Gustavo Cordera: "Jamás me arrepiento de mis errores"

Hace tres años, se viralizó un fragmento de una frase que el músico dijo en una charla con alumnos de periodismo: "Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo". Después de un largo silencio, habló con Infobae. Cómo lo tomaron sus hijas y su esposa, cómo fue la reacción de la gente en la calle, en qué cambió. Y dijo: "Si lastimé a alguien, pido perdón"

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"Jamás me arrepiento de mis errores"

"Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo". La frase retumbó con muchísima más potencia que cualquiera de sus canciones de la Bersuit cantada por millones, amplificada en infinitos boliches o medios de comunicación. Era agosto de 2016, Gustavo Cordera estaba en una charla de la escuela de periodismo TEA Arte y sus dichos electrizaron al país.

Hoy llega con un par de amigos incondicionales a Infobae, luego de tres años de silencio, para hablar por primera vez: "Tuve miedo. Ahora estoy en paz", dice este hombre de imponente porte físico que asegura sentir sus 58 años de vida en el cuerpo.

Antes de la entrevista, pide conocer el estudio. Lo mira, en silencio. Luego, pregunta de qué lado se va a sentar, con una especie de minuciosidad cabalística que no explica. Luego, pide 15 minutos para meditar y "estar en eje". "El yoga y la meditación me ayudaron mucho", explica al cronista y a los técnicos.

Parece lucir como un rockero duro. Sin embargo, a poco de comenzar la entrevista contiene varias veces las lágrimas cuando se acerca a temas como "el dolor de vivir", sus hijos (dos mujeres y un varón) y el arrepentimiento.

"Pido perdón", dice en un momento, cuando él mismo trae a la charla su frase polémica. "Pero no me arrepiento de mis errores. En la vida se gana o se aprende. Del error se aprende", explica.

Gustavo Cordera solo desliza al final de la charla su vuelta a los grandes escenarios, el 29 de noviembre en el Teatro Coliseo.Trae un nuevo disco, "Entre las cuerdas". La portada lo muestra con guantes de box, sentado solo en un rincón del cuadrilátero, con sus ojos y su cuerpo magullados.  "Así estuve", dice para agregar: "Hoy, me puse de pie".

Cordera durante la entrevista en TEA Arte en agosto de 2016

— ¿Cuántas horas hace que estás en Buenos Aires?

— Y, debe hacer 44 horas. 

— ¿Y?

— A mí me gusta venir. Me fascinan las crisis.

— Te fascinan las crisis.

— Sí, me parece que son lugares donde empiezan a abrirse espacios. Cuando todo está cristalizado, cuando todo es normal para decirlo de alguna manera, me da la sensación esa que viene de la calma antes de la tormenta ¿no? O de antes de una explosión. Y cuando hay una crisis es como que me relaja. Debe ser por una cuestión familiar, yo he vivido muchas crisis. Y me parece interesante porque siempre pasa algo superador, algo que te enriquece, algo que no viste y que empezás a ver. Un cambio de dirección.

— Me da curiosidad lo que decís, "será que viene de familia". ¿A qué te referís específicamente? 

Yo soy una persona que ya nació de una manera crítica. Nací por fórceps y casi muere en el parto mi madre y yo también. Desde entonces, por la luna que tengo, que es luna en Escorpio, soy una persona que vive constantemente entre muertes y resurrecciones ¿no? Y no me gusta la comodidad.

— Porque yo decía, vos estás en Uruguay, venís acá y te tocan cortes, marchas, dólar a 60, Macri, Alberto. ¿Lo seguís, seguís la política o maso?

— Me interesa muchísimo. Me interesa mucho el ser humano. Cuando veo a un político intento conectarme con el ser humano que está ahí ¿no? Me imagino qué emociones y qué pasiones lo llevan a ese lugar tan extraño ¿no? De poder. Cómo debe vivir la toma de decisiones, el rechazo, el triunfo y el fracaso que es tan importante para el universo de la política. Ganar, ganar las elecciones, ganar la confianza, ganar los votos. Y qué pasa cuando pierden, se empiezan a ver más humanos. La derrota nos hace más humanos, comenzamos como un proceso de aprendizaje.

