Fabián Schultz recibió a Infobae en su casa de Lanús
A mediados de diciembre de 1986 el presidente Raúl Alfonsín promulgaba la Ley de Punto Final aprobada en el Congreso pocos días antes. Las tapas de los diarios de esos días se iban entre el debate en el Congreso y las marchas en repudio a esa medida y River, que volvía de Tokio con la Copa Intercontinental ganada con gol de Antonio Alzamendi al Steaua Bucarest. Pero en un chalet de ladrillo a la vista en Lanús Este, nada de eso importaba.
—Fui el mejor promedio de la escuela Juan Vucetich. Y me dieron el premio Ministerio de Gobierno. Era uno de los más chicos de la camada: cuando me recibí tenía 19 años.
A esa misma casa llega el equipo de Infobae una tarde de agosto de 2019. Aparece Nico, un caniche toy blanco de 13 años y un retirado capitán de la policía bonaerense. Quien abre la puerta es Fabián Schultz, el "policía cantor".
En una televisión deprimida, con presupuesto de crisis económica y previa al estallido social de diciembre, en 2001 abundaban los programas que, a fuerza de números en vivo e invitados llenaban las horas de aire. Fabián lleva la cuenta: a lo de Georgina Barbarossa (Venite con Georgina) fue trece veces. Al programa Movete, de Carmen Barbieri, siete. A Jimena Cyrulnik y Tommy Dunster los visitó en cinco oportunidades en Versus. Con Susana Giménez estuvo dos y una de esas apariciones fue con Antonio Gasalla: participó del sketch de la empleada pública. "¿Tinelli? No me acuerdo cuántas veces fui de Tinelli. Pero hice sketches. Conocí las Cataratas del Iguazú con ellos: hicimos la parodia de Yago, pasión morena. Había gente buena onda en la tele, otros no. Walter Olmos no me saludaba".
—¿Por qué pensás que no te saludaba?
— Y… estuvo siete veces preso. ¡Qué va a saludar a un policía!
El oficial Schultz en 2001
Nacido el 19 de agosto de 1967, en la vida de Fabián no medió descanso ni duda entre el último día de la secundaria en el Instituto del Espíritu Santo de Lanús y la escuela de formación policial Juan Vucetich. Hijo de Ramón Schultz, empleado administrativo de una planta de gas -que fue asesinado en un asalto en 1991- y Lidia Crespo, ama de casa, es el menor de los dos hijos que tuvo el matrimonio. Su hermana Alejandra, fallecida en 2011 por un cáncer de mama, era tres años mayor y "una mezcla entre Verónica Castro y Linda Carter. Cuando era el auge de la Mujer Maravilla todos se daban vuelta y le decían que era muy parecida. Era hermosa".
De ella quedó, además de fotos por toda la casa, un color: las paredes del living son violetas, así como todas las macetas, tanto al frente como en el jardín. Alejandra era profesora de reiki y le enseñó a Fabián que "el violeta transmuta todo lo malo en bueno. Yo creo en esas cosas: en las malas y buenas ondas".
Sobre una de las paredes del pequeño parque Fabián pintó un cielo, con nubes, un sol y hasta un arcoiris. Entre una lavanda exuberante y un césped que pareciera cortado hace segundos, hay una casita. Hecha de hierro y arena, tiene un metro de ancho por un metro de alto, chimenea y luz. Entre la casa y las plantas, hay un interruptor. Por las noches, a veces, Fabián lo enciende y así se iluminan las pequeñas ventanas.
— Siempre me gustó todo lo que era Alicia en el país de las maravillas, así que me fui armando un jardín con figuras. Está la casita, que es como de un duende. Por eso está también el arco iris.
— ¿Hay una vasija?
— Sí, con piedritas color oro porque es la vasija al final del arcoiris (ríe).
— ¿El modelo de la casa lo tomaste de algún lado o se te ocurrió a vos?
— Busqué "casitas de bosque", en Google. Yo soy muy de Google. Lo mismo con los cuadros que hago. Digo "afanosamente inspirado en Google".
El parque se completa con una cascada que tiene piedras pero aún no tiene agua aunque está prevista, un flamenco de un metro y hongos inequívocos: rojos, a lunares blancos, allí podrían vivir Los Pitufos.
