Intelectual incómodo para cualquier sector político, Tomás Abraham retrata a la Argentina actual como rehén de un sistema autodestructivo, incapaz de promover a lo largo de su historia un cambio de mentalidad. No duda en atribuirle el peso de la debacle económica a una la conducción de gobierno al que describe como "desacreditado y en retirada".
Afirma que hoy la política está atrapada "en un chaleco de fuerza" y teme que la amplia brecha de votos que exhibieron las PASO le allane el camino a sectores "aventureros" vinculados al cristinismo al que tilda de antidemocrático.
En un extenso intercambio con Infobae, dice que si el kirchnerismo se impone en las elecciones, Alberto Fernández y Cristina Kirchner fraguarán un cogobierno en el que sin embargo, el candidato a presidente podría verse aislado.
Discípulo del filósofo positivista francés Michel Foucault, eje de su último libro, La máscara de Foucault, Abraham posa su mirada incisiva, nunca complaciente, para reflexionar sobre la crisis actual. Y no descarta que la corrida cambiaria pudo haber estado "manipulada con fines electorales".
-¿Cuál es el dilema que le dispara la situación actual ?
-Hay dilema cuando no existe una solución neutra, sin residuos, y sin poder evitar costos de implementación. Nuestro país está en medio de una crisis financiera grave. Una vez más desde que tengo memoria, este tipo de crisis se repite con cualquier gobierno cualquiera sea el modelo que se aplique: neoliberal, keynesiano, socializante, etc. Los argentinos no ahorran en moneda nacional porque saben que los dineros pueden ser confiscados de varias maneras. En eso sí hemos inventado bastante, desde bonex a corralitos, pasando por quiebras bancarias con vaciamiento previo. La plusvalía general se destina a la compra de dólares y se fuga del sistema. Se compensa este modo de proceder con deuda externa, que a su vez se usa para la compra de divisas. Un sistema autodestructivo. Para detener esta rueda suicida, se requiere un cambio de mentalidad. Argentina carece de políticas de Estado. Improvisa y patea el tablero, y recomienza desde cero pero con más pobreza y mayor desgaste.
-¿Por qué cree que Argentina nunca pudo romper ese círculo autodestructivo?
-Es una larga historia que hay que resumir sin poder obviarla. Tuvo intentos interesantes bajo la presidencia del general (Agustín Pedro) Justo de elaborar un plan de desarrollo industrial con regulación del Estado. Pero fuerzas retrógadas del campo económico no lo permitieron. Después de la Segunda Guerra Mundial, los recursos que tenía nuestro país por el hecho de ser un acreedor mundial, se invirtieron en políticas sociales, sin que hubiera en contrapartida un plan productivo de acumulación y modernización. Ya en los primeros años, el estado se quedó sin dinero y sin energía. El peronismo subordinó el estado al movimiento y de ese modo generó una burocracia clientelística ineficiente y acomodaticia. Arturo Frondizi fue, desde mi punto de vista, el último presidente que tuvo una Idea, con mayúscula. Fue el último despegue industrial de nuestro país que duró hasta 1972.
-¿Y continuó con un rumbo de zigzag?
-Desde ese momento nuestro país se convirtió en un laboratorio conducido por el Dr Caligari, aquel personaje de terror del cine expresionista alemán. Pensemos que en 1956 el Ministerio de Economía tenía 16 empleados, y que en la época de Domingo Cavallo podía compararse con el Pentágono en cuanto al personal. Hay tres variables sin las cuales ninguna sociedad puede desarrollarse en lo económico y aspirar para sus mayorías un nivel de vida acorde con los aportes de la ciencia, la tecnología y el conocimiento en el siglo XXI. Seguridad jurídica, equilibrio fiscal y competitividad. Estos tres apartados no pertenecen a los principios del neoliberalismo ni a una corriente economicista de la sociedad, sino a las bases para que un país tenga la posibilidad de generar trabajo, ingresos, y todo lo que deriva de un crecimiento sostenido. La distribución de los beneficios de ese crecimiento de las fuerzas productivas dependerá del peso que tengan los distintos y cada vez más variados sectores que forman la sociedad moderna, que no se reducen a la división en clases sociales.