— Marcelo Bielsa dice que uno aprende mucho más en la derrota que en el éxito. 

— Se gana o se aprende en la vida.

— ¿Se gana o se aprende?

— Sí.

— ¿Por qué?

Porque cuando uno gana, desde mi criterio, es que ya tiene cristalizado todo su proceso de aprendizaje, ha llegado ya al objetivo. No hay más que eso. Pero cuando uno pierde comienza un proceso de aprendizaje una vez más para intentar ganar, para intentar formar parte, para intentar ser querido, para intentar ser halagado por el mundo ¿no? Premiado. Y cuando uno pierde también muestra su fragilidad, muestra humildad, qué pasa cuando uno tiene una enfermedad, cuando uno pierde un familiar, un ser querido, cuando uno pierde una pareja, cuando uno pierde un amigo, cuando perdés dinero. Necesitas aprender. Necesitas ver qué es que sucedió. Necesitas encontrarte con tu humildad interior. Y eso para mí enriquece a los seres humanos.

"Tuve la bendición de empezar a recibir mi éxito personal"

— Dijiste "te va bien o se aprende, no existe el fracaso". ¿Cómo es el éxito para vos?

— El éxito para mí fue un lugar, y es un lugar de incomodidad. No hay ninguna universidad, ninguna institución, no hay nadie en el mundo que pueda transmitir el éxito. Sin embargo vas a encontrar todos los seres humanos que están en la tierra que son capaces de hablarte de qué podés hacer con tu fracaso.

— Es bueno, no hay asistencia al exitoso. 

— No hay asistencia. Tendría que haber una universidad donde de repente haya materias como auto boicot 1, auto boicot 2, camino errado 1, camino errado 2.

— No te la creas 1.

— No te la creas 1, no te la creas 2. Esos que están ahí no son tus amigos 1, esos que están ahí no son tus amigos 2. Esto no es la vida, es un instante, es un fulgor. Es como un corolario ¿no? Es un estado inhabitable. Cuando uno lo ve y se aferra a él lo único que puede traerte con el paso del tiempo es un tremendo dolor.

— Es una frase para una canción, el éxito es un estado inhabitable. 

— Es inhabitable. No se puede respirar ahí. Porque aparte, al no estar preparados para eso, lo primero que tendés es a aferrarte a él, a querer estar en ese lugar, a que nadie te lo quite. Todos quieren estar ahí. Y es de una tremenda soledad. Y mucha incomodidad, porque es algo que te está pasando solo a vos. Te sentís separado de la sociedad. Te sentís culpable.

— ¿El éxito trae culpa? 

— El éxito sí, ese éxito social. Porque después hay un éxito interior que se conforma con otra cosa, con conciencia ¿no? Y eso es otra cosa, qué es lo que a vos te da alegría, te entusiasma, te motiva. Eso es otra clase de éxito. Yo en éste momento estoy viviendo el éxito. Éste es el momento de mi vida donde yo estoy conectado con mi éxito personal, pero no con mi éxito social.

— ¿Por qué?

— Porque es distinto. Por lo menos en mi caso, primero conocí el éxito social y después empecé a conocer cuando ese éxito social se disipó, y estoy hablando de hace muy poco tiempo atrás, después de esa condena que recibí, tuve la bendición de empezar a recibir mi éxito personal. Porque al no tener la mirada del afuera que me estaba tejiendo, que me estaba diciendo quién era yo, quedé ciego de mí mismo y empecé a verme por dentro y empecé a mirarme con mis propios ojos. Empecé a quererme, empecé a reírme de mí, empecé a aceptarme y a perdonarme también.

— ¿Pensaste que no te ibas a levantar más después de aquel episodio?

— No, yo sabía que me iba a levantar, porque sabía de mis intenciones, sabía quién era y sabía perfectamente, tenía la conciencia plena de quién soy. Sabía perfectamente que había un malentendido y lo acepté también porque digo, en un proceso de comunicación uno comunica y, si no lo hace bien, la otra persona tiene derecho a interpretar lo que quiera y el proceso de comunicación se rompe. Y es eso lo que sucedió.

