Este martes, ciertas regiones de nuestro país serán escenario de un eclipse solar total a partir de las 16:30 horas. Hace 53 años, un fenómeno similar tuvo por epicentro al Chaco y atrajo la atención de científicos de todo el mundo y en especial de Francia.
La franja de oscuridad plena del eclipse total de sol de aquel 12 de noviembre del año 1966 pasaría por el Chaco. En sí mismo, el fenómeno era toda una revolución para la provincia. Pero a esto se sumó además una dimensión científica de avanzada: el deseo de Francia de estudiar el círculo solar y las altas capas atmosféricas en el mismo momento en que la proyección de la sombra del eclipse pasara por el paraje Lapachito, ubicado a 50 kilómetros de la ciudad de Resistencia, al borde de la ruta 11.
Con este fin, el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) de Francia firmó con la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) de Argentina un protocolo de acuerdo para lanzar dos cohetes científicos desde el Chaco. Por primera vez artefactos de ese tamaño serían lanzados desde Argentina.
Cuatro meses antes del eclipse, en la pista de un aeropuerto internacional de Resistencia todavía en construcción, aterrizaban, provenientes directamente de Francia, dos aviones cargueros transportando todo el material necesario para el lanzamiento. Un total de 70 técnicos franceses llegaron a la provincia para el acontecimiento.
Aquel día -era un jueves- muchos resistencianos viajaron hasta el paraje Lapachito para observar en pleno campo un eclipse que sólo se repetirá en esa región con un intervalo de 370 años. En pocos minutos, se hizo de noche en pleno día –la oscuridad total duró 6 minutos y 20 segundos-, y al mismo tiempo dos cohetes Titus fueron lanzados al espacio, a 260 kilómetros de altura, para una mejor observación del fenómeno.
Eran las 11 de la mañana. Los animales silvestres locales, los pájaros en especial, pero también los monos, muy abundantes en la zona, enloquecieron de desconcierto; el aire se llenó de silbidos y graznidos de aves que buscaban refugio en esa repentina noche anticipada. Era algo mágico.
Cuatro meses llevó la preparación del experimento espacial. Hubo que construir dos plataformas de lanzamiento en pleno monte chaqueño. Se taló toda un área, se cavó una fosa por la cual escaparían los gases de la combustión de los cohetes en el despegue y un talud para proteger las "oficinas" improvisadas en el lugar.
Faltaban todavía tres años para que el hombre llegara a la luna. Francia era por entonces la tercera potencia en la carrera por la conquista del espacio, detrás de los dos grandes, Estados Unidos y Rusia. Por lo que puede calibrarse la importancia que tuvo aquel intercambio para nuestro país.
Un testigo recordaba en un artículo en el diario Norte, fechado el 11 de noviembre de 2012, que "a pesar del obstáculo del idioma en un escenario que parecía la torre de Babel -en el que confluían empresas francesas, argentinas, Fuerza Aérea, Vialidad, y muchos obreros locales y de países vecinos como Paraguay y Bolivia-, se logró trabajar de manera coordinada y en un ambiente de armonía".
El lugar donde tendría lugar el lanzamiento era custodiado por la Fuerza Aérea, la Gendarmería y la Policía Militar.
En total los franceses trajeron tres cohetes, dos para ser lanzados y uno de repuesto. A la vez, el doble lanzamiento tenía por objeto garantizar la obtención de resultados. La finalidad era "estudiar la atmósfera solar en el espectro del ultravioleta y entender las erupciones solares, radiaciones de ondas, tormentas solares, etcétera", sigue diciendo el artículo.
El eclipse era un momento ideal porque al tapar la luna el disco solar permite observar lo que sucede en la corona del sol.
Cada uno de los cohetes franceses pesaba 3500 kilos y medía 12 metros y medio de largo y 80 centímetros de diámetro. Llevaba una cápsula científica de 400 kilos con instrumental para las observaciones que debía hacer. Contaban con un sistema de orientación y guía muy sensible que aún está vigente en misiles de largo alcance o para el lanzamiento y ubicación de satélites en las órbitas.
La información que colectaba la cápsula científica en vuelo era recogida por antenas desde la base. Además, las cápsulas que contenían las filmaciones y grabaciones realizadas fueron recuperadas a partir de las 48 horas después del lanzamiento. La primera fue hallada en un estero en Formosa; la segunda fue recuperada 20 días después en una laguna en el Paraguay. Para su devolución tuvo que intervenir la cancillería.
Un documental de media hora, realizado por Marcel y Yoni Czombos, llamado Remigio y los cohetes, recoge esta historia a través del relato de un testigo y protagonista: Remigio Colcombet, hijo del por entonces cónsul honorario de Francia en el Chaco, que con 16 años fue contratado como traductor. En la película, Remigio le cuenta a su nieto esa aventura y juntos viajan al paraje Lapachito donde ocurrió todo. El monte ha vuelto a invadir el lugar, donde sólo quedan las plataformas de hormigón, con rajaduras entre las que asoma la vegetación. Ningún cartel ni inscripción recuerda lo que allí sucedió.
AVANCE DEL DOCUMENTAL "REMIGIO Y LOS COHETES"
Quedó un legado de aprendizaje y experiencia para los equipos de empresas y organismos nacionales que participaron del operativo. Varios técnicos argentinos fueron contratados por Francia para continuar trabajando en cohetería y lanzamiento de satélites y sondas.
En noviembre de 2012, al cumplirse un aniversario del lanzamiento y del eclipse, el entonces gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, hizo un acto para recordar lo que los diarios locales llamaron "epopeya espacial de 1966".
"Era un día nublado y hacía calor, como hoy", recordó Remigio Colcombet, sobre aquel eclipse y la misión en la cual participó como intérprete entre los técnicos franceses y los obreros que eran chaqueños, paraguayos y bolivianos. Al momento del lanzamiento, los cohetes "hicieron un estruendo tremendo que se escuchó en Resistencia y Barranqueras, era algo nunca visto", dijo el hoy ingeniero y titular de la delegación chaqueña del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, INTI.
Parte del instrumental utilizado permaneció en el país y fue destinado a diferentes programas espaciales nacionales.
"Muchas veces los chaqueños no recordamos un montón de hechos en nuestra provincia que tuvieron una enorme trascendencia mundial, como lo fue el lanzamiento de los cohetes Titus", dijo Capitanich en el acto de conmemoración.
"Este acto, es un homenaje a la ciencia y la tecnología, pero además lo es para la cooperación internacional que permitió la búsqueda de mayor información para una mejor calidad de vida de la humanidad", agregó.
En la ocasión, Capitanich también anunció que el lugar sería restaurado y que se divulgaría la historia en las escuelas del Chaco. El proyecto era crear "un pequeño centro de observación e interpretación de manera tal de que la gente que esté interesada pueda consultar tanto material bibliográfico, como una base de datos de fotografías y material audiovisual".
"La misión fue un éxito total -recordó Colcombet-. Los cohetes salieron con 30 segundos de diferencia. Los datos relevados en esa ocasión son utilizados hasta el día de hoy en la alta tecnología. Actualmente los resultados de esos estudios son usados como métodos para saber el comportamiento solar con anticipación".
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