-¿Cómo le describiría la situación actual del país a un extranjero?
-Deuda impagable, estancamiento productivo, inflación al borde de la hiperinflación, fuga de dinero, vacío de poder político, enfrentamiento entre sectores económico-sociales, millones de personas que carecen de lo necesario en materia de educación, salud y vivienda.
-Detengámonos en el concepto de "vacío de poder político", ¿hay forma de revertirlo?
-Si la fórmula de Fernández-Fernández repite o aún mejora las elecciones de las PASO, puede dar la sensación de que hay un gobierno con apoyo popular en la Argentina. Pero necesitará demostrar que el Frente de Todos es un grupo sólido, coherente, con un proyecto claro y decisiones firmes. Por el modo en que se ha constituido, podemos dudar de que ocurra.
-El otro concepto para analizar es la pugna entre sectores y actores económicos y sociales. ¿Qué piensa del reclamo fiscal de los gobernadores opositores al Gobierno por las medidas palitativas post PASO, en un escenario cercano al quebranto?
-No hay mucho que pensar. Si unos se benefician otros se perjudican. Pero, además, los gobernadores tienen poca o ninguna gana de colaborar con un gobierno desacreditado y en retirada.
-¿Esta es una crisis de origen inédito en la Argentina o se parece a otras que ha padecido el país?
-Se parece a otras y tiene sus propias características. Raúl Alfonsín enfrentaba a las Fuerzas Armadas que las tenía en contra y con poder de fuego, a los sindicatos cuyos dirigentes le hacían un paro general tras otro, a una Iglesia desconfiada del laicismo del partido gobernante. Carlos Menem gobernó diez años, tuvo éxito en detener la espiral inflacionaria, descabezó el último intento de golpe de estado en nuestro país y arruinó estos logros con corrupción, enajenación espúrea de empresas estatales, desinterés, frivolidad, frente a atentados como los de la AMIA, Embajada de Israel, mafias aduaneras y una deuda externa letal. Fernando De la Rúa no supo solucionar la herencia recibida, dio manotazos de ahogado y fue fácil presa de un complot en el que varios se dieron cita. El kirchnerismo luego de doce años, una vez terminado el viento de cola de las materias primas, no supo cómo solucionar el embudo en el que se había metido. Sus medidas intervencionistas estaban agotadas. Por otra parte, Cambiemos enunciaba con cierta precisión los problemas del país, pero improvisó un modo de conducir plagado de torpezas, medidas inconsultas, marchas y contramarchas, una ingenuidad alarmante sobre nuestra relación con el mundo, y una confianza de principiantes en quienes son de poco confiar.
-¿Puede poner dos ejemplos sobre la "ingenuidad con el mundo" y sobre la "confianza de principiantes"?
-En noviembre del 2015 escuchábamos a Macri y sus acólitos bailar al son de Gilda nuestro ingreso al Primer Mundo y festejando la lluvia de inversiones y los aplausos de un círculo rojo eufórico. Al tiempo que rompían el cepo, bajaban las retenciones, liberaban las tarifas de servicios y transportes, le pagaban todo a los buitres y prometían pobreza cero e inflación a un dígito. Por lo visto ignoraban todo, como aprendices. Ni siquiera era voluntarismo, apenas algo más que una tontería. Odio citarme a mí mismo, pero no hablo con el diario del lunes. Por suerte se repiten programas de televisión en YouTube de aquella época en donde todavía iba con cierta frecuencia a entrevistas televisadas.
-¿Cuáles cree que son las razones de fondo, quizás menos visibles, que produjeron esta situación?
-Estimo que esta crisis se profundizó con la posibilidad de que Cristina Fernández, Axel Kicillof, La Cámpora con Máximo Kirchner, Carlos Zannini, etc, sean quienes tengan el poder político en la Argentina, en desmedro de un Alberto Fernández aislado, débil, e inestable. La situación era crítica, por supuesto, pero las PASO profundizaron la alarma entre los acreedores de un gobierno casi saliente que tomó prestado con total irresponsabilidad y un probable elenco gubernamental que puede defaultear.