Fue por un programa de Discovery Channel sobre peceras que supo lo caro que era hacer una grande como la que le gustaría. Entonces ahí está: un cuadro con anémonas, pulpos, corales, estrellas de mar y hasta una sirena ocupan algo más de tres metros de una de las paredes del garage. En la pared de enfrente pintó una ventana.
— ¿A dónde da?
— A una isla supuesta. Que también, en realidad, la encontré en Google.
— ¿Por qué te hiciste policía?
— Porque fui a hacer un trámite a Lanús 2da y hablé con el comisario. Siempre me gustó estudiar: fui abanderado en la primaria y en la secundaria. Él me dijo: "En la escuela de policía se te va a reconocer lo que vos hacés". Uno entra desde un imaginario, piensa que va a estar practicando tiro todos los días (ríe), pero no es así. Yo miraba a Poncharelo y me hacía la película, pero después te das cuenta de que son muchas materias para estudiar.
Luego de haber patrullado brevemente en la comisaría 1ra de Lomas de Zamora -no, no participó de tiroteos pero sí dice tener muy buena puntería y que se acostumbró al peso de la 9 mm en su cadera al punto que olvidaba tenerla- pasó a trabajar en Expedientes y, más tarde, en Judiciales. Hacía los sumarios y tomaba las denuncias, que iban desde robo de pasacassettes a un homicidio. Como ya estudiaba Relaciones Públicas, se hizo cargo del área de Protocolo de la policía de la provincia de Buenos Aires. Desde allí trataba con la prensa y organizaba, además de las honras fúnebres del personal, los actos oficiales. Schultz era el encargado de ubicar a las autoridades en los palcos. Eduardo Duhalde, senadores y diputados, "de vista los conocí a todos", cuenta.
— ¿Cómo pasaste de eso a ser cantante?
— Un día estaba en Relaciones Públicas, en el primer piso y empecé a cantar una de Luis Miguel. Pensé que estaba solo, era muy temprano. Cuando terminé, un compañero desde planta baja empezó a aplaudir y me dijo "¡Vos tenés que cantar!".
— ¿En las fiestas de la policía cantabas?
— Les cantaba, de regalo, a mis compañeros en sus casamientos cuando entraban al salón. Para ellos no fue tanta la sorpresa cuando llegué a la tele: ya me traían Cds y les grababa covers, temas de Chayanne, de Diego Torres, de Alejandro Fernández.
Fan de Guillermo Guido, el oficial Schultz lo vio en la tele una noche de 1999 y se decidió a llamarlo. Quería tomar clases de canto con él. Guido le pidió que preparara un tema. "Elegí 'Siempre sabrás que mi amor vive', de No Mercy. Fui de civil, sin el uniforme. Me hizo cantar 'Por debajo de la mesa', de Luis Miguel. Guillermo, al teclado, se dio vuelta y me dijo: 'A mí no me gusta perder el tiempo, ni me gusta hacerlo perder. Vas a ser mi único alumno varón que voy a tener por ahora'. ¡Guau! Y sin saber que yo era policía, porque no le quise contar, me hizo practicar 'Bandido' (ríe). Tenía miedo de que me rechazara. En ese momento la policía estaba muy mal vista, era la época de la Masacre de Ramallo. Pero en la clase siguiente cuando abrí mi maletín, Guillermo vio el arma y me preguntó qué hacía con eso. Ahí le dije que era policía. 'Ah, no hay problema: mi papá fue policía'; Guillermo es hijo de un policía retirado.
— Era el momento de la "Maldita Policía", de Pedro Klodczyk (N. de la R. así definió el semanario Noticias a la fuerza conducida por este comisario entre 1991 y 1996, cuestionada por aquellos años por dejar supuestas zonas liberadas y encubrir a agentes de la fuerza que cometían distintos tipos de delitos).
— La maldita policía… Fui jefe de ceremonial de varios jefes de policía. Yo no puedo decir si las cosas que se le imputaron a él eran verdad o no porque no estaba en la investigación, pero era un caballero. Fue el único jefe de policía que miraba a los ojos a los familiares de personal caído cuando entregaba la gorra y la bandera. Eso me quedó grabado.
— Chica latina, ¿cómo llega?
