La anestesista Nélida Inés Puente y el endoscopista Diego Bialolenkier comenzaron a ser juzgados por sus responsabilidades en el homicidio culposo de Débora Pérez Volpin, la ex periodista de Canal 13 y legisladora porteña, ocurrido el 6 de febrero de 2018 en el sanatorio La Trinidad.
Los dos insistieron en sostener su inocencia. La mujer habló durante casi tres horas y con sutileza apuntó al endoscopista. El endoscopista, en tanto, aseguró: "Estoy convencido de mi inocencia, no hay ninguna posibilidad de que yo haya causado lo que pasó".
La defensa del endoscopista apuntó a la historia clínica de Débora para buscar las causales de su muerte. Todo tuvo lugar en la sala de Derechos Humanos del Palacio de Tribunales, en donde el juez Javier Anzoategui, responsable del tribunal unipersonal, dio esta mañana inicio al debate. Detrás de él, un gigantesco vitraux rezaba "Afianzar la Justicia".
La querella que representa a la familia y la fiscalía fueron ubicados a la izquierda del tribunal. A la derecha, estaban las dos defensas y sus protagonistas. En el señorial recinto se ubicaron familiares y también periodistas, muchos de ellos compañeros de Pérez Volpin. Leyeron la acusación que llegó al juicio, en medio de los sollozos escondidos por la hermana de la mujer que falleció el 6 de febrero de 2018.
Casi de inmediato, el juez invitó a la anestesista a declarar. La mujer respondió las preguntas de todas las partes con un relato minucioso y pormenorizado de lo que pasó en la sala donde murió Pérez Volpin. Hasta sacó de una valija -para mostrarles al tribunal y a los abogados- cada uno de los elementos que usó durante el procedimiento.
Fue ella quien describió cómo estaba Débora antes del estudio. "Tuvimos una charla empática. Me dijo 'me duele'. Estaba sonriendo, tranquila, un amor". Le preguntó si había enfrentado anestesias y, según Puente, a la primera pregunta Débora le respondió que ya tenía muchas experiencias. También le consultó si tomaba medicación. La acusada afirmó que la paciente le dijo que no tomaba, aunque eso sería materia de insistencia por parte de la defensa del endoscopista, quien exhibió un papel que llevaba la firma de la anestesista.
Puente afirmó que Pérez Volpin estaba en condiciones de hacerse el estudio. Cuando la querella –en manos de Diego Pirota- quiso que dijera que se trataba de una paciente "sana", la acusada afirmó: "Tenía una patología, porque estaba internada en terapia intensiva" y le estaban haciendo estudios. Cuando le preguntaron si le informaron de los riesgos del procedimiento, la mujer respondió: "Estaban en el consentimiento firmado".
La sedaron y la pusieron de costado. Puente afirmó que hubo que ponerle una segunda dosis de sedante. Pero en un momento sonó una alarma. "Pensé que la paciente al moverse se había sacado el dedal", dijo. Fue ahí que al acomodarlo, sintió algo duro. Era el vientre de Débora que estaba todo hinchado.
Pero al dar vuelta a Débora, se dio cuenta de que tenía todo el vientre hinchado y muy duro. "Tenía la boca llena de sangre. Le grité: 'Diego, mirá, ¡aspirá, aspirá!'. El endoscopista se asustó mucho. Le grité: '¡Sacá! ¡Sacá!'. Corrió a la cabecera de la cama, la dio vuelta y vio que tenía el párpado y la cara hinchada. Trató de ponerle la máscara para ventilar, pero notó que 'crepitaba'". "¿Qué significa eso?", le preguntó el juez. "Que tenía aire en los tejidos, la piel estaba comenzando a ponerse cianótica", respondió.
La mujer intentó entubarla pero no pudo. "Tenía mucha sangre en la garganta. Era una sangre oscura. Ya no respiraba". Puente contó que de inmediato le pidió a la asistente que llamara a la cardióloga. Después comenzaron a llegar más médicos. Hubo tareas de reanimación por 40 minutos. "Nunca salió del paro cardíaco. Todo el aire estaba adentro", afirmó.
En todo momento, la mujer hizo hincapié en que jamás le pasó algo así en 35 años de experiencia, que en ese momento no entendía nada de lo que estaba ocurriendo y que perdió la noción del tiempo. Que solo buscaba reanimarla. La llamó "mi paciente". Y resaltó que no hubo una sobredosis de sedación que pudiera provocar esta reacción.
Después de varias idas y vueltas de preguntas, Puente indirectamente terminó apuntando al endoscopista. "Lo que puedo decir es que lo único que ingresó al cuerpo de Débora fue el endoscopio. ¿Si pienso que eso pudo haber lastimado el esófago? Yo no pienso. Yo sólo sé que fue lo único que ingresó". También afirmó: "Diego no me informó que tenía una hemorragia", aunque destacó que había participado en las infructuosas tareas de reanimación.
"Yo me quedé con la paciente. Se fueron todos. Le saqué el tubo y la observé. Luego, salí del quirófano. Ya no había nadie. Me quedé en el pasillo, me lavé las manos, llamé por teléfono a mi hija. Y ella me recomendó hablar con la mutual (lo que derivó en que llegara un abogado a asistirla). Después me llamaron directivos del hospital y me ordenaron que vaya a hablar con la familia", declaró.
Hubo una reunión. Y ella se quedó después con la hermana de Débora que estaba "desconsolada". "Por supuesto no pude decir una palabra. ¿Qué le podía decir? Después de 50 minutos, le dije al director que necesitaba salir porque tenía muchísima angustia. Yo quería saber qué le había pasado a mi paciente. Yo no le había hecho nada. Lo único que traté fue de salvarle la vida, cosa que lamentablemente no pude", indicó.
Terminada su declaración, hubo un receso de diez minutos. El endoscopista fue llamado a declarar, pero prometió hablar más adelante con el avance del juicio. Solo afirmó: "Estoy convencido de mi inocencia. No hay ninguna posibilidad de que yo haya causado lo que pasó".
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