-¿Algo de razón entonces tuvo el presidente en aquella polémica conferencia de prensa posterior a las PASO cuando dijo que el mercado le temía al kirchnerismo y que por eso sobrevino la corrida?
-No hay que ser vidente para saber que con el kirchnerismo las posibilidades de cobrar por parte de los acreedores y de cumplir con acuerdos previos no son las mismas que con un gobierno macrista. Pero que la corrida pudo haber estado manipulada con fines electorales, no puedo descartarlo.
-¿Quiénes son los responsables de la crisis? ¿Y qué grado de responsabilidad le atribuye a cada actor?
-La principal responsabilidad de esta crisis es la del gobierno. Desde el primer día anunció medidas contradictorias. Además, tiene un conductor que lamentablemente no es tal, y un grupo de asesores que viven una irrealidad modernizadora propia de consumidores fascinados por gadgets, por los últimos tecnoproductos y los nuevos grupos de jóvenes veganos y twiteros. Correr al FMI porque el país vivía una tormenta fue el acabose. Salir a navegar con un velero por el Atlántico y zafar el primer día por el viento a favor, y después zozobrar y justificarse con que no esperaban que el viento pudiera soplar en contra y padecer tempestades, muestra la consistencia de una política de estado. O sea nada, pura espuma. Atraer capitales golondrina sin ninguna restricción y luego quejarse porque vuelan; ir al FMI y aceptar un programa de ajuste y recesión sin fecha de vencimiento, y someterse a las imposiciones y entregar el timón y atarse de pies y manos, hace que el gobierno sea el principal responsable de esta crisis. Creyeron que participar de la grieta y usarla como arma electoral, confrontar con una ex mandataria procesada, le daba ventaja segura. Parece que fue otro error garrafal.
-El diario El Mundo de España insinuó en un lapidario artículo esta semana que los argentinos aman a sus propios ladrones. Señaló que las masas ideologizadas son comprensivas e indulgentes con la corrupción peronista. ¿Qué lectura hace de esa afirmación?
-Creo que a los españoles no les sobra demasiado para dar lecciones de nada. La nota de ese diario es pedante, hasta racista. Ni los brasileños ni los argentinos aman que los roben, ni que lo haga la dirigencia nacional ni Repsol ni líneas de aeronavegación ibéricas. El día que puedan formar algún gobierno estable, no apalear norafricanos en las fronteras y darles algún trabajo a la mitad de sus jóvenes, quizá podamos aprender algo de sus virtudes.
-¿Cuál es el ejemplo que Argentina debería mirar o emular? ¿Chile, Uruguay?
-No hay modelos. Pero hay principios básicos que mencioné. Ninguna sociedad es lisita e impoluta. Ni el elitismo chileno ni la parsimonia uruguaya son materia de importación.
-¿Cómo observa los comportamientos y medidas que han tenido los dirigentes políticos y candidatos presidenciales tras la crisis?
-Lo de Macri es gracioso, no lo he tomado a la tremenda. Que un presidente pida que se vayan todos (los ciudadanos), es toda una novedad. También se decía que el pueblo argentino no estaba a la altura de Alfonsín. Fue un gesto de decepción de quien siempre ha tomado las cosas a la ligera, como cuando pedía que los argentinos no exageren con el uso de la losa radiante, o algo parecido. Son las consecuencias de una cierta falta de calle.
-¿Qué opinión tiene sobre la denuncia de Martín Redrado, quien aseguró que el presidente ordenó dejar correr el dólar el lunes negro para mostrarles a los votantes del Frente de Todos el efecto de sus elecciones?
-Su mentor, Alberto Fernández, pide un dólar bien alto. Es posible que en un mercado de divisas tan chico como el nacional unos pases de manga modifiquen el valor de las divisas. Pero ahora el gobierno contiene al dólar, no lo quiere tan arriba.