— Ese tema originalmente era para José Luis Rodríguez, el Puma. El Puma lo escuchó y dijo "No: no lo voy a grabar". Mejor, porque lo grabé yo (ríe). Me lo dio el autor, Luis González, lo conocí en un estudio de grabación. Luis escribió temas famosísimos de Valeria Lynch, le manejó de jovencito y hasta más grande la carrera a Jairo. Y me recomendó participar en algún concurso.
Buceando en Internet, su hermana encontró uno: el Festival Latinoamericano de la Canción de California. Fabián mandó su pista por mail y echó mano a los contactos: les hizo una copia de su tema a los periodistas de policiales que iban a buscar data a la oficina de Ceremonial y prensa de la bonaerense y les contó que participaría del concurso, por mail, en Estados Unidos. La agencia de noticias Télam elaboró un pequeño cable que terminó en un recuadrito del diario Clarín: "Policía cantor".
Era junio de 2001. El presidente De la Rúa había decretado el ajuste y recortado fondos a las universidades, achicado subsidios a la nafta y nombrado a Cavallo ministro de Economía pero, de nuevo, nada de eso importaba en el chalet de Lanús: Fabián había ganado el concurso en la categoría pop. Llamó al periodista de Télam para decirle que le había dado suerte. "Me pidió que le tirara letra y le conté detalles. 'Poné Crónica', me dijo. A los dos minutos apareció una placa: 'Policía bonaerense gana festival con Chica latina'. Me dice que cambie, que ponga TN: 'Policía cantó y ganó'", recuerda.
De Canal 26 lo llamaron a la 1 de la madrugada y les cantó el tema. Fabián preguntó cuándo saldría al aire; ese día no tenía franco y quería grabarlo.
—¿Cómo hacías para trabajar en la policía e ir a la tele?
—Iba en mis francos a la tele. Trabajaba todo el día en el comando de Esteban Echeverría. Me pasaba a buscar un remise y me llevaba a grabar. Con Georgina (Barbarossa) me pedían hacer cambios de ropa, para grabar musicales para varios días. A veces yo estaba en el comando y mis compañeros me estaban viendo en la tele. Grabado, claro.
—¿Vos querías ser famoso?
— Era una consecuencia. Si quería vivir de la música. A veces decía "tengo ganas de descansar un poco". Ahora no estoy tanto en televisión. Al principio iba en remise al trabajo porque iba por la calle y me dolía la cabeza al final del día. Alguien me tocaba bocina o me decía "¡Fabián!" y mi cerebro, eso es una deducción que hice yo, trataba de reconocer a esa persona y era alguien que no había visto en mi vida.
—No estabas consciente de…
—(Interrumpe) De la fama. Eso me pasó durante un mes. Y entonces dije: "Me lo voy a tomar con calma". Si en los primeros segundos no la reconozco es que nunca la vi en mi vida.
El 7 de diciembre de 1991 tres hombres armados ingresaron a asaltar la planta de gas que administraba Ramón Schultz y lo asesinaron. Fabián, que tenía 24 años y era oficial ayudante, no escuchó música durante un año. "No quería poner sonidos fuertes porque me representaba como una falta de respeto. Mi única salida durante ese año fue al cementerio. Mi papá siempre decía 'Voy a trabajar el sábado para poder comprarle la Ferrari a Fabián' (sonríe). Lo mataron un sábado. Me quedó una culpa que tardé en sacármela.
— Te fuiste de la policía en 2005. ¿Por qué?
— Porque tuve la oportunidad de ir a hacer algo a Miami y, como dicen, el tren pasa una sola vez. Estuve cinco años allá, participé en telenovelas. En 2007 volví para el Cantando por un sueño.
Hoy los días de Fabián se reparten entre los preparativos para grabar el videoclip de su última canción, "Todo lo que sube, baja", el armado de una mutual de Fuerzas Armadas y de seguridad, todos los capítulos de CSI que pueda ver y el cuidado de su mamá, con quien vive.
—¿Con qué cargo te retiraste de la policía bonaerense?
—Capitán.
—¿Te seguís viendo con tus compañeros de la Vucetich?
—Sí. Nos reunimos a fin de año.
—¿Dónde se juntan?
—Pedimos autorización para usar el quincho de oficiales que hay en la Vucetich.
—¿Te dieron ganas de volver a la policía?
— Me encantaría, pero no se puede. Cuando dejé en el 2005 ya era mi segundo pedido de baja. Y más de dos pedidos no se puede.
Fotos y video: Matías Arbotto
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