"Reivindico mi derecho a ser un monstruo ¡Que otros sean lo Normal!". La frase que se hizo lema, bandera y tatuaje es suya. Judith Butler la cita. Susy Shock es un minoría en la minoría, porque es "artista, trans, sudaca" y porque tiene 50 años y está viva: la expectativa de vida de las trans es de 35.
Cuando frente a un espejo de un cuarto Daniel posaba con tacos y el deshabillé de su mamá, sus padres -obrero textil él y portera de una escuela ella- "cerraron la puerta y dejaron mi intimidad. Lo que supieron hacer es tener la intuición amorosa. Mis viejos no leyeron a Foucault; no estaba la (Judith) Butler. En todo caso, si hubo dolores en sus propias infancias, decidieron que quedaran ahí. Eso no iba a ser heredado. No se le iba a cobrar a quien venía por lo que se sufrió. Todo lo contrario: decidieron abrazar lo nuevo. Tengo el enorme privilegio de haber sido querida, abrazada".
—¿Cuántos creés que nos hemos preguntado "qué soy/quién soy"?
—No nos animamos a pensar en que nadie, no solamente yo, vamos siendo algo. Somos un devenir. Un transcurrir hacia algo. Recién cuando cerremos los ojos alguien podrá decir qué fuimos. Si es que eso es posible. ¿Por qué le tenemos miedo a la no definición? ¿Por qué no permitirnos, como nos enseñó el feminismo, que vamos siendo mujeres, vamos siendo varones, vamos siendo trans? Vamos siendo. Es gozoso ese camino. El gozo no viene porque tengamos algo completo. Eso para mí es la muerte.
—¿Por qué necesitamos saber "qué es" el otro?
—El heterowincapatriarcado quiere saber frente a qué esta. Nosotras invitamos a pensarnos como mundo. Que esa hegemonía, ese binarismo, ese hombre, esa mujer, se piense a sí mismo. Qué privilegios porta y qué hace cuando no hace nada. Qué abona cuando no se entiende como sistema: la heterosexualidad no se entiende que es un sistema cultural, que oprime y disciplina mucho. Inclusive ignorándolo. Sobre todo ignorándolo. Hay otras cosas que transitar binarismos. Desde que nacemos, la ciencia, lo jurídico: todo disciplina. Por qué nos da miedo todo lo distinto. Las reglas te mantienen encajonada, te mantienen ordenadite. Pero las reglas no pueden con la angustia vital de saber que hay algo que nos enseña este sistema y este mundo, que es a dejar de aventurarnos.
—¿Qué es el heterowincapatriarcado?
—Es ni más ni menos que la heterosexualidad blanca, clase media, varón, mujer, que no se discute a sí mismo. Que piensa que es lo natural: nada más religioso que pensarse de esa manera. Que se es natural frente a todo lo otro que parece que es el desvío, el atajo, los bordes de lo que se tiene que ser.
Buena vida y poca vergüenza tituló uno de sus discos. La frase es de Rosa, su abuela tucumana. Eso le respondió a Susy cuando le preguntó cómo hacía para estar tan bien. A uno de sus libros que publicó en el año 2011 lo llamó Poemario Trans Pirado. Susy transpira mucho arriba del escenario; así como los guitarristas tiran las púas a los fans, ella revoleaba las pestañas que caían empapadas y había fabricado horas antes en casa, con boletos de tren y fibrón negro. Espesas y grumosas, como se usaban en los 70. Como las usaba Susana Giménez, cuando se ufanaba de un pelazo en un giro violento a cámara, aunque la publicidad fuese de un jabón para el cuerpo. Ese prototipo de femineidad le gustaba a Susy. Susy Shock.
—¿Qué otras frases te dejó tu abuela?
—Las abuelas tucumanas están llenas de frases y de guiños. "Nunca hay que ser tan pobre que no puedas tirar algo", me dijo un día tirándome el sachet de detergente que una pone al revés para que vaya bajando y acumulando para no tirar. Estoy llena de guiños. De mi abuela, de mis viejes, de mi maestra Dolores. Me gusta pensarme en los guiños. Ese es el desafío: dejarles guiños a las que vienen y a las que ya están.
Dolores fue una maestra de primaria que allá por el año 1976, 1977 les propuso a sus alumnos tener un segundo cuaderno. Les dijo que además del que había que tener, había otro donde escribir. Susy era una de sus alumnas.
En 2016 publicó Crianzas, un libro que nació de un programa de radio. Son relatos de la cotidianidad de una tía trava y su sobrino Uriel. Las vacaciones, las charlas con las vecinas, esperarlo en la puerta del colegio, hablar con la maestra ("No tengas miedo, decime travesti, ¿vos tenés vergüenza de ser llamada mujer?").
—¿Qué sentís que hizo Crianzas?
—Me dicen que es un libro de crianza trans y no lo es: es una simple y hermosa historia de una tía trava que ama a su sobrino y su sobrino la ama. Lo que genera permite preguntarnos sobre la crueldad del mundo adulto, del adultocentrismo que condiciona todo el tiempo y también del fracaso de familias.