-Si a usted el presidente Macri le pidiera algún tipo de asesoramiento, ¿le recomendaría que apueste a revertir el resultado electoral para llegar a un balotaje o que prevea encarar una transición?
-Las dos cosas. Lo más importante es que finalice su mandato. No creo que se atreva a tomar medidas de más expansión fiscal, porque carece de la confianza de casi todos los sectores. Incluso se incentiva aún más el mercado interno o el consumo, no veo reforzada su autoridad. Lo único que lo beneficiaba es el miedo de la vuelta de Cristina, y ese temor no está funcionando.
-En las PASO el electorado le dijo claramente basta a Macri. ¿Piensa que la gravedad de la situación financiera puede torcer el voto en octubre, que gravite la idea de que el mundo confía más en Macri que en Fernández y que eso ayudaría a la Argentina?
-Con 17 puntos de diferencia, lo veo casi imposible. Tampoco es bueno que la gente vote con miedo a que el mundo nos va a castigar si no votan a Macri. Por ahora rechazan el castigo que dicen padecer de este gobierno, sin ver – porque nadie les explicó bien– cuál es el premio en la recta final. La mayoría de los ciudadanos no son inversores, sino trabajadores asalariados, y no están todo el día pensando en las Leliq.
-¿Cuál es su lectura sobre la asunción de Hernán Lacunza? ¿Sirve?
-Macri nombró a (Nicolás) Dujovne porque estaba en la televisión. Echó a (Alfonso) Prat-Gay porque no jugaba en equipo, es decir, en esa especie de grupo de ayuda mutua con la que intentaba descoordinar una medida con otra, y ahora nombra nuevos ministros. Pero la política está en una camisa de fuerza.
-¿Lo dice porque está imposibilitado de actuar o porque actúa de manera imprevisible?
-Porque hizo un plan de ajuste recesivo sin posibilidades de cambiar sobre la marcha si algo no funcionaba. Entregó las llaves del reino a la señora (Christine) Lagarde, forzado por su propia impericia. Claro, siempre hay justificaciones. Pero, vuelvo a los inicios de la presidencia de Macri. El kirchnerismo había dejado una economía con dificultades, ya no creaba empleo y con un cerco financiero. Había que modificar la situación con delicadeza, no me refiero a la discusión escolástica entre gradualistas y rompeportones, sino a saber conservar y reconocer logros del período anterior y cambiar el rumbo buscando consensos políticos. Hoy pasa lo mismo, un nuevo gobierno debe resistirse a anunciar una nueva Argentina y sepultar a otra supuesta del pasado.
-Siempre con el diario del lunes es fácil ver los errores. Pero, ¿considera que fueron temerarios, el presidente Macri y su entorno, al desterrar la opción de María Eugenia Vidal como candidata presidencial, cuando la sucesión de comicios provinciales venía mostrando derrotas aplastantes de Cambiemos, en parte por la mala imagen presidencial y el estado de la economía?
-El PRO tiene políticos interesantes. Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, (Guillermo) Dietrich, (Rogelio) Frigerio, (Hernán) Lombardi, (Carolina) Stanley… No sé, no soy especialista en elencos gubernamentales, me interesa más la política que los políticos. Pero Macri, lamentablemente, ni siquiera es un político, depende de sus asesores, a veces acierta, otras no… como cuando era presidente de Boca. Un líder marca la cancha, ve algo más que sus compañeros de ruta, convence, explica, fija prioridades. Creo que es lo que hacían Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner, por ejemplo. Para bien o para mal.
-¿Cuál es la crítica puntual que tiene para hacerle al presidente?
-¿Dedicarse a la política?
-Macri ratificó a Marcos Peña como jefe de gabinete. ¿Hizo bien?
-No sé. Marcos Peña es un excelente cuadro. Un hombre inteligente y batallador. Le faltó un buen guía, desde joven abrazó una causa con muy poca sustancia. Creyó que peronismo y radicalismo eran viejos, lo que es cierto, y ellos lo joven y nuevo, lo que no es cierto.
-¿A quién votó en las PASO y por qué, si es que quiere decirlo?
