El talentoso y desconcertante dandy que gastó 3 mil dólares de la beca Guggenheim en una cena en el Alvear para 25 amigos

Federico Manuel Peralta Ramos subió la vara del dandismo: cumplió todas sus leyes, pero las quebrantó con su desfachatez e irreverencia

Federico Peralta Ramos: artista, bon vivant, dandy de Buenos Aires (YouTube)

"Dandy (o dandi): arquetipo de persona muy refinada en el vestir, con grandes conocimientos de moda, proveniente de la burguesía, y de fuerte personalidad."
(Diccionario de la Real Academia, última edición)

La última vez que lo vi –que lo vieron miles– caminaba por la calle Florida. Era verano, pero a despecho del calor, vestía smoking gris perla de gruesa tela, sin duda surgida de históricas hilanderías londinenses. Era 1983, acaso habría cumplido sus primeros 44 años, empezados en Mar del Plata el 29 de enero de 1939, ya había escrito una de sus primeras definiciones autobiográficas: "Pinté sin saber pintar, escribí sin saber escribir, canté sin saber cantar. La torpeza repetida se transforma en estilo", y alto, macizo y orondo, no presagiaba que le quedaban apenas nueve años sobre la Tierra.

En 1968, cuando los estudiantes franceses levantaban barricadas en París, la gente de color quemaba sus propios ghettos en Wasington, y la guerrilla vietcong llegaba al centro de Saigón, él –Federico Manuel Peralta Ramos– perpetró su mayor y más audaz revolución estética: ganó la codiciada beca Guggenheim, gastó hasta el último dólar en un banquete para sus amigos en el hotel Alvear, lo llamó "La última cena", parodiando a Leonardo Da Vinci y su obra magna.

En 1965 ganó el Premio Nacional Instituto Di Tella con la escultura de un huevo gigante, yeso y madera, y título más que sugestivo: “Nosotros afuera”

La Fundación Guggenheim le exigió que devolviera el dinero del premio. Y Federico respondió con esta carta:

"Junio 14 de 1971. Dear Mr. Mathias. (…) En cuanto recibí el primer aporte de la beca (…) invité a un grupo de amigos –25 personas– a una comida, y después a bailar a la boite África, que costó u$s 300.

Me impulsó la convicción de que 'la vida es una obra de arte', por lo que en vez de 'pintar' una comida, dí una comida (…) También me mandé hacer tres trajes (costo: u$s 500.), pagué deudas (u$s 1.000.)".

La confesión siguió: compra de tres cuadros por 900.000 pesos moneda nacional.

Luego de recibir el galardón por su obra Nosotros afuera, la destruyó a hachazos

Ahora, biografía formal.

El "Marcel Duchamp porteño" –definición de la crítica María Gainza–, tataranieto de Patricio Peralta Ramos, fundador de Mar del Plata, fue uno de los seis hijos de Federico Peralta Ramos y Adela González Balcarce Bengolea.

Nació rico. Riquísimo. Condición no obligatoria para un dandy, pero algo más propicia.

Secundario: Colegio Cardenal Newman. Terciario: UBA, Arquitectura, sin recibirse.

Marta Minujin, Ernesto Sabato, Antonio Berni y Peralta Ramos (Centro Cultural Recoleta)

No tardó en lanzarse, con cuerpo y alma, a la generación del Instituto Di Tella: Marta Minujín, Alberto Greco, Edgardo Giménez, Dalila Puzzovio, Jorge de la Vega… y Federico cantando "El gusanito".

Imagíneselo: "Nadie me quiere – Todos me odian – Mejor me como un gusanito – Le corto la cabeza – Le saco lo de adentro – Mmm que rico gusanito!"

Pero a la hora del arte serio, o más o menos, dio un gran golpe. En 1965 ganó el Premio Nacional Instituto Di Tella con la escultura de un huevo gigante, yeso y madera, y título más que sugestivo: "Nosotros afuera". Luego de recibir el galardón, destruyó el huevo a palazo limpio.

