Una caravana de conductores arrebatados recorre Nápoles a toda velocidad, en el sur de Italia. A una frenada violenta le sigue una aceleración que quema litros de nafta en segundos. Están apurados por llegar. Cuando lo logren, se sumarán a las 80 mil personas que ya están en el estadio San Paolo. Es 5 de julio de 1984 y el Napoli presenta a su nuevo jugador, que les dará el primer campeonato de su historia y una revancha de clase: llegó Diego Armando Maradona y ellos sienten que ahora existen.
De haberse convertido en ídolo -a tal punto que, según recuerda su preparador físico Fernando Signorini, luego de haberse hecho un análisis de sangre un enfermero llevó el tubito a la iglesia de San Genaro para ponerlo al lado del santo- a ser el hombre más odiado de Italia, pasaron sólo 4 años. En diciembre de 1990 el periódico La Reppublica, de Roma, le preguntaba a sus lectores quién era "el rey de los infiernos". Diego fue el más votado: con el 34% de los votos el diario aseguraba que "Lucifer nació en la Argentina, tiene los cabellos rizados y negros, sabe jugar al fútbol como un maestro, tiene 30 años y vive en Nápoles". En segundo lugar quedó Saddam Hussein.
Entre la caravana de felicidad y el haberse convertido en un ser más aborrecido que un dictador, Maradona ganó con Napoli dos ligas italianas, una Copa Italia, una Supercopa y una Copa UEFA; salió campeón del mundo en México 86 y subcampeón en el mundial de Italia 90. Pero, sobre todo, eliminó a Italia. En su casa y en el sur: en la cancha del Napoli y por penales Argentina dejó fuera de la competencia al anfitrión en las semifinales y lo mandó a jugar por el tercer puesto.
Ese período, su vida en Nápoles, es el que eligió el director inglés Asif Kapadia para contar la vida de Diego Armando Maradona en el documental "Diego Maradona, Rebelde. Héroe. (Tramposo/estafador no figura en esta versión). Dios" que se estrenará el 2 de octubre por DirecTV. ¿Por qué?: "Fueron siete años jugando en un club: nunca había estado en un lugar tanto tiempo. Ni antes ni después. Estando ahí gana la Copa del mundo. Sus problemas comienzan cuando está en Nápoles", explica Kapadia. "Los últimos 20 años fueron del personaje controvertido, el mito, la leyenda. Yo había olvidado su forma de jugar, de correr, de moverse. Recordaba 1978, 1982, que se suponía sería el mejor jugador del mundo… Recordaba 1986 y 1990 pero no sabía qué había pasado en el medio. Pensé: quizás nos olvidamos de quién fue".
Al igual que en los documentales que hizo sobre Ayrton Senna y Amy Winehouse, en "Diego Maradona" no hay testimonios a cámara. No hay caras, sólo voces. Entonces el material de archivo es el que cuenta la historia. Esa es la perla: Kapadia dio con los camarógrafos argentinos -uno vive aún a una hora de Nápoles- que siguieron a Diego en los primeros años en Italia. Contratados por Jorge Cyterszpiler, su primer representante, que pensaba hacer una película que nunca hizo, lo filmaron todo: partidos, entrenamientos, vestuarios, cenas, partidos de tenis. Hasta la operación de tobillo y el momento en que alza por primera vez a su hija Dalma están registrados.
— ¿Vio 500 horas de videos inéditos?
— Creo que vi más de 500, creo que hemos visto miles de horas. Fue filmado en los años 80; todo el material estaba en VHS y nadie lo había mirado nunca.
— ¿Cómo supo que había más material y que estaba en la casa de Claudia (Villafañe)?
— Alguien con quien hablamos nos dio el dato. La entrevistamos y todas esas cintas estaban ahí pero no teníamos cómo verlas, había que digitalizarlas.
— Tengo entendido que estaban en una baulera. ¿Usted fue quien entró a la baulera de Claudia?
— Sí. ¿En quién podría confiar para hacerlo?
— ¿Sólo en usted mismo?
—Exactamente.
