Bajo el rostro sonriente de Eva Perón, que pensó el escultor Alejandro Marmo para decorar la cara sur (la que mira a los barrios populares) del edificio del Ministerio de Desarrollo Social, miles de personas colmaron casi todo el tramo de la avenida 9 de Julio, entre Belgrano y San Juan, para reclamarle al Gobierno acciones urgentes que ayuden a "enfrentar el hambre".
No había rostros amables bajo la sombra sur de Evita, más bien se parecían al gesto combativo de la eterna líder peronista que el artista plástico ideó para la cara norte (la que mira a los barrios ricos). Casi en la puerta del sitio que ocupa la cartera conducida por Carolina Stanley, sobre el acoplado de un camión, diversos dirigentes de organizaciones sociales expresaron su enojo ante una verdadera multitud.
Bajo la consigna "Urgencia para enfrentar el Hambre", trabajadoras y trabajadores de la economía popular se movilizaron en masa hacia la Capital Federal, con marchas que se replicaron en otros puntos del país. Había banderas de la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Somos Barrios de Pie, Corriente Clasista y Combativa, Frente Popular Darío Santillán, Polo Obrero y la CTA Autónoma, entre otras.
Desde el improvisado escenario, que de fondo tenía una bandera que rezaba "La deuda es con el pueblo, no con el FMI", los referentes de estas organizaciones expresaron propuestas ante "la emergencia económica y social que vive nuestro país como consecuencia de las políticas que lleva a cabo el Gobierno nacional".
"Hoy la prioridad a resolver es la urgencia del hambre. Por eso el Congreso debe aprobar la ley de emergencia alimentaria. Son días aciagos, difíciles, dolorosos", gritó uno de los oradores, Hugo "Cachorro" Godoy, secretario general de ATE y secretario adjunto de CTA.
El foco esencial de la marcha fue volver a reclamar que se sancione la emergencia alimentaria en todo el país y se prorrogue la emergencia social. También un aumento del salario social complementario en la misma proporción que el salario mínimo, vital y móvil, en un 50%; el incremento del 40% de las partidas para meriendas y almuerzo de los comedores, un bono de $2.000 que se anunció para el sector de la economía popular, y una suba extraordinaria para las jubilaciones y pensiones mínimas.
"Queremos que haya reapertura de paritarias para los gremios que no firmaron la cláusula gatillo", agregó Juan Carlos Alderete, líder de la CCC, quien repitió algo que fue uniforme entre todos los oradores, que el hambre no espera. "El pueblo está diciendo basta con esta catástrofe social. (El Gobierno) quiere dejar un genocidio en el país. La deuda es con el pueblo. No tenemos tiempo para llegar a las elecciones o al 10 de diciembre, vamos a continuar en las calles", advirtió.
Mezclados entre el público había militantes de las organizaciones, trabajadores informales y desocupados. El denominador común de las historias fue que la plata no les alcanza.
Débora Navarro, de 36 años, está casada y tiene cuatro hijos. Llegó con su hermana desde San Miguel para reclamar al Gobierno que mejore las condiciones de vida en los barrios vulnerables. "Trabajamos con mi marido y no alcanza. Ya no vivís con el sueldo, no llegamos a la quincena", contó a Infobae esta mujer, que tiene un empleo como cooperativista, por el que recibe 7.000 pesos. Su marido es obrero en una fábrica de autopartes. Entre los dos juntan 21 mil pesos "más lo que sacamos por el alquiler de una pieza de nuestra casa, que son otros 8 mil".
"Vas al mercado y no llegás. Se nota la diferencia con otra época. No podemos arreglar las cosas en la casa. Quedan ahí rotas. Antes les dábamos lujos a los chicos, que lleven una monedita para el colegio. Hasta el 2017 alquilamos una semana en una quinta. Después ya no. Ni siquiera podemos llevarlos a actividades gratuitas porque el boleto de colectivo es muy caro", se lamentó la mujer.
"Venimos a reclamar que por el bien de la Argentina y del propio Gobierno se abra la mesa de negociación de emergencia social. El salario mínimo vital y móvil está por debajo de la indigencia. Hay laburantes que no tienen para comer. El Gobierno se la pasa buscando culpables en lugar de encontrar soluciones", manifestó el dirigente de la CTEP Juan Grabois, que sin embargo no fue uno de los oradores sobre el escenario.
Grabois pidió a la administración de Mauricio Macri que "paren con el hambre" y consideró que en el Gobierno "no tienen corazón, no saben cómo se siente el pueblo, no entienden a la gente, a las barriadas, son soberbios. Miran una planilla de Excel".
Durante su turno como orador, Godoy chicaneó al senador peronista y candidato a vicepresidente por Juntos por el Cambio, Miguel Ángel Pichetto, que había dicho que la marcha fue organizada por "las multinacionales del cartón, sujetos que son intermediarios de la pobreza y que cobran todos los meses".
"Pichetto dice que no está bien estar en las calles. Pero nosotros les decimos a él y a Macri que quieren hacer culpable a nuestro pueblo por el desastre que ellos ocasionan. La mejor manera de defender la democracia es ganando las calles y expresando la voluntad del pueblo argentino", remarcó el líder de ATE.
Yuliana Ávila observó la manifestación junto a una de sus seis hijas desde un costado. No marchó, fue a hacer un trámite a un banco, pero se quedó escuchando los discursos "porque apoyo la protesta, la plata ya no alcanza".
La mujer, empleada doméstica, vecina de Monte Grande, en el Conurbano sur, contó a este medio que por su trabajo le pagan 600 pesos por día. "En mi casa un kilo de carne me sale $280. Más el boleto de colectivo, se hace imposible. Mi marido es albañil y a veces tiene trabajo y a veces no. Por suerte la casa es propia. Si tuviera que alquilar sería imposible. Muchos vecinos que alquilaban se fueron a sus provincias. Te limitás con todo. Fue empeorando y ya no alcanza", comentó la mujer, quien con una sonrisa de resignación comentó: "Te querés dar un gustito para un asado y no alcanza. Ahora los asados son solo para los cumpleaños".
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