— ¿Te equivocaste al decir eso?

A mí me parece que fue un momento de mucha sensibilidad social y era un tema para mí a tratar en otro ámbito. No por lo que dije, porque eso tiene un sustento hasta científico, muchas cosas que he leído a lo largo de mi vida de psicología ¿no? Sino por haberlo dicho. ¿Por qué? Porque hay cosas que la otra persona no te está pidiendo que le digas. Y entonces esa persona puede sentirse herida. Y más con una diferencia generacional como había en ese momento con pibes de 18 años que estaban interrogando, no estaban preguntando para saber qué pensaba yo, estaba siendo interrogado. Entonces esas personas estaban buscando una respuesta que se acomode a lo que previamente pensaban de mí.

"Mi familia me preguntaba qué me había pasado"

— ¿Estás arrepentido de haberlo dicho?

Jamás me arrepiento de mis errores, porque yo equivocándome aprendo. Y acepto los errores de los demás también, porque para mí es muy importante salir de esa actitud condenatoria frente al error del otro. Esto fue mi gran aprendizaje en este tiempo. Porque yo también en una época castigaba un error de los demás y también castigaba mis propios errores.

— "Jamás me arrepiento de mis errores". O sea ¿fue un error decir "hay mujeres a las que les gusta ser violadas"?

— Es que yo no dije eso. Yo no quiero volver a hablar del tema porque me trae una carga emocional de impotencia muy grande. Pero sí, si alguien tiene ganas de investigar sobre el tema, yo le recomiendo que lea muchos autores de psicología, que se ponga a investigar sobre las descripciones de las conductas humanas. Yo quería en ese momento contar una conducta humana que mucha gente conoce, que muchos profesionales conocen, y lo hice de una manera inapropiada.

— ¿Qué te pasó con la gente? Tenés hijas…

— Bueno, me ha pasado de todo. En principio el entorno más cercano, mis viejos, mi compañera, mis hijas y mi hijo no sabían qué había pasado. Y yo tampoco. Porque era una charla privada. Yo me había abierto a una conversación y estaba haciendo una serie de análisis y, en el contexto de esa conversación y esos análisis, dije una frase que no es esa que vos dijiste. Hay una omisión, esa frase continua y dice "yo no juego a ese juego pero los seres humanos somos muy complejos y hay seres humanos que sí juegan a eso" 

— Me hablabas de tu pareja, de tus hijas…

— Entonces cuando sucedió eso yo no sabía que había pasado porque la frase, al estar editada era brutal. Entonces me preguntaron mis hijos y mi mujer y todo el mundo qué me había pasado. Y realmente yo no sabía porque tardé 40 días en ver el tape. Cuando vi cómo estaba la frase completa, ya era tarde. Porque cuando la repetición es tan grande en todos lados ¿cómo hace un ser humano solo para revertir semejante cristalización de una condena? No tenía forma más que quedarme en silencio y esperar que el tiempo pase.

— En una frase que sea "ineditable", ¿qué te gustaría decir?.

— Amo a todos los seres, no solamente humanos. A los animales muchísimo. Y amo las plantas. Y dentro de los animales también amo a los insectos. Tengo arañas en mi casa que tienen nombre y no permito que nadie las mate. Hormigas. Hormigueros. Sapos. Caracoles. Amo todas las formas de vida. Sería incapaz de hacerle daño a nadie. Aunque muchas veces lo hice, pero no a conciencia. Entonces, si hice un daño pido perdón. No lo pude evitar. Y todo esto me sirvió a mí muchísimo para cambiar de lugar internamente. Me sacó de un lugar de omnipotencia que muchas veces es construido por el éxito.

— Ese lugar inhabitable.