"Era fachero. Súper cariñoso y súper inteligente. Y bailaba re bien cualquier tipo de música". La voz de Claudia Villafañe empuja las imágenes de un Diego de veintipocos, que con una mano sobre su estómago y la otra en alto, menea las caderas y ríe pícaro.
— ¿Cómo fue la charla con ella y conseguir el material?
— Mi trabajo es hablar con la gente y explicar que quiero contar la historia. No es posible contar la historia de Diego Maradona sin Claudia. Hablamos con Dalma, con Gianinna, conocimos a la familia. Era un tema muy complicado y sensible: yo estaba haciendo una película sobre cuando eran felices y ahora no están muy amigos. Vos lo sabés, yo lo sé. Mi trabajo como director es que estén los protagonistas. Si me dicen que no, me voy, espero un año y vuelvo a intentarlo. Soy muy paciente. La razón por la que la gente está en la película, me dejan entrar a sus casas y me dan material es porque confían en mí.
Entre 2016 y 2017, Kapadia entrevistó cinco veces a Maradona. Fue en Dubai y no fue fácil. "Cuando hice Senna y Amy realicé entrevistas de más de 4 horas con cada entrevistado. Puedo hacer 9 horas, no es mucho para mí, pero con él sí. La capacidad de atención de Diego era de aproximadamente 90 minutos", recuerda. Algún encuentro terminó a los 20 minutos porque Maradona no quería hablar más o bien porque Kapadia había nombrado a, ahora, algún innombrable.
En uno de esos encuentros, mientras él le hacía preguntas, Maradona miraba un partido de Boca Juniors en la tele. Como giraba la cabeza para hablar y el micrófono que estaba delante suyo perdía la voz, Kapadia ensayó una solución. Se levantó del sofá y se sentó en el piso, delante de Diego. Ubicado en la línea recta entre Maradona, el micrófono y el televisor se aseguraba minimizar la distracción. "Y le toqué el pie izquierdo. No le gustó. Tampoco me empujó. No lo hice con nadie jamás".
— Solemos contarnos a nosotros mismos una versión editada de nuestra vida. ¿Cuánto cree que se miente Diego a sí mismo?
— Hay un espectro, un arco: en un extremo hay un Diego y en el otro hay un Maradona. El film es sobre este joven de 24 años que va a Nápoles y es Diego. La persona que yo conocí está en la otra punta, tiene cerca de 60 años y es Maradona. Por cuánto investigamos, con cuánta gente hablamos, cuánto material miramos, por el trabajo casi forense, periodístico y de detective que hicimos es que estoy muy seguro de la historia que contamos. Lo interesante es que hablás con la persona real y dice lo opuesto a lo que vimos. Pero eso es Diego Maradona. Aunque estoy hablando con este hombre y es su historia y la evidencia de lo que veo es diferente a lo que él dice, ¿qué hago? Soy un director y debo hacer mi versión de su vida.
— ¿Cree que pudo llegar a conocerlo?
— Lo vi 5 veces, pero no creo haber llegado a conocerlo. Entrevisté al hombre que es él ahora, o quien fue él en 2016 y 2017. Creo que ahora ya cambió de nuevo. Todo el tiempo está cambiando, es otra persona. Lo conocí durante dos años, mientras vivía en Dubai. La persona que conocí era calma, saludable, encantadora y tenía buena memoria. Creo que estaba bien.
"Qué espera en la ciudad de Nápoles?", le pregunta un cronista a Maradona, a bordo del avión que lo llevará a Italia. "Espero tranquilidad que no tuve en Barcelona. Pero sobre todas las cosas, respeto", responde Diego. Será uno de los pocos fragmentos del documental en el que se lo vea a más de 20 centímetros de otro ser humano: las imágenes de su vida en Nápoles son asfixiantes. Lo tocan, lo abrazan, le hablan muy cerca. A Diego el cariño no se le demuestra: se le escupe.