-No, porque deposité una boleta, que no es lo mismo que votar. Hace mucho que no voto, desde el 2011, en que apoyé a Hermes Binner. Pero, eso sí, hubiera preferido que la diferencia entre el gobierno y la oposición fueran mucho más exiguas. Esta diferencia es perjudicial, da oxígenos a demasiados aventureros.
-¿Quiénes son esos aventureros?
-Los que componen el llamado cristinismo. Los que se apoyan en la bronca de la gente para hundir más al país.
-¿Cómo se reconcilia un país, escindido por dos sectores tan opuestos en sus creencias y a la vez tan beligerantes? ¿La grieta tiene solución?
-Para reconciliarse habría que saber sobre qué. Darse la mano se la pueden dar cualquiera con cualquiera, para una foto. El kirchnerismo y sus adherentes nunca han sido demócraticos. Degradaron a Alfonsín ignorando el Juicio a las Juntas, se burlaron de (Julio César) Strassera, borraron a Ernesto Sábato, lo silenciaron a Julio Nudler, trataron por todos los medios de impedir de que (Mario)Vargas Llosa inaugurara la Feria del Libro, minaron el terreno para que la disidente cubana Yoani Sánchez no pudiera venir a nuestro país, en cada organismo oficial confeccionaron listas negras -no de un modo puntual que puede darse en otros gobiernos, sino de un modo sistemático- , convirtieron a entes nacionales y públicos en tribunas partidarias, botonearon y escracharon a granel, trataron de procesistas, esclavos de medios hegemónicos y destituyentes a quienes no se sometían a sus dictados, insultaron a la familia Nisman, firmaron con Irán un tratado tenebroso, etc, etc… Y no hablo de la megacorrupción ¿Por qué ahora cerrarían la grieta si son nuevamente gobierno?
-¿Por qué cree que la megacorrupción no tuvo gravitación en el voto? ¿Considera que la conducta moral de los dirigentes termina siendo más un desvelo de la prensa y de la Justicia que del electorado?
-La ética es un escudo perforado cuando se la usa en demasía en política. La megacorrupción no incide desde el momento en que el mismo gobierno que acusa es sospechado, en que los jueces que llevan a cabo los procesos también son sospechados, en que el periodismo que denuncia es sospechado. Y además, porque la famosa ruta del dinero no se sabe en dónde está.
-¿Qué cree que pasará con las causas de corrupción y los juicios a Cristina Kirchner?
-Si en estos cuatro años no pasó nada, no veo la razón de que algo cambie cuando ella cogobierne. No creo que en el futuro vaya demasiado seguido a Comodoro Py.
-¿Cómo imagina un gobierno de Alberto Fernández y qué rol vislumbra que tendrán Cristina Kirchner y La Cámpora?
-Veo que ya hoy día hay una ancha avenida que separa las oficinas de la calle Méjico y el Instituto Patria Grande. Mal presagio.
-¿Qué riesgos observa sobre la mala relación entre Alberto Fernández y Jair Bolsonaro?
-Supongo que si les toca se comportarán como jefes de estado y no como panelistas de televisión.
-¿Y la distancia que también se abre con Donald Trump?
-Trump fue el peso pesado que inclinó la balanza para que el FMI prestara ingentes cantidades de dinero al gobierno de Macri. Su reacción ante un nuevo personal que lo destrate… mejor no pensarlo.
-¿Argentina tiene algún futuro?
-Tiene pasado, presente y futuro. Como todo ente existente y mientras haya argentinos. Que este futuro sea mejor que este presente, lo deseo con todas mis ganas y fuerzas. Nuestro país entre 1870 y 1920 se arriesgó a una aventura extraordinaria. Quintuplicó su población con un crecimiento extraordinario de sus fuerzas productivas. Ése es mi modelo de Argentina.
La persistencia del maestro
-¿Por qué volvió a escribir sobre el hombre que lo moldeó como pensador: Michel Foucault, su maestro?
