Joaquín Arbe tenía miedo. Estaba desconcertado: no sabía si sus piernas iban a aguantar el ritmo, no sabía si acoplarse al pelotón era una buena estrategia, no sabía si correr tres días después de bajar de los 2.500 metros de elevación de Cachi, en Salta, le iba a hacer bien. Sentía nervios. Un minuto antes de empezar la carrera sintió un pinchazo, una molestia, a la altura de la costilla izquierda. Se había preparado un mes corriendo en la altura. La adaptación al llano era una incertidumbre. Hizo su mejor marca: terminó noveno, fue el mejor argentino de la competición con un tiempo de una hora, dos minutos, 56 segundos.
Festejó sus 29 años solo en el podio, con una copa y una corona de laureles. En Esquel lo esperan sus hijos Maia y Emanuel y su esposa, la atleta Alejandra Carinao, embarazada de su tercer hijo. Estuvo perfeccionándose en la altura salteña, bajó para competir y volverá a subir a Cacho el martes para entrenarse de cara a la maratón de Buenos Aires que se realizará el 22 de septiembre. Antes de la carrera, sin embargo, tuvo un momento de zozobra.
"Sentí un dolor, no sé si eran los nervios o qué. Estábamos entrando en calor y sentí una molestia en el costado. Por suerte cuando hice la recta, ya se me aflojó. Seguramente fue el cagazo que tenía", reconoció en diálogo con Infobae segundos antes de subirse al podio, dos horas después de haber terminado la carrera y todavía esperando ser recibido por la gente del doping.
"Era mi primera experiencia en Cachi. No sabía cómo me iba a sentir al bajar. A algunos les cuesta adaptarse de nuevo. Por suerte, me adapté bien. Me animé a salir con los extranjeros abajo de tres minutos. Tenía miedo de quedarme solo si iba a ese ritmo. Pero pude aguantarlo y en el remate me pude hacer fuerte y ganarle a ese grupito", expresó. Le sorprendió la marca, haberse bancando el ritmo debajo de los tres minutos por kilómetro. "Iba muy pendiente del reloj. Sabía que iba a un ritmo que para mí no era habitual, sabía que me podía salir bien como me podía salir mal si al final me quedaba sin piernas", agregó.
Consiguió la tercera marca histórica de Argentina -la mejor en los últimos 21 años- y el mayor hito en su carrera después de haber dormido cuatro horas: "Por los nervios no pude dormir mucho, más que nada estuve en la cama descansando las piernas. Me acosté a las doce de la noche pero a las cuatro, cinco de la mañana ya quería estar arriba". La noche anterior había cenado una porción de fideos con un poco de pollo y antes de la carrera desayunó té con tostadas y mermeladas. Le queda, en el día, una siesta y proyectar su viaje de regreso a Cachi.
En la 21K, Arbe ganó 20 mil pesos por haber terminado primero como argentino. Tiene 16 títulos nacionales, más de cincuenta medallas a nivel nacional en competencias de 800, 1.500, 5.000 y 10 mil metros, cross y hasta 3.000 metros con obstáculos. Es, dentro del mundo runner, reconocido como un atleta multifacético. Estuvo, sin embargo, cuatro minutos detrás del keniata Bedan Karoki, el ganador de la prueba.
"A los africanos directamente ni los vemos. A nivel sudamericano se puede dar pelea, de hecho a algunos les pude ganar hoy. Eso motiva y hace que la carrera tenga más jerarquía. Tener un pelotón compacto que te ayude con el ritmo es importante porque te permite progresar", valoró Arbe, quien admitió que competir contra los atletas de elite internacional es "imposible": "Ellos corren una carrera aparte. Salen a un ritmo que para nosotros es imposible seguirlos. Hay que verlos correr y felicitarlos. Están a otro nivel. El que ganó va a buscar la marca de una maratón en dos horas cuatro minutos, dos horas tres. Esas son las mejores marcas a nivel mundial".
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