"Hola, ¿cómo estás? Estoy en el kilómetro 16, hablamos más tarde". Mientras corría la media maratón de Buenos Aires, Sebastián Karpencopf se tomó el tiempo hasta para atender el llamado de Infobae ante la duda sobre su ubicación. Lo mismo hizo con cada uno que al pasar lo saludaba al grito de "Polaco", como es conocido en el ambiente runner.
Este domingo se corrieron los 21K de Buenos Aires, con la participación de 20.958 aficionados a las pruebas pedestres. Escoltados por una masa de atletas ansiosos de dar el último paso, los ganadores comenzaron a llegar a la línea de meta desde las 8:29. Exhaustos tras más de una hora de acción, el desfile de los participantes que cruzaron el arco de llegada se extendió por más de tres horas. Y entre los cientos que cumplieron el objetivo de completar el recorrido, hubo uno que acaparó la atención. Era Karpencopf, que como sucede en cada cita en la que da el presente, se volvió a robar las miradas ajenas.
El excéntrico atleta corrió vestido con la indumentaria de un oficial de bombero voluntario. Con su indumentaria, esa que viste desde hace 17 años, estando al servicio de la comunidad.
"La carrera estuvo muy dura este año. Hizo mucho calor. Igual, es un lindo circuito y correr por la ciudad es impagable. Con la cantidad de carreras que hay hoy en día, es un buen momento para que la gente tome conciencia y se sume a las correr", dijo el Polaco en diálogo con Infobae, tras casi dos horas de actividad.
El hombre cuenta que su objetivo en las competiciones a las que asiste no es ganar. No busca imponerse, no va tras quedarse con el primer puesto. Tampoco aspira a conseguir un registro histórico, a batir un récord general. Su propósito es transmitir un mensaje.
"Este es mi uniforme obligatorio de incendio, es un equipo de dos capas: una ignífuga que evita que la flama nos queme y otra que se le dice 'barrera anti vapor' que evita que los gases calientes se metan por dentro del equipo", empezó a explicar.
Y continuó: "Para correr con esto tenés que tener mucha preparación. Por eso les recomienda a sus colegas bomberos salir a correr, "primero con su remera, y luego empezar a agregar la vestimenta e ir incrementando los kilómetros", siempre pensando en las posibles tareas que le puede deparar su profesión.
La otra razón es conocer su potencial físico: "El deporte es una cuestión demandante. Y es el único modo que tengo de buscar el límite hasta dónde puedo llegar. En lo personal necesito eso; necesito saber hasta dónde puede dar mi cuerpo y hasta dónde mi mente me puede llevar para luego poder dar un mejor servicio", reveló.
El atleta cree que su accionar puede servir como ejemplo para sus compañeros de oficio, "para que ellos lo tomen como un mensaje de salud y comprendan además la importancia de hacer actividad para nuestro trabajo", sostuvo. Y de paso, aprovecha para solicitar colaboración de la comunidad para con los cuarteles: no habla de dinero, sino de herramientas en desuso, colchones o cualquier otro elemento que pueda llegar a ser de utilidad.
Actualmente Sebastián está desempleado. Vive de changas, haciendo lo que puede. No consigue un trabajo en relación de dependencia "debido a tener a cargo dos personas con discapacidad": su pareja padece lupus y su hijo más chico tiene una parálisis cerebral severa. Si bien cuenta con una pensión contributiva, señala que los tratamientos son muy costosos. Así sus horas las divide entre el cuartel y un centro de entrenamiento en el que se pone en el rol de profesor para dar clases de full contact, kick boxing y muay thai.
Mientras tanto no deja atrás su propósito de difundir las carencias y exponer las dificultades de los bomberos voluntarios de todo el país a través del deporte. Por eso, soportó el calor y la incomodidad de correr 21 kilómetros con el uniforme. Por eso, a veces lo hace con los cerca de 25 kilos de peso del equipo completo. Por eso, lo hará el mes que viene en un desafío doblemente mayor: la maratón de 42 kilómetros.
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