La noche del 5 por 1: cuando un grupo parapolicial desató un baño de sangre y el fiscal que investigó era uno de los asesinos

La madrugada del 21 de marzo de 1975 una caravana de autos con hombres fuertemente armados salió de una casa de velorios de Mar del Plata y secuestró y acribilló a cinco personas

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La Concentración Nacional Universitaria durante
La Concentración Nacional Universitaria durante su lanzamiento en Mar del Plata

-Por cada uno de los nuestros van a caer cinco de ellos – dijo, evocando una vieja consigna de Juan Domingo Perón. Esta vez, hablaba el jefe máximo de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), Patricio Fernández Rivero, frente al ataúd del abogado Ernesto Piantoni, acribillado ese mismo día por un comando de Montoneros.

El clima en la casa de velatorios Sampietro, en Mar del Plata, se iba caldeando con el correr de las horas de la noche del jueves 20 de marzo de 1975, mientras el velorio de Piantoni, líder de la CNU en esa ciudad, se transformaba en una mezcla de acto político y cueva de planificación de operaciones parapoliciales. En la sala había tantas armas como coronas de flores.

Habían pasado pocos minutos del viernes 21 de marzo cuando el grupo de la CNU se puso en acción. De la puerta misma de la casa de velatorios partió una caravana compuesta por varios Ford Falcon y un Peugeot 504. A bordo iban entre quince y veinte personas con armas de todo calibre. El Falcon que encabezaba el convoy llevaba en el techo una baliza de tipo policial prendida. Los agentes de la Bonaerense que custodiaban el velorio no movieron un dedo para detenerlos.

Al cabo de unas horas, la temible frase pronunciada por Fernández Rivero frente al cadáver de Piantoni se haría realidad. Mar del Plata terminaba el último día del verano con la noticia de los asesinatos de cinco personas en dos operaciones parapoliciales consecutivas. Aún hoy esos hechos se recuerdan como "La noche del 5 por 1". Un crimen serial que permanecería impune por más de cuarenta años.

El clima en la casa de velatorios Sampietro, en Mar del Plata, se iba caldeando con el correr de las horas de la noche del jueves 20 de marzo de 1975, mientras el velorio de Piantoni, líder de la CNU en esa ciudad, se transformaba en una mezcla de acto político y cueva de planificación de operaciones parapoliciales. En la sala había tantas armas como coronas de flores

Recién en diciembre de 2016, la Justicia condenó a siete de los integrantes del grupo que perpetró la serie de asesinatos aquella noche de horror. El tribunal pudo actuar porque los plazos procesales no caducaron como pretendían los abogados de los criminales. Para la Justicia, dado que fueron perpetrados al amparo del Estado, fueron calificados como crímenes de lesa humanidad.

A mediados de este mes de septiembre, comenzará un segundo juicio que lleva al banquillo a otros dos imputados: el ex policía Oscar Héctor Corres y el abogado Eduardo Salvador Ullúa, ambos prófugos cuando se realizó el primer juicio.

Eduardo Salvador Ullúa, uno de
Eduardo Salvador Ullúa, uno de los imputados que será enviado al banquillo

Un grupo parapolicial de ultraderecha

La CNU nació en La Plata, en la segunda parte de la década de los '60, como una organización universitaria de la ultraderecha peronista, inspirada en el catolicismo preconciliar y el falangismo español, con una fuerte impronta antisemita y anticomunista. Para englobarlos, metía a todos sus enemigos en la difusa categoría de "agentes de la sinarquía internacional".

Conducida ideológicamente por el latinista y helenista Carlos Disandro (a) El Pélida – un hombre que solía visitar a Perón en su exilio español y que acusaba de comunista al Papa Juan XXIII – devino rápidamente en un grupo de choque dedicado a hostigar a los militantes de las agrupaciones estudiantiles de izquierda en las universidades de La Plata y Mar del Plata. Sus primeras armas fueron los puños, los palos y las cadenas. Sin embargo, al poco tiempo, se equiparon con armas de fuego.

La CNU llegó a las
La CNU llegó a las primeras planas de los diarios a principios de diciembre de 1971, cuando uno de sus grupos irrumpió a los tiros durante una asamblea en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mar del Plata y asesinó a Silvia Filler, una estudiante de 19 años

Prácticamente desconocida fuera del ámbito de esas dos universidades, la CNU incursionó abruptamente a las primeras planas de los diarios a principios de diciembre de 1971, cuando uno de sus grupos – formado por estudiantes y dos policías bonaerenses – interrumpió a los tiros una asamblea en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mar del Plata y asesinó a Silvia Filler, una estudiante de 19 años. Algunos miembros de la patota fueron rápidamente detenidos y procesados pero salieron en libertad con la amnistía del 25 de mayo de 1973.

Terrorismo de Estado antes del golpe

Cuando en enero de 1974, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, fue presionado por el entonces presidente Juan Domingo Perón y debió renunciar, en su lugar asumió el vicegobernador Victorio Calabró, un sindicalista de la Unión Obrera Metalúrgica ligado a la ultraderecha del peronismo.

