Falta un mes para las elecciones, y aunque Mauricio Macri diga que nada está perdido, Alberto Fernández ya acarició el bastón de mando. Lo acarició literalmente. El ganador de las primarias intercambió mensajes en las últimas semanas con el orfebre Juan Carlos Pallarols, que lo visitó el 30 de agosto en su oficina para llevarle el preciado símbolo. Un bastón muy similar al que Macri no utilizó en diciembre de 2015, y que motivó tres años atrás una sorpresiva intervención de Alicia Blanco Villegas, madre del jefe del Estado. El mismo que, en el corazón de la familia presidencial, se creyó que había sido objeto de una macumba, según asegura el orfebre.
"Alberto (Fernández) me pidió ir a su oficina, que está muy cerca de mi estudio, para que veamos juntos cómo está el bastón”, dijo Pallarols a Infobae. El orfebre tiene aún atragantado lo que sucedió en diciembre de 2015, cuando el bastón presidencial que recibió Macri no fue el suyo. “La gente no tiene la más mínima idea de la fuerza que tiene este símbolo. Pobre del que no lo acepta, así le va...”.
El plan de Pallarols es que cada uno de los seis candidatos presidenciales del 27 de octubre dé unos golpes para contribuir a cincelar la simbólica vara de mando. “Yo me ofrecí a ir a ver a otros candidatos. No sabía quién era José Luis Espert, conozco bien a Gómez Centurión, a Lavagna, quiero que Del Caño también le dé golpes al bastón. Todos los que quieran formar parte”. Hasta ahora solo Espert y Gómez Centurión respondieron positivamente. ¿Macri? “Nunca me dio bola”, se lamenta el orfebre.
Pallarols ya estuvo en las oficinas de Fernández en la calle México el 30 de agosto, y el candidato peronista, además de darle unos golpes simbólicos al bastón para cincelarlo, tuvo el preciado objeto en su poder durante más de un día. El bastón va acompañado de un libro en el que diferentes personalidades le expresan sus deseos al futuro presidente.
Fue así que Fernández firmó una curiosa dedicatoria, que se convertirá en un mensaje para él mismo si el 27 de octubre confirma los resultados de las PASO: “Al futuro presidente de todos los argentinos, el mejor de los augurios. Que pueda volver a rehacer un país más inclusivo y para los 45 millones de argentinos”.
El orfebre, que ya en 1973 hizo el bastón de mando para la asunción de Juan Domingo Perón, comenzó a trabajar en esta versión del simbólico objeto desde diciembre de 2018. "Es el mismo de siempre, es una réplica del que usó Raúl Alfonsín. Y si esta vez tampoco me lo reciben vendrá otro presidente que lo hará. Les hice el bastón a María Eugenia Vidal y a Horacio Rodríguez Larreta. No te digo que hago el bastón de las 24 provincias, pero casi...".
Pallarols, de 76 años, cree que la Casa Rosada debe respetar la tradición iniciada en los 70, pero no está seguro de que vaya a ser así. A 30 metros de su taller en el corazón de San Telmo, otro orfebre, Fabián Ortega, está trabajando también con la mira puesta en el 10 de diciembre. Ortega, representante de la nueva camada de orfebres, creó una marca, Plata Madre, y no quiere saber nada con los bastones: lo suyo son las medallas.
“Estoy creando una medalla presidencial, algo que en muchos lugares es tradición, pero que en Argentina no. Es un gran medallón en el que aparecen todas las provincias del país y que se cuelga del cuello con todo simbolismo y solemnidad”, dijo el orfebre de 40 años, que en 2015 aportó unos gemelos de plata para Macri. Ortega no se contactó aún con el gobierno, pero tiene previsto hacerlo pronto.
Un tema más para Darío Lucas, director nacional de ceremonial, que aseguró a este medio que todo está abierto aún en lo que tiene que ver con el bastón: “No hay nada resuelto, aunque es cierto que hay una propuesta de Pallarols, como siempre. Pero no se decidió nada aún”.
Pallarols desconfía. Y entonces rescata una historia asombrosa, la de la tarde en que lo llamó por teléfono la madre del presidente.
