Gustavo Pecoraro es un periodista y escritor al que siempre da placer escuchar. Desde hace años, lucha por los derechos del colectivo lésbico, gay, trans, bi e intersex en nuestro país y su tarea lo ha llevado por todo el mundo.
Asesor en la Legislatura porteña, asistió a la conmemoración de los 50 años del ataque policial de Nueva York al bar Stonewall, emblema de la comunidad gay de entonces. De allí viajó a Madrid para la Marcha del Orgullo y volverá a Buenos Aires para seguir predicando con sus ideas. "Hay todavía 70 países en el mundo que consideran un crimen la homosexualidad y, en algunos de ellos, hay pena de muerte. Hay mucho que hacer todavía", le dice a Infobae.
— ¿Qué significan los 50 años de Stonewall?
— Bueno, fundamentalmente el inicio de un primer planteo físico y de lucha del colectivo LGBTI contra la represión policial, contra el desamparo legal y contra todo lo que significa ser ciudadanos y ciudadanas de segunda, eso es el germen de lo que significa el primer hecho. Pero todo eso enmarcado de la resignificación de la palabra orgullo, que tiene que ver con esto de sentir esta especie de sensación de pertenencia y de algo que es realmente orgullo de poder y que permite y ser y vivir libremente como uno quiera vivir. Para eso hay que sentirse orgulloso y poder luchar por esas cosas. No siempre se consigue.
— Han pasado 50 años y hoy me gustaría saber cómo se vive en Nueva York, en un Nueva York muy particular, en un Nueva York muy de los Estados Unidos de Donald Trump.
— Se vive de diferentes maneras. La verdad que este es mi segundo Worldpride, la anterior fue en el 2007 en Madrid, y se vive completamente diferente. No puedo no hacer un paralelismo y comparar el de Madrid, una ciudad gobernada en esos momentos por Manuela Carmena en un ayuntamiento progresista, con un contenido ideológico muy marcado, con muchas actividades culturales y sociales que tenían un claro contenido ideológico. Este Worldpride creo que se vive de dos maneras. Por un lado, está todo lo que significa la organización que es apoyada por grandes empresas, por la alcaldía de Nueva York, por organizaciones internacionales muy poderosas, que han organizado una agenda de eventos, fiestas y presentaciones mayoritariamente pagas. Y por otro lado está lo que se palpa en los barrios del LGBTI, que hay como una cosa de orgullo, esta cosa de hace 50 años que venimos peleando, hace 50 años éramos de una manera y ahora somos de otra, que se ve que hay como dos diferentes formas de entenderlo. Yo lo que he visto con más claridad o lo que más me ha llamado la atención es por un lado la cantidad de personas adultas en el LGBTI que están paseando, que está en los bares, que te los encontrás en la calle o en alguna actividad. Por ejemplo, ayer fui a una exposición y había dos señores muy grandes mirando unas fotos de los 70 y yo me los imaginaba ahí y eso es muy emocionante. Por otro lado, todo el activismo que también conmemora estos 50 años de lucha que es el activismo ligado a la condición de latinas, de inmigrantes, de personas indocumentadas en el LGBTI que tienen una agenda completamente diferente a la asignada que por ahí está planteando este Worldpride, una agenda mucho más de necesidades básicas e inmediatas, para conseguir un trabajo, para darle de comer a alguien en la calle. Y en la gerencia de Trump una cosa que es preocupante es que en lo que va del año hubo once muertes por orientación sexual, en todo Estados Unidos. Si bien en Nueva York no hubo este tipo de asesinatos, sí está creciendo mucho en personas en la calle.
— Claro. Gustavo, ¿sentís que este fenómeno sólo es en los Estados Unidos o creés que hay una corriente mundial de conservadurismo que aparecen en Europa y que pueden hacer retroceder los derechos y las conquistas de estos 50 años?
— Yo creo que esto viene desde hace rato. Yo las llamo una reacción a lo que fue los años del éxtasis de las conquistas, de las leyes igualitarias, de las leyes de identidad de género, en diferentes partes del mundo. Para mí hay una reacción muy clara con Trump, como pasa en Chechenia con Putin, con Bolsonaro, con todo el fenómeno de la ultra derecha en Europa que es un fenómeno que por ahí en Argentina no lo tenés tan dimensionado y confundís un poco un partido liberal de derecha, de centro derecha con la ultra derecha. Me parece que sí hay una escenificación en Europa muy clara con partidos que plantean atacar directamente las conquistas del LGBTI y las conquistas que tienen que ver con los derechos de las mujeres, y que por ahí se pueden entrelazar o asociar con los fenómenos de los anti derechos o del movimiento anti derecho en Argentina que es contrario al aborto, pero también es contrario a la ley de educación sexual integral y también de hecho es contraria a los derechos del colectivo del LGBTI.
— Claro. Hablemos un poco de la Argentina sentís que, evidentemente vamos a coincidir, que hay un avance con el matrimonio igualitario, ¿ahora sentís que hay una corriente de homofobia todavía importante de reacción a esta conquista de derechos? ¿La Argentina es un país homofóbico?
— No sé si Argentina es un país homofóbico, creo que la sociedad argentina es ambivalente y es pendular, ¿no? Y la balanza se va modificando depende de cómo son las corrientes sociales. Yo siempre digo que en el año 2010, 2011, tenías que ser muy activista para decir algo en contra del matrimonio igualitario, tendrías que estar ligado a la Iglesia, a Bergoglio y demás, toda esa gente que no planteaba su rechazo públicamente. Hoy por hoy, en la situación de un marco general mucho más reaccionario donde diferentes gobernantes y Estados se oponen a los derechos del LGBTI, hay un movimiento específico personalizado y por ahí corporizado en Argentina en ciertos referentes. Yo creo que la sociedad argentina o Argentina tiene algunos conceptos básicos democráticos de consenso y me parece que una es que queda claro que los derechos ganados son difíciles de volver para atrás, no se ve mucho en el campo de los derechos humanos y creo que no se ve un escenario muy sencillo para que alguien pueda pedir la derogación de la ley de matrimonio igualitario.