A partir de ese momento, la CNU – tanto en La Plata como en Mar del Plata – pasó a funcionar como un grupo parapolicial propiamente dicho, con protección estatal, que llegó a cometer más de un centenar de secuestros y asesinatos de sindicalistas combativos, docentes, trabajadores y estudiantes de izquierda y de la tendencia revolucionaria del peronismo. Las patotas operaban en zonas liberadas por la policía bonaerense y los "blancos" eran señalados desde lo más alto del poder.

La CNU nació en La Plata, en la segunda parte de la década de los ’60, como una organización universitaria de la ultraderecha peronista, inspirada en el catolicismo preconciliar y el falangismo español, con una fuerte impronta antisemita y anticomunista

El caso más emblemático de esa protección policial al accionar de la banda fue el asesinato del médico pediatra Mario Gershanik en la casa de sus padres ubicada a solo una cuadra de la Jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos aires, en La Plata. Un grupo conjunto de la CNU y la Triple A irrumpió en la vivienda luego de romper el portó a hachazos y lo acribilló delante de su mujer y su pequeño hijo. La operación duró casi 20 minutos sin que la guardia de la Jefatura hiciera nada por evitarla.

Esa era la situación la madrugada del 21 de marzo de 1975 cuando la caravana de autos partió de la Casa de velatorios Sampietro de Mar del Plata para perpetrar un baño de sangre.

Héctor Corres, otro de los
Héctor Corres, otro de los imputados que será juzgado

La noche del 5 x 1

El primer destino de la caravana de la muerte fue el domicilio del teniente primero (RE) Jorge Enrique Videla en la calle España 855 del tradicional barrio marplatense de La Perla. Videla no tenía militancia política conocida, pero sus hijos Jorge Lisandro, de 22 años, y Guillermo, de 16, eran militantes de "la tendencia". Jorge Lisandro era de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), en tanto que Guillermo estaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).

Los pistoleros de la CNU irrumpieron en la casa, donde también estaba el sobrino de Videla, Enrique Elizagaray, dirigente de la JUP marplatense, que intentó escapar por el techo: lo voltearon a balazos cuando intentaba trepar.

Las víctimas de la CNU
Las víctimas de la CNU en Mar del Plata

El teniente retirado Videla y sus dos hijos fueron golpeados y subidos a la fuerza a los autos, que se dirigieron rápidamente a una zona por entonces despoblada, cerca del aeropuerto de Camet, donde los acribillaron. Los informes forenses hablan de más de 20 impactos de bala en cada cuerpo.

Ya tenían cuatro víctimas. Les faltaba una para completar la consigna mortal.

Se dirigieron entonces a la casa de la calle Falucho 3634, donde el cirujano Bernardo Alberto Goldemberg vivía con su esposa, Alicia, y su hijo de 2 meses. Golpearon la puerta al grito de "¡Abran, policía!". Dieron vuelta la casa, robaron objetos de valor y subieron al médico al Falcon que tenía la baliza policial en el techo ante la impotente mirada de su mujer. A las seis de la mañana, Goldemberg fue acribillado en el viejo camino a Miramar, cerca del Golf Club Los Acantilados. Luego de matarlo, dinamitaron su cadáver.

El fiscal asesino y encubridor

La ciudad despertó conmocionada por los crímenes. La investigación quedó en manos de un joven y conocido fiscal marplatense, Gustavo Modesto Demarchi.

Oriundo de esa ciudad balnearia, Demarchi no sólo era conocido por su actividad judicial sino por lo que había sido: un notorio militante de la ultraderecha peronista en la Universidad de Mar del Plata.

La investigación de los crímenes
La investigación de los crímenes de aquella noche quedó en manos de un joven y conocido fiscal marplatense, Gustavo Modesto Demarchi

Lo que nadie sabía en ese momento – y sólo fue demostrado décadas después, a partir de los testimonios en el juicio que lo condenó en 2016 – es que Demarchi había sido uno de los concurrentes al velorio de Piantoni y que luego integró la caravana de la muerte.

Con la investigación a cargo de uno de los asesinos, la causa nunca avanzó.

Cuarenta años después

Debieron pasar más de cuatro décadas para que parte de los acusados por los crímenes de "la noche del 5 por 1" se sentaran en el banquillo de los acusados por esos y otros crímenes cometidos por los grupos de tareas de la CNU marplatense.

Lo que nadie sabía en ese momento – y sólo fue demostrado décadas después, a partir de los testimonios en el juicio que lo condenó en 2016 – es que Demarchi había sido uno de los concurrentes al velorio de Piantoni y que luego integró la caravana de la muerte

En diciembre de 2016, el Tribunal Oral Federal N°1 de Mar del Plata, integrado por los jueces Luis Imas, Alfredo Ruiz Paz y Víctor Bianco, condenó a prisión perpetua el ex fiscal Gustavo Demarchi, a Fernando Otero y a Mario Durquet. También fueron condenados José Luis Granel a 7 años, Juan Asaro a 5 años y Juan Carlos Asaro a 3 años.

Ahora el turno es de los jueces Daniel Obligado, Nicolás Toselli y Enrique Méndez Signori, quienes juzgarán a Oscar Héctor Corres y el abogado Eduardo Salvador Ullúa, acusados de haber participado de una varios asesinatos cometidos por la CNU, entre ellos los de "la caravana de la muerte".

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