— Ese lugar inhabitable. Y me llevó a un lugar donde, desde que ocurrió lo que ocurrió, empecé a salir a la calle, empecé a andar en tren, solo eh, no quería que nadie esté al lado mío porque no quería, si había algún problema, que le pase nada a nadie. Empecé a andar en los trenes, en el subte. Ir a manifestaciones, a la cancha, al teatro, por todos lados. Porque necesité empezar a reconstruirme con los ojos del otro. Recordarme en los ojos de la gente. Y la gente venía en la calle y me abrazaba, me decía 'pelado, mirá lo que te pasó, estoy con vos'. O 'qué boludo que fuiste'. O 'yo te entiendo'. O 'gracias por la música'. Y el 'gracias por la música' fue lo que más recibí de la gente.

“No, no, ya no soy
“No, no, ya no soy el mismo. Nunca voy a dejar ser quien soy pero he cambiado de lugar. Me siento más en mí. Ya te digo, fue tan brutal el afuera que el único lugar que me quedó a donde ir fue hacia adentro mío”

— ¿Y las mujeres?

— Me pasó de todo. Me encontré chicas a las que pude preguntarles por qué se ensañaron así conmigo y no con otra gente que realmente ha hecho… porque yo no cometí ningún delito, no tengo ni una sola acusación en 3 años de ninguna persona, ni por maltratos ni por nada. Y eso lo digo como una satisfacción personal ¿no? Y con la frente bien alta. Pero me encontré con gente que me dijo 'nos construimos con vos, una generación entera y que vos hayas dicho una cosa así es imperdonable, nosotras estamos enojadas con vos, no importa si lo dice otro'.

— Porque sos vos.

— Es porque sos vos. Y lo entendí. Empecé a entender a la gente también. Empecé a entender qué había sucedido. Porque yo soy una persona que empatiza con el dolor del otro ¿viste? Y cuando veo que el dolor del otro es honesto, es sincero su sufrimiento, y a mí me abre el corazón.

— ¿Y qué te pasó con la condena?

— Estoy transitando una probation ahora.

— ¿Sentís que fue un castigo justo?

Yo no lo tomé como un castigo. Yo no lo tomé como un castigo, porque a ese curso (sobre violencia de género) voy a ir a aprender.

— ¿Qué te enseñan?

— Voy a empezar esta semana. Y me parece que es por lo menos para mí enriquecedor. Yo soy una persona muy resiliente, me parece que esto que pasó me está mostrando algo, y yo quiero saber qué me está mostrando y qué tengo que aprender, y estoy dispuesto a aprender, estoy dispuesto a recibir aquello que me sirva y por supuesto, como todo ser humano, libre a descartar aquello que no me interesa ¿no? Porque también soy un librepensador y yo tomo de una ideología aquello que me puede llegar a interesar y no me dejo influir por aquello que puede contaminar mis ideas también ¿no? 

— ¿Sos el mismo? 

— No, no, ya no soy el mismo. Nunca voy a dejar ser quien soy pero he cambiado de lugar. Me siento más en mí. Ya te digo, fue tan brutal el afuera que el único lugar que me quedó a donde ir fue hacia adentro mío. Era insoportable el afuera. Inclusive me fui a vivir solo. Me quedé en La Paloma solo un tiempo porque me daba cuenta que era tan fuerte lo que me pasaba que no había espacio para que mis hijos les pasen cosas y a Estela tampoco ¿entendés? Era lo único de lo que se hablaba. Entonces me fui. Me resultaba insoportable para mí estar en mí y compartirme con los demás. Entonces tuve que ir adentro y encontrar mi alma, mi corazón. Ser más respetuoso de mi forma de pensar. Ser más respetuoso de mi libertad. Saber que mi libertad de expresión y mi libertad de pensamiento la merece la gente que quiere realmente recibirlo.

— ¿Seguís con tu compañera de siempre?

— Y más que nunca.

“Yo creo que este bife,
“Yo creo que este bife, este bofetazo que me pegaron, y mucho viene también del universo femenino, me estaba reclamando a mí algo que yo me debía: hacerme hombre”

— ¿Rearmaste tu vínculo con tus hijos? 