— Contame cómo es el día a día, el cotidiano hoy en Nueva York, donde vos estás, con esta celebración tan importante y con este aniversario redondo de los 50 años.
— Bueno, yo llevo varios días, estoy desde el viernes, y a medida que fueron pasando los días se nota que la ciudad está volcada de lleno. Todos los edificios públicos están adornados con la bandera del arco iris, del orgullo, y los grandes edificios emblemáticos están iluminados a la noche por el orgullo, hay una cantidad enorme de empresas gigantes de bancos, de empresas multinacionales que han hecho una jugada de propuesta, y de apoyo, y de auspicio a este Worldpride. Es impactante ver la ciudad desde ese punto de vista, llena de colores de la bandera del orgullo por todos lados, las grandes marcas, no sé, desde inmensas cosas hasta pequeños carteles medio Times Square, por ejemplo, y después por otros lugares sí hay una popularidad, están los abres llenos, están las calles llenas, hay diferentes espectáculos gratuitos organizados por sectores culturales, hay exposiciones, museos, en la librería pública de Nueva York, la verdad que está planteado como para desembocar el domingo 30 en esa gran marcha que están esperando cuatro millones de personas y que va a recorrer toda la quinta avenida y terminar en Times Square.
— Decime a vos qué te pasa como un luchador de hace tiempo, por dónde, me imagino primero la emoción, ¿y te la podés creer ver semejante manifestación, semejante movida?
— Es interesante la pregunta, porque las sensaciones son raras. Por un lado es estar en Nueva York y es estar en un especie de shopping gigante todo el tiempo, pero por otro lado también está bueno buscar esos espacios, no digo pequeñitos por devaluarlos, sino al revés menos populosos. Ayer estuve en el Instituto Cervantes que la ciudad de Madrid traía un espectáculo en homenaje a Federico García Lorca porque el 26 de junio de 1919 venía a Nueva York por primera vez. Entonces hubo un espectáculo de country, de poesía, que se llamó "El poeta vuelve a Nueva York" y fue un acto maravilloso, emotivo, agradezco hasta las lágrimas y creo que son en esos lugares donde yo me conecto más con esta cosa del orgullo y de saber que acá hay, más allá de lo que suceda el domingo con Madonna cerrando la gran fiesta, hay atrás también un camino recorrido con historia, hay fotos viejas, hay poemas, hay calles, hay nombres, no sé, está Silvia Rivera representada en una calle o, por ejemplo, lo que me emociona más es poder ir a ciertos lugares históricos que es dónde ocurrieron grandes cosas, es como por ahí caminar un poco por Buenos Aires en algunos lugares.
— ¿Qué falta a vos, cómo sigue la lucha? ¿Cuál es el camino de esta lucha?
— A nivel mundial faltan casi 70 países que dejen de criminalizar, en algunos casos con la pena de muerte a las relaciones entre personas del mismo sexo, eso es una responsabilidad que tiene también la Organización de las Naciones Unidas sobre sus organismos internacionales porque hay setenta países que siguen criminalizando a las relaciones entre personas del mismo sexo son miembros de las Naciones Unidas, entonces creo que esa es la gran meta que cada vez haya menos países sin derechos para las personas del LGBTI y la segunda meta es que las personas del LGBTI sobre todo las personas del colectivo travesti transexual realmente puedan dejar de estar siempre en el último orejón del tarro y en eso tienen mucha responsabilidad los gobiernos y los Estados que ya han logrado una base social de derechos esforzarse mucho más en lograr marcos legales que garanticen que nadie se sienta un ciudadano o una ciudadana de segunda.
— ¿Y a nivel nuestro, a nivel argentino, por dónde sigue ese camino de lucha?
— Bueno, en Argentina y la ciudad de Buenos Aires tenemos una base bastante solida de derechos conquistados. Nuestra primera organización empezó en el 67 incluso, pre Stonewall, entonces creo que la tenacidad y la fortaleza de muchos referentes del LGBTI a lo largo de todos estos años ha logrado tener una base sólida de derechos, de leyes, de normas que protegen contra la discriminación. Incluso aún hoy sigue habiendo fallos que modifican la jurisprudencia legal como el juicio por Diana Sacayán que logró la figura de travesticidio o hace poco el juicio por el caso de Chocobar. Lo que me parece que Argentina o Buenos Aires estamos necesitando es primero un entender que, esto es bien personal lo que voy a decir, pero que debemos entender que a 50 años de Stonewall hay muchas formas de sentirse orgulloso de ser una persona del LGBTI y no sólo hay una forma. Creo que sería interesante que todas esas formas de sentirse orgulloso u orgullosa quepan en los orgullos, quepan en las marchas de defensa, quepan en cada actividad que ondeé la bandera del arco iris, y para eso bueno, hay una responsabilidad de la sociedad civil, pero también hay una responsabilidad de los Estados nacionales y provinciales, de los gobiernos y de los partidos políticos de generar, permitir agendas que mejoren las situaciones de quiénes lo necesitan resolver cosas básicas, como acceso al trabajo, acceso a la salud, que es, vuelvo a repetir, el colectivo travesti transexual.
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