Susy Shock escribe así: "Han cruzado Los Andes por lo binario, han esclavizado culturas por lo binario, han peleado dictaduras por lo binario, han inventado estrellas y deportistas por lo binario, van a misa todos los domingos por lo binario. Porque la Tierra no es redonda, y los varones no hacen pis de sentado, y el deseo es un planeta tan lejano que apenas resplandece. Y millones, millones mueren década a década sin siquiera haberlo soñado. Y en cambio, para nosotras, que sea eso nuestra única brújula, nuestra única generosa agua, y siempre, siempre con tanta sed. Entonces la única certeza es el fracaso: ese es nuestro punto de encuentro, desde ahí estallarán los nuevos hallazgos. (…) Hemos perdido todo sin haber empezado y esa es la mejor de las odiseas, porque no tenemos más nada que perder, o en serio… ¿O en serio piensan que nos preocupa que no nos dejen entrar en su baños? ¿En serio piensan que el matrimonio es el encanto Hamelin que nosotras buscamos? ¿En serio piensan que queremos sentarnos en sus mesas y aprender cómo se almuerzan y se cenan esas vidas de espanto?".
Minoría en la minoría, abrazada por sus padres y sin haber tenido la prostitución como única salida laboral, Susy puede vivir de escribir, cantar y actuar desde hace, recién, dos o tres años. Porque tardó y el sueldo nunca es igual al mes anterior, pero por sus días en el teatro desde los 14 años se dijo que sería eso lo que le daría de comer.
Antes trabajó de cajera en un supermercado, en una fábrica, vendió seguros por la calle y pintó casas. Desde la autogestión, "otro modo de construir, inclusive el vivir", edita sus libros y en octubre se va de gira a Europa con La bandada de colibríes a presentar su segundo disco, Traviarca.
—¿Cómo ves a la juventud trans?
—Veo una juventud hermosa, muy poderosa y comprometida. Que viene abrazada a la historia. Las remeras tienen las frases de Lohana (Berkins), tienen a Diana (Sacayán). También están abrazando a las anónimas. A veces los nombres de las amigas tan poderosas que han hecho tanto por esto hace que nos olvidemos que hay otras tantas asesinadas. Por eso es importante visibilizar y seguir insistiendo. Desde que empezó este gobierno no estamos en la agenda emocional de un país. Nosotras tenemos que comprometernos con nuestra juventud para no pasarle nuestros rollos y mezquindades.
—¿No están en la agenda emocional de este gobierno?
—No solamente de este gobierno. La primera situación de salir a la calle en grupo fue interpelar a pares y compañeros: sindicatos, organizaciones, partidos. Empezar a decir "Por qué Macri no es puto, es liberal, hacete cargo, es heterosexual". Tuvimos que construir esa canción para gritar en la calle en la que estamos. Obviamente no vamos a estar en la agenda de la derecha, de la Iglesia, de lo facho. Tenemos que exigir primero a los compañeros. Porque ahí es donde volvemos al insulto y a quedar relegadas ante tanta urgencia. El piso es el ganado, desde el piso con nuestras muertas. Yo salí con un cartel que decía "Maxi (Kosteki) y Darío (Santillán) son mis muertos. ¿Por qué Diana no es la tuya?" Estamos en todas las luchas pero no todos están cuando nos toca a nosotras.
—Hace no mucho se dio la discusión de feminismo con o sin travas
—Feminismo sin travas es feminismo súper recontra incompleto. Y en este sur casi un desagradecimiento. Porque las travas dimos vuelta este sur. Aunque lo nieguen fuimos las primeras que dimos vuelta todo esto juntas, entiendo y abrazadas a las verdaderas feministas.
—En otros movimientos las clases sociales son evidentes. ¿Qué pasa en el movimiento trava?
—Estamos atravesadas por la cuestión de clase. La diferencia es que ser trava es ser pobre. Por más que estés adentro de un partido o una orga, somos el último orejón del tarro. Porque el poder real sería tener los recursos, ser las generadoras de las ideas y no que la hegemonía nos deje un rinconcito para estar. Cuando vamos en las listas vamos en puesto 17. Somos simbólicas. Les sirve a los partidos para pintarse la cara de diversidad.
—¿Hay travas de derecha?
—Obvio, ¿por qué no? Somos humanas y nada de lo humano nos es ajeno.
—A priori podría pensarse que en la derecha habría menos lugar que en la izquierda, el peronismo o el socialismo.
—En Estados Unidos te reciben con bandera de arco iris y eso no significa nada más que reapropiación, que ha intentado también hacer este gobierno. Son cuestiones complicadas de análisis de cómo van cooptando a movimientos rebeldes. El poder, la derecha, todo lo naturaliza para sí mismo. Para licuar la rebeldía. Stonewall era rebeldía. Ahora es la marcha de a ver quién tiene más sponsors. El otro enemigo a poner en discusión es la heterosexualidad y el discurso binario: a quien nos mata no le importa si sos de derecha; nos mata porque somos travas. Ya hay que discutir el CIStema. No digo que todos los heterosexuales son malos, lo que digo es que desconocen que son parte de un sistema. Y eso naturaliza.
—Hacés hincapié en la importancia del abrazo de tus papás. Cuando nos abrazan, ¿paramos al menos un poco la cabeza?
—Creo que hay una sabiduría intuitiva que no dejamos ser. El abrazo conforma y sostiene la autoestima. Con autoestima vamos por todo. Porque empieza siendo personal pero después es colectivo. Nos paramos ante este mundo con las autoestimas levantadas, acariciadas, recuperadas. Eso le exigimos también al Estado y al mundo: que dejen de matarnos la autoestima. No es solamente tener o no tener documento, que está buenísimo. Hablo de autoestima, que es lo que nos arrebatan.
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