— Me empecé a resetear a los 55 años. Yo creo que este bife, este bofetazo que me pegaron, y mucho viene también del universo femenino, me estaba reclamando a mí algo que yo me debía: hacerme hombre. Siempre fui de alguna manera un poco hijo de mi compañera. Reclamarle cosas. Pedirle que me escuche. Que me tenga en cuenta. Esta cosa hasta te diría inconsciente de tener una persona a disposición como si fuera una madre. Y desde que sucedió esto empecé a ver a esa compañera que tengo hace 30 años más humana que nunca, más profunda que nunca. O sea la liberé de ese lugar.

— ¿Y el reseteo con tus hijos?

— Yo con mis hijas tengo una relación de mucha libertad. Desde el primer porro que se fumaron hasta la primera relación sexual que tuvieron ellas me lo hicieron saber. Porque si no es una doble moral. 

— Si sos rockero en el escenario… 

— Y en tu casa sos un cura. Y tengo esa relación con ellas. La más grande, Ailén, es más de alguna manera más combativa.

— Te puteó.

— No, no ese día pero se ha puesto en contra mío durante dos o tres años. Ella defiende la causa. Estela también. Y bueno, hemos tenido enfrentamientos muy interesantes, muy constructivos. No esos enfrentamientos que están hechos para disolver una relación sino esos enfrentamientos interesantes que vos tenés y te enriqueces con el otro ¿no? Nos hemos enriquecido muchísimo.

— Tu nuevo disco se llama Cordera entre las cuerdas, no "contra las cuerdas". Imagino que fue deliberado. 

— Por supuesto. Entre las cuerdas. Tiene muchas acepciones ¿no? Porque el encordado de la guitarra también. Entre las cuerdas y lo que tenés enfrente también ¿no? Porque sobre las espaldas están las cuerdas, están los ojos… 

— Están los ojos golpeados. ¿Y ahora lo vas a empezar a presentar?

— En realidad la idea que tengo, ya con 30 años de trayectoria, es tomar los mejores momentos, las canciones más significativas de toda mi época de Bersuit y de toda la época de la Caravana, y hacer un concierto en el Teatro Coliseo el 29 de noviembre. Ese día vamos a hacer un reencuentro con la gente fuerte. 

—¿Hoy tenés miedo?

— No. No. No, no detecto ya el miedo en mí, estoy en paz.

— ¿Y si aparece un grupo de mujeres que van a hacerte…?

— Bueno, cada uno tiene el derecho de expresar realmente lo que siente y lo que piensa. Aprendí también a darme cuenta que no todo el mundo me puede querer. Es algo por ahí inadmisible para los artistas ¿no? Pero contemplo que por mi forma de ser, por las libertades que me tomo al hablar, por el arte que hago, que pueda haber mucha gente que se pueda sentir incomodada, porque lo que yo pretendo cuando hago una canción es mostrar aquello que está escondido. Y nosotros vivimos en una sociedad donde tratamos de tapar la suciedad abajo de la alfombra ¿no? Nos sale mucho más fácil culpar y condenar al otro que hacernos responsables de nuestras propias emociones escondidas ¿no?

— ¿Qué te pasa con el feminismo, que ha tenido tanto impacto en los últimos años?

— Cuando salí de Bersuit, uno de los propósitos más importantes que tenía en ese momento, que lo había visto en terapia, era que tenía que desarrollar mi costado femenino. Porque en ese momento, toda la época de Bersuit fue muy viril, muy de hombres. Muy tribunera también en algún aspecto. Nosotros nos reíamos de nuestra virilidad y de alguna manera la poníamos en evidencia de una manera muy particular viste, canciones como "coger no es amor" y otras canciones que hacíamos en esa época mostraban el lado estúpido del machista ¿no? Cuando salimos de ahí mi intención era desarrollar mi costado femenino y armé una banda con cinco mujeres.

— ¿Cuál es el sentido de la vida?

— Para mí dar alegría. Lo descubrí hace muy poquito también. Y se lo debo a esa gran condena.

— La condena te ayudó a entender que la vida tiene como sentido dar alegría.

— Para mí fue mi gran maestro el sufrimiento de esa condena. Y yo lo único que puedo hacer es agradecer y reverenciar a todas las personas que formaron parte, porque no tienen ni idea del bien que me han hecho.

ACÁ, LA ENTREVISTA COMPLETA:

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