Los dos segundos escasos en que se los puede ver pasar justo por sobre nuestras cabezas durante un desfile militar son motivo de asombro. Tener la posibilidad de observarlos en detalle cuando reposan en tierra es una fiesta. Poder ver su génesis en la línea de montaje de la fábrica de aviones FAdeA constituye un privilegio. Pero volarlos… Volarlos constituye una experiencia muy difícil de resumir en palabras y que solo lleva a reflexionar sobre el talento, esfuerzo y profesionalismo que necesariamente se conjugan en cada uno los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina. Este cronista tuvo para la posibilidad de vivirlo en primera persona.
Una breve pero intensa clase teórica, seguida de un chequeo médico, fueron los requisitos ineludibles como paso previo al arribo al vestuario de los pilotos de caza. El aviador se debe vestir y "revestir" adecuadamente: primero el mameluco de vuelo, luego el recubrimiento de sus extremidades con prendas que presionan el cuerpo para limitar el efecto "G" (fruto de la interacción de la aceleración de la aeronave y su relación con fuerza de la gravedad terrestre).
Un piloto de Caza puede llegar a soportar durante una operación normal una fuerza de aceleración equivalente a 6G e incluso llegar a 9G. Luego, la preparación para el vuelo incluye el resto del equipo: borceguíes, casco, guantes y las bolsas para las eventuales consecuencias del mareo.
Ya en plataforma, una "orquesta" de profesionales del aire ejecutan una cuidadosa "sinfonía" de procedimientos de seguridad. La sujeción al asiento es una ceremonia en sí misma. El mecánico de vuelo cuida al piloto y a la aeronave con idéntico esmero. Cada correa, cada seguro, cada comando es revisado y vuelto a revisar. Cuando todo está chequeado, desciende el techo transparente del habitáculo y comienza a cortarse el diálogo verbal entre el piloto y su equipo. Allí es cuando mueren las palabras y nacen las señas; pulgares para arriba, gestos con las manos, miradas de aprobación entre la nave y la pista. La turbina levanta potencia, se retiran los calzos de las ruedas y todo listo. Saludo militar del comandante a su asistente, la torre autoriza, el carreteo se inicia y el cielo espera a sus habituales visitantes.
Al mando del Pampa III matrícula A-702 se encuentra el capitán Nicolás Grossman, que una vez más realizará una misión de entrenamiento volando en grupo con otra aeronave del mismo tipo. Tiene una misión adicional para la que demuestra estar más que preparado. La misma consiste en mostrar a la sociedad a la que sirve desde el aire todo lo que son capaces de hacer para proteger desde las alturas la integridad territorial de la Nación.
Infobae fue el medio escogido para difundir esta importante tarea y visualizar cómo es una maniobra de disuasión para que un vuelo no autorizado descienda y se someta al control de las autoridades respectivas o que desista de su accionar y abandone el espacio aéreo soberano.
Las urgencias terrenales –o más bien terrestres- pocas veces dejan lugar para apreciar que allá arriba, a miles de pies de altura, aeronaves de diseño nacional, conducidas por pilotos argentinos egresados de institutos de formación y capacitación propios, cosechan admiración y reconocimiento internacional por su excelencia profesional.
La pregunta, tal vez la más obvia y letal, se torna inevitable a la hora de volver a tierra: "¿No pensaron en irse a volar a una empresa privada?". Las respuestas del veterano jefe de brigada comodoro Greissing y del joven primer teniente Matías Rivadero son distintas pero idénticas: sienten pasión por lo que hacen y amor por su Patria.
Antes de la experiencia, de la mano de Greissing Infobae recorrió la VI Brigada Aérea de Tandil. "La misión primaria de la Fuerza Aérea Argentina es contribuir a la Defensa Nacional actuando efectiva y disuasivamente en el espacio aéreo soberano. Para ello requiere de medios alistados, adiestrados y bien sostenidos que hagan posible cumplir la tarea", introdujo.
Consultado por la tarea específica de la unidad a su cargo, el jefe de la Brigada Aérea resume: "Básicamente y más allá de que contamos también con material de artillería antiaérea, la misión de la brigada es la defensa aeroespacial. Tenemos la capacidad de enviar nuestros aviones a cualquier parte del territorio nacional y que los mismos pueden operar en cualquiera de nuestras bases".
El mayor Cristian Giaccaglia es el jefe del Escuadrón Pampa III. Le toca en suerte efectuar una breve reseña histórica de la VIª Brigada Aérea de Tandil creada el 10 de agosto de 1944. "En 1949 esta unidad recibe 100 aeronaves Gloster Meteor (primer avión caza de reacción de origen británico) convirtiéndose de esta forma en la cuna de la aviación a reacción de Sudamérica", contó.
Vale acotar que estas aeronaves fueron entregadas por Inglaterra como parte de pago de deudas contraídas por la Corona Británica durante la Segunda Guerra Mundial por provisiones procedentes de Argentina.
Prosiguiendo con su relato Giaccaglia repasa: "Luego de la posición de liderazgo en materia de este tipo de aeronaves, en 1979 se recibe el sistema de armas Mirage 5 y posteriormente el Mirage 3. A partir de la desprogramación de los Mirage acaecida en 2015, la VIª Brigada quedó conformada por los aviones de producción nacional Pampa en sus versiones II y III".