La asombrosa historia del primer campeón mundial argentino de ping pong: tiene síndrome de Down y necesita fondos para seguir triunfando

Juan Pablo Castet es de San Nicolás, tiene 31 años y entrena desde los siete. Se consagró invicto en torneos de Venezuela, Portugal y México. Los Trisome Games de Turquía 2020 son su próximo objetivo

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Juan Pablo Castet tiene 31 años y entrena desde los 7
Juan Pablo Castet tiene 31 años y entrena desde los 7

"Fue un baldazo de agua fría. El pediatra bajó, me dijo que él había nacido con síndrome de Down y yo le pegué una trompada a la pared", asegura Pablo Castet y no tiene pruritos en recordar aquel momento en el que tanto él como su esposa, Susana Lamelas, desconocían todo sobre la condición con la que había llegado al mundo su primer hijo. Juan Pablo Castet, o Juampi, como le dicen todos, nació el 15 de agosto de 1988, cuando una helada intensa se sentía en la ciudad bonaerense de San Nicolás. Hace 31 años aquellos padres sorprendidos no imaginaban que ese bebé que tenían entre sus brazos sería el primer campeón mundial de tenis de mesa de la historia argentina en todas sus categorías.

"Cuando tenía cuarenta días y estábamos desbordados, una tía muy creyente me dijo: 'Ustedes fueron elegidos por Dios'. Le creí. Y tomamos el toro por las astas. Era nuestro hijo… El primero. Entonces entramos en un mundo desconocido", recuerda ante Infobae Pablo, que todo el tiempo destaca el rol de su esposa en la estimulación temprana, las terapias –a los dos años el niño empezó a caminar– y los desafíos de la alimentación de Juampi. "El médico nos explicó que iba a poder hacer todo, pero a su tiempo", agrega sobre el campeón argentino.

Juan Pablo Castet se luce en torneos por todo el mundo

Cuando nació Juampi, Pablo ya tenía dos hijos de una pareja anterior, y después llegó María Dolores. Los Castet eran muy deportistas y por eso probaron si su hijo quería jugar al fútbol, hacer natación… Hasta que llegaron al tenis de mesa, cuando Juampi tenía siete años. Todo gracias al profesor de educación física José Agudo, del Club Belgrano de San Nicolás. "Lo guió con disciplina y seriedad. La discapacidad de mi hijo nunca fue un obstáculo para él", apunta Pablo, mientras su hijo agrega: "Lo que más me gusta es jugar. ¡Me gusta un montón!"

Juan Pablo empezó jugando torneos amistosos en clubes de Rosario y Buenos Aires, así como en FLENI, el centro de rehabilitación de Escobar. Fue mejorando y, cuando tenía quince años, se incorporó a la Federación Argentina de Tenis de Mesa y compitió en el circuito del deporte adaptado. Pero después de un tiempo le negaron el apoyo y ahora representa a la Asociación Santafesina de ese deporte.

Además, desde hace dos años compite en torneos convencionales en River, el CENARD, el Club La Legión y en Rosario. "En el Instituto Dr. Romero Brest terminó octavo entre 60 jugadores. No salió campeón, pero siempre está entre los mejores", asegura Pablo, que toda la vida trabajó como administrativo y ahora está jubilado. Al igual que su esposa, que después de tener a su hijo se dedicó a ser profesora de lengua de señas.

Desde hace dos años, Castet compite en torneos convencionales en River, el CENARD, el Club La Legión y en Rosario
Desde hace dos años, Castet compite en torneos convencionales en River, el CENARD, el Club La Legión y en Rosario

"Juampi se integra muy fácil. Te ve solo y se acerca a charlarte. Más allá de si estás parado, con muletas o en silla de ruedas. Si sos gordo o flaco. Especial o convencional. Él quiere jugar. Tiene un don para darse", cuenta orgulloso su papá.

Su primer torneo internacional fue en el 2011, en Caracas, Venezuela. Juan Pablo ganó medalla de oro en la categoría síndrome de Down. "Sin el apoyo de la Federación, tuve que empezar a buscar yo los torneos para que siguiera jugando. Entonces me encontré con la SUDS, que es la unión deportiva para chicos con esta condición. Lo anotamos en un torneo en Madeira, Portugal. Juntamos plata a través de rifas, venta de tortas y empanadas, y viajó en octubre del año", relata Pablo.

Durante el primer día de entrenamiento en aquella competición, el coach de Irak se acercó y le aseguró: "Este chico va a ser campeón del mundo". Él le contestó que se estaba apresurando, que recién había visto un entrenamiento y que eran muchos competidores. Pero el iraquí sabía de lo que hablaba: Juampi debutó con un 3 a 0. Repitió el score en el segundo partido. Y ganó 3 a 1 en el tercero, eliminando al último campeón con facilidad. Ganó 3 a 0 en octavos, cuartos y semis y definió la final por 3 a 1. Se consagró campeón mundial en su categoría y el recibimiento en San Nicolás, con autobomba y caravana, quedó para siempre en la memoria colectiva del pueblo.

