"Mirame a mí, Alma", le pidió Liliana Lobos, la directora la Escuela N° 80 de Claypole, antes de recitarle el texto. Ella, Alma, tiene nueve años y está parada en el living de su casa sin el uniforme. Sobre una remera blanca de manga larga le cruza el pecho una banda con la bandera argentina. Hace dos meses que no va al colegio. Sufre convulsiones desde los tres meses de vida. La medicación la dejó vivir con normalidad hasta fines del año pasado cuando su cuadro se agravó. Las convulsiones se intensificaron: padece hasta siete por día. El diagnóstico lo encontró en la Fundación Garrahan: tiene un tumor en el costado derecho de la cabeza que debe ser extirpado de urgencia.
Alma miraba seria y tímida a su directora y al papel que leía. Cuando finalizó la lectura del documento, la mujer le preguntó: "Alma, ¿prometés defenderla, respetarla y amarla con fraterna tolerancia y respeto, estudiando con firme voluntad, comprometiéndote a ser ciudadana libre y justa, aceptando solidariamente sus diferencias a todos los que pueblan nuestro suelo y transmitiendo en todo y cada uno de nuestros actos sus valores permanentes irrenunciables?". "¡Sí, prometo!", respondió Alma, gobernada por el pudor. Había jurado a la bandera argentina en su casa, sola, frente a sus maestros y su familia.
Minutos antes habían jurado sus compañeros de cuarto grado. Su madre, Verónica Luna, había ido al colegio a buscar los deberes de su hija. Antes de irse, la abordaron las autoridades de la escuela y le dijeron: "Nos vamos a tu casa con vos". Eran cuatro: Elizabeth de Lucca, su docente; Liliana Lobos, la directora; Valeria López, la orientadora educacional y Miriam Alves Mendes, la orientadora de aprendizaje. "Hay que tener empatía con las familias. Nosotros les dijimos a sus padres que lo primero es la salud, pero ellos estaban preocupados por los deberes y porque su hija se iba a perder la jura a la bandera. Pensamos cómo ayudarlos, cómo aliviarles el dolor, y así, con impulsos y gestos de amor, agarramos la bandera y nos fuimos", relató la orientadora de aprendizaje en diálogo con Infobae.
Los nenes en la calle repetían emocionados "ahí vienen con la bandera". "Almita no entendía nada", recordó la profesional. Su madre filmó la jura y su tío pidió permiso para publicarlo en sus redes sociales. El video rápidamente comenzó a propagarse hasta alcanzar la categoría de viral. Ocurrió la tarde del viernes 21 de junio en Claypole. "Quedamos todos sorprendidos. Fue muy emocionante. Ella estaba muy conmovida y muy nerviosa también. Después de la jura, con su maestra lloraron abrazadas", narró Verónica.
Alma vive con su madre, su padre y sus cuatro hermanos. Verónica ocupa su tiempo pendiente de ella. Hace meses que la medicación no puede contener las convulsiones de su hija. No sabían por qué. Cambiaron el tratamiento pero el resultado era el mismo. Acudieron al Hospital Garrahan, donde le hallaron un tumor en la parte derecha de la cabeza, cerca del área que regula su sistema nervioso. La intervención quirúrgica urge: tiene fecha de cirugía el 15 de julio. Se trata de una operación de alto riesgo.
Por eso Alma dejó de ir a la escuela. No se puede enfermar, no se puede contagiar, no puede salir de su casa. "No tiene contacto más que con su familia", dijo su madre. También tuvo que faltar a clases para que las convulsiones no le sucedieran en el ámbito escolar. "La dejaban en el colegio y a la hora me llamaban para decirme que había convulsionado", explicó Verónica. Una vez la convulsión la tiró al suelo mientras estaba formando para saludar a la bandera.
Alma está acostumbrada y cansada. Verónica relató cómo lo vive su hija: "Ella tal vez está jugando, viene y me dice: 'Mamá, me está por dar una convulsión'. La abrazo, la contengo y al poco tiempo se le va, le dura segundos". La convulsión no discrimina contextos: puede llegarle en cualquier circunstancia. Actualmente, padece de seis a ocho ataques convulsivos por día.
"Sentimos una emoción inmensa, además del orgullo de llevar la bandera y de lo que significa la jura, queríamos dejarle a Alma una sonrisa. ¿No podía venir? Vamos nosotros, queríamos acompañarla desde donde podíamos. Son gestos que uno tiene que dar. Hoy está muy en boga la discusión por los valores. Bueno, pongámolos en práctica. Si esto sirve de ejemplo para que otras maestras lo hagan, mucho mejor. La escuela no tiene que ser puertas para adentro, sino para afuera", reflexionó Miriam, la orientadora de aprendizaje. Verónica, por su parte, adelantó que las autoridades del colegio enviaron una nota al ministerio de Educación para que luego de la operación, Alma sea visitada periódicamente por una maestra particular.
La jura a la bandera de Alma
Liliana Lobos: "Esta es la bandera que creó Manuel Belgrano en los albores de nuestra libertad. Simboliza la República Argentina, nuestra patria. Es el símbolo de nuestra libre soberanía y hace sagrados a los hombres y mujeres, y a todos los pueblos del mundo. Convoca al ejercicio de nuestros deberes y nuestros derechos, a respetar las leyes y nuestras instituciones. Es la expresión de nuestra historia forjada con la esperanza y el esfuerzo de millones de hombres y mujeres, los que nacieron en nuestra tierra y los que vinieron a poblarla al amparo de nuestra bandera y nuestra constitución. Representa nuestra tierra y nuestra mares, nuestros ríos y bosques, nuestros llanos y montañas, y el esfuerzo de sus habitantes, sus sueños y realizaciones. Simboliza nuestro presente en el que día a día debemos construir la democracia que nos ennoblece y conquista el conocimiento que nos libera, y nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de las sucesivas generaciones de argentinos. Alma, ¿prometés defenderla, respetarla y amarla con fraterna tolerancia y respeto, estudiando con firme voluntad, comprometiéndote a ser ciudadana libre y justa, aceptando solidariamente sus diferencias a todos los que pueblan nuestro suelo y transmitiendo en todo y cada uno de nuestros actos sus valores permanentes irrenunciables?".
Alma: "¡Sí, prometo!".
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