“Un día me llama Alicia Blanco Villegas, una señora que respeto y que durante un tiempo fue clienta. Vive sobre Figueroa Alcorta, en un edificio muy lindo. Me llamó y me dijo: '¿Lo puedo visitar, le puedo hacer una consulta? Vino al taller con la excusa, a mí me pareció una excusa, de que quería una tulipa. Le mostré el bastón que debió usar su hijo, yo lo tenía guardado en una caja fuerte". El diálogo, según Pallarols, continuó de la siguiente manera:
- ¿Por qué no le entregaste el bastón a Mauricio?
- Pero qué me estás preguntando...
- ¿Por qué no se lo entregaste?
- Yo se lo entregué el 5 de diciembre de 2015, cinco días antes de la asunción. Y se lo dejé en la sede del gobierno porteño, en la calle Uspallata, a Jorge Vidaurreta, director de ceremonial, y a Susana Martinengo, que era una de las secretarias de tu hijo.
- ¿Y por qué no lo usó?
- No sé, ellos sabrán por qué, pero nunca me lo dijeron.
- ¿Vos le darías el bastón a Mauricio?
- Claro.
- ¿Y me lo darías a mí ahora?
- No...
Pallarols dice hoy que aquella disputa por el bastón, en medio de una disputa aún mayor, la negativa de Cristina Kirchner a entregar el mando en una ceremonia en la Casa Rosada, tuvo consecuencias serias para él: una pancreatitis en enero de 2016 y una operación de vesícula.
“Esperé al 25 de mayo de aquel año, porque desde la Casa Rosada me dijeron que el presidente tenía los dos bastones, y que quizás lo usaba en esa fecha patria. No lo hizo, y entonces llamé a Anita, la secretaria de Mauricio. Le dije que si él no lo iba a usar, yo me debía a la gente que había trabajado en el tema. Al día siguiente me lo mandaron. Cuando vino Alicia se lo mostré”.
“Poco después de la visita de la madre del presidente me llamó Valentín Díaz Gilligan, que en ese entonces era subsecretario general de la Presidencia. ‘El presidente quiere el bastón’, me dijo. Lo llevé a las seis de la tarde, pensé que me iba a atender Mauricio, pero estaba muy ocupado. Tomamos un café y se lo dejé a Gilligan y a Darío Lucas”.
Pallarols está decepcionado con el presidente no solo por el bastón. “No creo que Macri haya hecho una gestión tan mala, pero creo que se ha portado para el culo con la gente. Cuando uno es tímido pasa por mala persona, aunque no lo sea. Hay rutas y autopistas nuevas, obras gigantescas, pero si no las acompañás de un besito, un abrazo, una frase simpática... Fijate lo que pasó en la villa 31, donde perdió abrumadoramente pese a todo lo que se mejoró ahí: la gente no quiere plata, ¡la gente quiere un beso! El estilo de Macri no es el de la gente simple...”.
Para darle forma a un bastón como el presidencial se requieren unos cinco millones de golpes, y esa cifra incluye unos 500.000 que da gente de todo tipo, la mayoría ciudadanos anónimos. “Lo hacen en mi estudio, pasa gente todos los días. Imaginate, 20.000 golpes se dan en dos o tres horas. Hay un contador electrónico que registra cada golpe”.
Pallarols no quiere repetir su particular pesadilla del bastón de 2015, pero las decisiones que se toman no siempre son racionales. Pone como ejemplo una llamada que asegura haber recibido de parte de una asistente de Juliana Awada, la primera dama: “Me dijo que Juliana quería saber si yo le había dado el bastón a Cristina Kirchner para que le hiciera una macumba”.
¿Fue por esa sospecha que Macri optó por asumir con otro bastón? Cristina Kirchner rescató el fin de semana pasado la historia, que en la Casa Rosada prefirieron no comentar, pese a la consulta de Infobae.
Cuatro años más tarde, las supersticiones siguen a la orden del día. A Alberto Fernández, que quería ver el bastón, lo embargaba cierta contradictoria inquietud, explicó Pallarols: “Cuando me llamó su secretaria para decirme que Alberto quería darle ya unos golpes al bastón, me preguntó si hacerlo tan anticipadamente no puede dar mala suerte”.