-Simplemente porque no lo dejé. En los últimos años di dos cursos sobre Foucault, uno en la carrera de filosofía de la UBA, y otro en la Biblioteca Nacional, además de conferencias. Mientras tanto escribía sobre aspectos que antes no había frecuentado de su obra. Me dediqué a pensar en su idea de intelectual específico, en sus modos de argumentar imitando el paso del cangrejo, en los motivos por el que los historiadores de profesión lo critican, en los alcances de su obra en lo que respecta a campos que no son los de la Europa que él analiza, en su caracterización de los ejes que configuran la modernidad: los dandis, los cínicos, y los disidentes, sus disputas con lacanianos, su concepto de la verdad, etc.
-¿Qué lo sigue interpelando del pensamiento de Foucault?
-En mi formación hay tres ingredientes: la letra me la dio Foucault, la música Gilles Deleuze, y el espíritu Witold Gombrowicz. Foucault me sorprende cada vez que inicia un trabajo filosófico. Lo hizo con los temas de la locura, de la historia del saber, su concepción del poder, sus escritos sobre la ética.
-¿Cómo se expresaba la felicidad en Foucault?
-Con el placer de la libertad de pensar. Se autodefinió como un positivista feliz, un hombre que incursiona en problemas difíciles de elaborar con el entusiasmo del aventurero, del curioso, del eureka del buscador.
-¿Cuál ha sido el atractivo y el sedimento al hurgar en la vida cotidiana de su mentor?
-Divertirme con los testimonios de amigos que a los sesenta y largos años publican sus recuerdos cuando lo conocieron a los veinte, con un Foucault de cincuenta. El retrato de mi filósofo de cabecera, como la biografía, y anécdotas, le dan cuerpo y vida a sus escritos.
Milagro Sala, "discípula de Sarmiento"
-En la última parte de su libro, cuando reflexiona sobre la Argentina, concluye que la Nación fue el resultado de un proceso totalizador empujado por la ocupación del territorio para gobernar. Y ahí hace una polémica reivindicación de Milagros Sala. ¿Puede explicar?
-El gobernar es poblar de Alberdi inicia un proceso que revolucionó a nuestro país, lo dio vuelta como un guante. Se hizo irreconocible para sí mismo. Reinventamos la lengua, la comida, las costumbres en una nada de tiempo. No hay antecedentes de tal magnitud en el mundo. El proceso de la Tupac me asombró por su originalidad respecto de los movimientos sociales. Su labor en defensa de la mujer, de la educación de los menores, su rigor por una cultura del trabajo, la lucha sin cuartel contra el alcoholismo, hasta su liberalidad en lo que concierne a las actividades de recreación y de ocio, la muestran como una discípula de (Domingo Faustino) Sarmiento. Por supuesto, que ese proceso no pudo no estar contaminado por una sociedad violenta, de servidumbre durante siglos, de explotación inhumana, de mafias del narcotráfico, y de una casta política corrupta. No se me ocurre pedirle que practique una democracia a la escandinava, sin por eso apoyar la violencia que ejerció ni privilegios que distribuyó, ni las consignas a favor de una guerra revolucionaria al modo del Che. Pero considero que ser la primera y ejemplar presa de una sociedad como la jujeña es de una extrema injusticia.
-¿La publicación el año pasado de un artículo suyo –¿Kambiemos?– fue la razón de su alejamiento en el ámbito del periodismo y la reflexión política? ¿Puede explicar qué lo empujó a tomar esa decisión? ¿Esa pausa ha terminado?
-No fue por esa nota. He dejado de escribir de un modo periódico en los medios gráficos desde el 2011 cuando Cristina ganó con el 54%, y el candidato que yo apoyaba, Binner, 16%. Además asumí que mis escritos polemizando con el kirchnerismo desde el 2004, me enfermaban, y me pudrían el carácter. Espero que no vuelva el clima de aquellos años, aunque muchos los añoren.
-¿Qué le pareció la convocatoria de Cambiemos de ayer en apoyo al oficialismo?
-Me parece bien que la gente se movilice, supongo que dará inicio a unas cuantas otras movilizaciones.
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