Es septiembre de 1986 y en un sanatorio napolitano, una joven de 22 años sostiene a su bebé recién nacido. El periodista de la televisión italiana le acerca el micrófono y le pregunta: "¿Por qué se llama Diego Armando Junior?", "Porque es fruto de mi relación con Diego, el jugador del Napoli", responde. La mujer es Cristiana Sinagra y el bebé es el primogénito de Maradona: Dalma nacería siete meses después, en abril de 1987. En voces, Maradona: "No podía entender que de una relación fortuita tuviera un hijo". Y Claudia: "Yo estaba sola en mi casa. Diego estaba concentrado. Embarazada de dos meses, prendo la tele y veo a una mujer con un bebé diciendo que era el hijo de Diego".
Los domingos, después de cada partido, Maradona salía con amigos. "Cocaína. Empecé en Barcelona, en un boliche. En Nápoles estaba por todos lados. Empecé cada vez más, cada vez más". Consumía hasta el miércoles; entonces empezaba "a limpiarse". Su proveedor era Carmine Giuliano. La familia Giuliano aparecerá varias veces a lo largo del film. Diego sentado a su mesa hogareña, Diego con nuevos y dorados relojes; Diego como chancho con la camorra.
— Está muy presente el vínculo de Diego con la camorra y la familia Giuliano, pero no hay voces de ningún integrante. ¿Intentó hablar con alguno de ellos?
— Varios de esa época están muertos, otros están en la cárcel o como testigos protegidos (ahora trabajan para la policía). Para ser honesto, no estaba muy interesado ni apurado por entrevistarlos (ríe) . Es una película de otro tipo.
— Cuando analizó material de Senna usted notó que cuando daba entrevistas en inglés respondía de manera ordenada y con muchos datos sobre su deporte. Pero al dar notas a medios de Brasil, hablaba más de religión, dios, fe. ¿Maradona?
— Senna hablaba de una manera en inglés y otra en portugués. Creo que era mucho más honesto en su idioma, le hablaba a la gente que lo entendía. En Inglaterra tomarían lo que él dijera para llevarlo al terreno de Alain Prost (su enemigo). Era cuidadoso con lo que decía en inglés y en portugués era honesto. Senna era muy inteligente, sabia a quién le hablaba. Maradona también lo es y conoce a sus audiencias: cuando habla a los argentinos les habla para que lo acompañen. Cuando habla en Cuba conoce a su audiencia. Sabe cómo ser el hombre del pueblo, cómo hablarle a sus compañeros de equipo. Senna venía de un hogar muy educado, Diego de un hogar pobre. Diego inventó su propio lenguaje: habla como no habla ningún otro. De alguna manera encontró la forma de expresarse sin haber tenido educación. Es brillante. Pero también lo hacia en la cancha, con la pelota y con sus compañeros. Eso lo hace único. Es brillante cómo sabe hacer que el periodismo siga hablando de él. ¿Cuánto hace que dejó de jugar al fútbol? Él tiene algo.
El documental que dura dos horas y tendrá una versión extendida de tres se estrenó en mayo en el festival de Cannes y, hace pocas semanas, en Nápoles. Pero Maradona aún no lo vio. "Ustedes saben: nada es simple con Maradona. Mi plan era ir a Dubai a mostrarle el documental y verlo juntos, antes de que lo viera cualquiera. Pero fue justo cuando se fue a Colombia, luego al mundial de Rusia y después a dirigir a México".
— Ve a Diego hoy, ¿qué ve?
— Honestamente no sé cómo está ahora. Por mi trabajo, por el tipo de films que hago, no juzgo a nadie por lo que veo de él o ella en Twitter, Instagram, Facebook o en los medios. Es diferente lo que ves ahí a cuando conoces a la persona.
— Que Diego haya sobrevivido a él mismo ¿le baja el precio?
— Creo que es la razón por la que es un mito. Porque muere y vuelve. Todo el mundo piensa que está acabado y vuelve. Está en el hospital, la gente llorando su muerte y aparece en un programa de TV. No hay nadie como él. Es como cuando era jugador: le pegan, se levanta y juega. La forma en que juega es la forma en que vive. Creo que porque nació en un lugar muy duro es tan fuerte mentalmente. No sé cuánta gente podría haber vivido su vida y aún estar por aquí.
Fotos de la entrevista: Franco Fafasuli
Seguí leyendo: