"Perdón, es difícil estar aquí, venimos del fin del mundo. La vida es mejor con cómics, son nuestra pasión. Y esto es un premio para la familia de La Revistería: Silvia, Alejandro, José, Alberto, Jordi y todas las personas que hicieron esto posible", atinaron a decir Ricardo Villarreal y Alejandro Viktorín al ser distinguidos en la ceremonia de entrega de los premios Eisner, conocidos como "los Oscar de las viñetas", realizada en el segundo día de la Comic-Con San Diego del fin de semana pasado.
Fueron las palabras que les salieron mientras un cúmulo de sensaciones se apoderaba de sus cuerpos. Agitados, exaltados, emocionados, con el pulso por las nubes y la adrenalina recorriendo sus venas, subieron al escenario y dieron ese discurso desbordados de felicidad. No era para menos: acababan de recibir el mayor galardón para una casa de historietas, en medio de la reconocida convención internacional de escritores, artistas, productores de cine y televisión, periodistas, fanáticos y miembros de la industria de cómics.
Villarreal y Viktorín viajaron hace exactamente una semana en representación de La Revistería Comics, una librería argentina especializada en cómics, manga y merchandising de la cultura pop ubicada en el microcentro de la ciudad de Buenos Aires, que ganó el viernes último el Will Eisner Spirit of Comics Retailer Awards, o el premio a la mejor comiquería del mundo.
La Revistería Comics comenzó a concebirse hace 35 años cuando Alejandro González, uno de los propietarios, abrió un quiosco de diarios sobre avenida Callao. El dueño, aficionado a las historietas, le dio un lugar preferencial a las ilustraciones de dicha narrativa gráfica en aquel negocio. Con el tiempo empezó a importar ejemplares, se hizo de una colección exclusiva, se convirtió en referencia en el boca a boca y armó una distribuidora.
El salto definitivo hacia el mundo de los cómics lo dio en 2009, cuando inauguró la primera sede de La Revistería, ubicada en avenida Corrientes al 1300, sumando a los libros y las revistas piezas de juguetería y artículos de colección. La iniciativa funcionó y se expandió. Hoy, son cinco las sucursales, entre ellas la galardonada de Florida al 700.
La Revistería de Florida fue elegida entre 94 tiendas que empezaron participando en los Eisner. "Me llamaron de la organización, nos pusieron en conocimiento, nos empezaron a pedir documentación y nos hicieron una serie de preguntas", cuenta González en diálogo con Infobae. La notificación no los sorprendió. Por el contrario, era una posibilidad que esperaban con ansias de revancha, ya que cinco años atrás habían tenido sin suerte su primera experiencia en la contienda.
Unos meses después, la sucursal quedó seleccionada entre un lote reducido a 37 opciones. Finalmente superó el último filtro, que redujo los finalistas a seis.
En el duelo por el Eisner, las tiendas rivales eran de España, Portugal, Canadá y Estados Unidos. Cada una de ellas se había ganado el derecho a competir a partir de opiniones de lectores y clientes. Allí -asegura González- radica el éxito del local de Florida, que no solo se dedica a la venta de cómics nacionales e internacionales, libros, artículos para coleccionistas y bibliotecas con más de 8.000 volúmenes de manga como los demás, sino que tiene una razón más: "Esta se abrió con el fin de que la gente tenga un lugar donde se encuentren con otra con la que compartan el mismo gusto. Y para eso organizamos eventos permanentemente", explica el dueño.
Entre los criterios considerados a la hora de otorgar el premio, figuran la innovación y la calidad en el material ofrecido a los clientes, la generación de oportunidades para los nuevos escritores, la reputación poseída en el sector y la realización de actividades para los miembros de la comunidad del cómic.
"En el local de Florida nosotros hacemos eventos en relación a la enseñanza. Todos los domingos, por ejemplo, quienes nos visiten pueden dibujar historietas con un profesional que le revela tips del oficio. También le damos espacio a los dibujantes más reconocidos y a otros que recién comienzan, y constantemente hacemos muestras de originales y de libros", detalla González. Cada una de estos emprendimientos tuvieron que ser documentados (mediante fotos y videos) y enviados a Estados Unidos para la evaluación final.
La madrugada del sábado pasado, cerca de las 2:30, González y el resto de los que trabajan día a día en las cinco sucursales de la franquicia palpitaron expectantes la definición en sus casas. A miles de kilómetros, la lejanía no aplacó la intensidad: lo vivieron con la misma inquietud y nerviosismo que sus compañeros Villarreal y Viktorín. Fue una larga noche en la que no hubo lugar para el sueño. Al final la tensa espera tuvo recompensa. "Es la primera vez que una librería latinoamericana gana esto. Veo el momento de la premiación y todavía no lo puedo creer", confiesa González.
Para ellos fue sacarse una espina de la vez pasada, cuando no pasaron el segundo filtro y quedaron a mitad de camino. El año próximo será especial, distinto, mucho más tranquilo y relajado: como cada campeón, ya no pueden volver a competir. Aunque sí pueden participar como jurado. "Es un honor ser parte nuevamente. Igualmente nuestro sueño ya está cumplido", cierra González.
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