Juan Pablo vive en San Nicolás, provincia de Buenos Aires

"Cuando gana, Juampi no expresa su alegría con palabras, sino con un abrazo y la sonrisa. Le da lo mismo si la medalla es de cartón o de oro, le gusta el aplauso", asegura su papá. Y el campeón agrega: "Me gusta viajar a los torneos porque tengo amigos". De hecho, acaba de volver de México, dónde ganó todos los partidos invicto en sets. ¿Más? Se consagró también en dobles, con un brasilero. "Quiero ir a Tuquía, papá. Con vos y Guillermo", apunta Juampi, mientras Pablo aclara que Guillermo Silvano, es su entrenador para los viajes. Y que el próximo objetivo son los Trisome Games, en abril del 2020, en la ciudad de Antalya, Turquía, donde habrá más de mil atletas con síndrome de Down de todas las disciplinas.

"No tenemos apoyo por parte del Estado. Juampi entrena y compite, mientras nosotros hacemos la logística. Nos cuesta mucho. Por eso buscamos sponsors", apunta Pablo, que logró que su hijo fuera a México gracias a un donante anónimo que lo vio en el programa de Mariano Iúdica. Además, está en www.domondo.org, una plataforma de financiamiento colectivo para quienes quieran ayudarlo.

Los Castet viven en su casa de siempre, en el barrio Ponce de León, de San Nicolás. Los chicos de su edad que le enseñaban a andar en bici –uno adelante y otro atrás, alargando de a poco las distancias–, hoy colman su Facebook con mensajes de aliento. Además, cada paso por el centro de la ciudad ribereña es una selfie, un choque de manos y un "¡hola campeón!".

Los Trisome Games de Turquía 2020 son el próximo objetivo de Juampi
Los Trisome Games de Turquía 2020 son el próximo objetivo de Juampi

Juampi entrena dos horas los martes y jueves en el Club Unidos en San Nicolás, con Silvano. Y, tres horas más en el CASBA, donde se inició, con Agudo. Los lunes y miércoles viaja al Club Sacachispas de Villa Constitución, Santa Fe, para ejercitarse de nueve a doce de la noche. Ni el frío, ni la lluvia, ni la noche pueden con sus ganas de pegarle a la pelotita. "La clave es que nunca, en 22 años, dejó de jugar. No hay muchos chicos con síndrome de down en el mundo que se hayan dedicado a un mismo deporte de forma ininterrumpida", asegura su papá.

"Mejoró mucho en estos dos últimos años, entrenando con atletas convencionales. Su juego es más técnico, más vivo y agresivo. Incluso a veces cuando les gana, los gasta", ríe Pablo. Y pronto aclara: "Juampi es consciente de que tiene síndrome de Down y de sus limitaciones, pero le gusta competir. Sabe que tiene que practicar para mejorar y ganar. Su éxito es producto de su perseverancia", apunta su papá. Pero señala que no todo siempre fue color de rosa y que alguna vez, en algún torneo, algún chico dijo que no encontraba su paleta para no jugar con Juampi. "No me enoja. Porque son tan ignorantes como lo era yo, antes de que naciera mi hijo", asegura Pablo.

"Los chicos con síndrome de Down no tienen maldad, como sí un deportista convencional. Por eso durante la premiación, se abrazan, cantan juntos los himnos de uno y del otro e intercambian remeras sin ningún tipo de especulación. El juego entre ellos es la forma más pura y sana del deporte", agrega.

“Me gusta viajar a los torneos porque tengo amigos”, asegura el deportista
“Me gusta viajar a los torneos porque tengo amigos”, asegura el deportista

Juampi es campeón del mundo pero además es un chico que toda la vida miró programas de cocina –los del Gato Dumas estaban entre sus preferidos– y canales de deportes. Además, es una persona que está atenta a todo. "Pa, hoy te vence la tarjeta", le recuerda a Pablo, en función de lo que escuchó el día anterior. "Pa, te estás quedando sin nafta", apunta después de subirse al auto y observar la marca del tanque. Ama a sus sobrinos. Detesta el mate. Y cuando fallecieron sus abuelos, tías y tíos aceptó la muerte con una naturalidad admirable. "Estaba triste, pero erguido. Digitaba los movimientos de todos en la casa funeraria", se enorgullece su papá.

"¿Imaginaste alguna vez que llevabas en tu panza a un campeón del mundo?", le preguntaron hace unos días a Susana. Y, sin dudas, nada de aquello pensaron los Castet, que cuando nació y lo tuvieron en brazos, se encontraron frente al desafío mayúsculo de sus vidas. Entonces el papá resume: "Mi hijo es un fenómeno, más allá de los logros deportivos. Los premios son sólo una circunstancia. Sin Juampi, la casa está vacía. Nació y no sabíamos que hacer con él. Ahora, si no está, no sabemos qué hacer con nosotros".

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