A dos días de haber arribado desde París, Sidy Diallo se despertó esta mañana a las 4:15. Tomó un té y comió dos bananas. Agarró algunas pertenencias y, 45 minutos más tarde, se subió a un taxi para ir desde el microcentro hasta cerca del cruce de Figueroa Alcorta y Monroe, donde comenzó la maratón de Buenos Aires. Al llegar, se alistó: se acomodó su pantalón chaya, también su remera preparada para la ocasión, se sacó los zapatos y los guardó en sus bolsillos. Pero no se puso zapatillas ni tampoco otro tipo de calzado. Ya estaba listo para correr.
Diallo tiene 64 años y es un habitué en pruebas de larga distancia desde hace nueve. Es su primera vez en Argentina. Vino exclusivamente para participar en la multitudinaria competencia que convocó este domingo a más de 10 mil personas. Se trató de una carrera especial: fue su maratón número 200, que se suman a otras 13 ultramaratones que engrosan su enorme trayectoria. Lo curioso -y a la vez sorprendente- es que 57 de esas carreras las completó sin zapatillas.
Como le sucede en cada carrera en la que participa, la presencia del francés no pasó desapercibida. Los pies desnudos llamaron la atención a su alrededor. Es una costumbre que repite desde julio de 2015. "La gente me mira y se sorprende. Pero no soy un loco", suelta entre risas este hombre delgado y espigado que no tiene reparos en enfrentar adoquines, caminos pedregosos, asfaltos caldeados o bien fríos como en la jornada de hoy, días en los que compensa la falta de calor corporal vistiendo varias "capas" debajo de su remera.
Dice que no le duele, que no le lastima. Y comienza a explicar el por qué de su peculiar elección: "El cuerpo humano es una máquina perfecta para correr descalzo, está programado para eso. Nuestros antepasados corrían para cazar y lo hacían descalzos. Hoy en día la gente hace maratones para mantenerse saludable y feliz. Eso está bien, pero usar zapatillas no es lo normal, puede traer complicaciones para los pies".
Diallo, que no lleva adelante un entrenamiento ni sigue una dieta de alimentación especial, redondea la idea trazando una analogía: "Cuando corremos en una maratón, estamos fingiendo una caza persistente, en calles donde no hay animales y la presa es la medalla. Entonces, ¿por qué no correr directamente descalzos?", se pregunta en diálogo con Infobae.
No obstante, sostiene que la razón más importante de lo que hace y el mensaje que desea difundir es el de fomentar la actividad física. "Aquellos que no corren largas distancias con regularidad son propensos a sufrir enfermedades crónicas. Descalzo o no, hay que ejercer actividad por nuestra salud", asegura.
Diallo es médico y diplomático. Trabajó en embajadas y consulados franceses en muchos países extranjeros. Cumplió funciones en Nicaragua (entre 1999 y 2002), Australia (del 2005 al 2008) y Estados Unidos (periodo 2008-2012). Su experiencia laboral más reciente fue en Surinam (2016-2018). A punto de jubilarse, ahora se dedica únicamente a correr.
Fue durante su paso por territorio estadounidense cuando se familiarizó con la actividad deportiva. En 2008 le sorprendió y le llamó la atención la numerosa convocatoria de la maratón de Chicago. "Eran 40 mil personas que pasaron por frente de mi casa. Hasta entonces yo era como los siete mil millones de humanos que pensaban que las maratones eran para gente especial". Ese impacto perduró en el tiempo. Al año siguiente volvió a recrudecer. Y a los dos años, otra vez lo mismo. "Pasó un año, dos y al tercero pensé y dije 'voy a ser como ellos'". Tenía 55 años y siete meses cuando completó su primera maratón, el 10 de octubre de 2010. Después, no paró más. El running lo atrapó.
En su imponente historial sobresalen actuaciones y retos superados deslumbrantes: en 2016, por ejemplo, hizo siete maratones en siete días en distintos puntos del Caribe. Ese mismo año, en agosto, hizo tres carreras de 42K y una de 21K en tres países (Azerbaiyán, Armenia y Georgia), todo en un lapso de 72 horas. Por otra parte, solo en 2013 corrió 48 pruebas de larga distancia, una cantidad descomunal. Afirma que a pesar de su edad, no se cansa. "Para ello es fundamental correr descalzo", acota.
También integra un selecto grupo de atletas que corrieron en siete continentes: Asia, África, Europa, Oceanía, Antártida y América, dividida en dos por el Club Seven Continents, que conforman los propios corredores que alcanzaron ese objetivo. En total, corrió en 83 países. La última antes de la visita a Buenos Aires había sido en la ciudad alemana de Coblenza.
Para Diallo no es su primera vez en Sudamérica: antes corrió en Asunción, Santiago de Chile y Lima. También pasó por Brasil, Surinam y Guayana. En Buenos Aires finalizó con tiempo de 4 horas 30 minutos 47 segundos. No estuvo lejos de sus mejores registros: en distancias de 42K llegó a marcar (utilizando calzado) 3 horas 37 minutos, mientras que haciéndolo descalzo su producción más destacada (la consiguió en abril 2018) es de 3 horas 47 minutos. Igualmente, las marcas no son su objetivo principal. Lo que le interesa es promover la actividad deportiva. Para ello tiene preparadas varias remeras con leyendas que invitan al lector, en primer lugar, a correr y, si es posible, a hacerlo descalzo.
Diallo tiene pasaje para partir mañana lunes. Regresará a París para descansar unos días antes de emprender la marcha hacia Budapest, Hungría, donde lo espera su próximo desafío. En su cabeza tiene agendado el calendario. Relata de corrido las siguientes citas -una por semana- que tiene por delante hasta la maratón de Nueva York, el 1 de noviembre. Hasta entonces irá a Bruselas, Chicago, Auckland, entre otras ciudades.
¿Cuándo terminará la travesía de viajar y correr? "Nunca. Es hasta el fin. Cualquiera puede correr a cualquier edad. Y yo quiero correr en todos los países del mundo".
FOTOS: Franco Fafasuli
SEGUÍ LEYENDO:
La maratón de los argentinos: de la ratificación de Joaquín Arbe a la consagración de Daiana Ocampo