Una vez la la Rural, ofertó por un toro campeón… ¡sin tener plata para pagarlo!  (la Agenda de Buenos Aires)

Dos años después, locura y escándalo: levantó la mano en la Exposición Rural para comprar un toro campeón…, sin tener un centavo en el bolsillo ni en el banco. Acosado por las autoridades, explicó:

-Quería exhibirlo como una obra de arte…

Furioso, su padre lo internó en un neuropsiquiátrico, sin resultado, excepto la inmediata organización de "El festival del mate cocido", con todos los pacientes, además del inequívoco uso de la palabra "mate".

Invitado a exponer en la Galería Witcomb, prestigio y primera línea, advirtió que su mejor obra no pasaba por la puerta, pidió un serrucho, y la cortó en dos.

Federico Peralta Ramos y Antonio Berni (Gentileza Centro Cultural Matta)

En 1970 y en un disco editado por Columbia urdió su definición más famosa: "Soy un pedazo de atmósfera". Del otro lado, "Tengo un algo adentro que se llama coso". Venta en farmacias (¿?) y disquerías: 1333 copias.

Desde luego, no podía faltar un credo. Creó la Religión Gánica. Mandamientos: Hacer siempre lo que uno tiene ganas. Creer en el gran despelote universal. No mandar. No endiosar nada. Regalar dinero. Dejar tranquilo a Dios.

Tato Bores y Federico Peralta Ramos, por donde el dandy porteño pasó y comió los famosos tallarines: “Soy una estrella porque salgo de noche”, dijo

Su mundo, su breve geografía porteña, fueron la Galería del Este, el Florida Garden, La Biela, cuyos habitués (algunos, también dandies) aplaudieron a Federico dos veces en dos pasos por el celebérrimo programa de Tato Bores, donde comió los consabidos tallarines cantando "Soy una estrella porque salgo de noche".

Dandy, sin duda. Cumplía todos los preceptos básicos. Cuna de alta burguesía, ropa formal y de buen gusto, y fiel a la definición de Charles Baudelaire: "El dandy es un ser sin otro problema que cultivar la idea de lo bello en su persona, satisfacer sus pasiones, sentir, pensar, y saber que son el último resplandor de heroísmo en decadencia".

Federico Peralta Ramos escribió en 1977

Pero Federico, inclasificable –acaso el único dadá nacional– fue mucho más allá. De pronto, ante la guerra de Malvinas, improvisó –puño y letra, en papel común– este pequeño poema: "Hay un mundo que se va al Tatcher (textual, falta una hache), y otro que nace. Por eso no me baño más en la Costa Azul. Me Baño en la Costa Méndez" Título: Poema actual. Lapicera sobre papel. 17 x 24,5 cm. 1981. (Aclaración por las dudas: Nicanor Costa Méndez era el canciller argentino).

Breve referencia personal. Jefe por un corto tiempo de una revista, le encargué una columna semanal de tema libre (¿Qué otra cosa podía ser?). La entrega debía ser puntual por razones de cierre: día y hora. En realidad, supuse que no volvería. Pero durante varios meses cumplió como un empleado que marca tarjeta. Terminado el pacto, me dijo:

–Sos el único tipo que me hizo trabajar a horario. ¡Eso no lo consiguió ni mi padre!

Murió el 30 de noviembre de 1992 de un infarto cuando estaba cantando en el Café Mozart

El 30 de octubre de 1992, mientras cantaba en el Café Mozart porteño con Laura Rivero y Alberto Favero, lo abatió un infarto fulminante. Pero algo más dejó en la memoria que sus increíbles ojos celestes: dos faros que llamaban a tocar su puerto aun a riesgo de desconcierto y frustración. Pero después de pasar por ventanilla, no había devolución. Tómelo o déjelo.

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