliana.
Por otra lado Mónica se crió en Barracas, se casó y tuvo sus hijos allí. “Una vez que me separé, me mudé a Villa Crespo. Me acuerdo que lloraba todos los días. Cierta vez una vecina me vió mal, le conté qué me pasaba, y me dijo ‘todos los que llegaron a este barrio terminan enamorándose’, con el tiempo lo comprobé”, cuenta Mónica.
El proyecto creativo de los murales es una idea impulsada por el programa Turismo en Barrios. “Combina dos objetivos; por un lado, poner en valor la identidad de los 48 barrios de la ciudad a partir de quiénes nos representan: los vecinos. Y por el otro: potenciar el costado turístico. Recibimos fotos de todo tipo, desde equipos de fútbol hasta vecinos con sus mascotas ”, resaltó Fernando Straface, secretario general y de Relaciones Internacionales de la Ciudad.
“Cada una de estas obras es una puerta para muchos otros atractivos de los barrios, que no todos conocen”, agregó Gonzalo Robredo, presidente del Ente de Turismo.
El mural de Plaza Gurruchaga es el tercero en estrenarse de un total de quince que llegarán este año a Almagro, Parque Chacabuco, Liniers, Mataderos, Villa Devoto, Villa del Parque, Villa Urquiza, Villa Pueyrredón...
Los puntos elegidos fueron seleccionados con inteligencia urbana, “debían ser vistosos, e icónicos para cada lugar”, amplió Straface.
A partir de la instalación, los vecinos pudieron conocerse más de cerca. “Hoy me los cruzo por la calle y los reconozco”, dice Liliana.
Estas dos amigas no son las únicas protagonistas del mosaico gigante que revela la imagen de Paquita Bernardo.
También está la de María Ángeles, que trabaja en un banco, y su foto elegida es una “parodia al evento que tuvo Vicky Xipolitakis al tomarse una foto en la cabina de un avión. Quise mandar algo divertido. Verme en las paredes es muy especial. Tiene un valor importante porque mi abuelo trabajó junto a al gran Osvaldo Pugliese, un ícono del tango como también lo fue Paquita”
Un mural, cientos de fotos, varias historias: lo que no cambia es la identidad barrial asociada a la amistad y al tango.
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