La trágica vida de la mujer que amaba en secreto al padre Mugica y luego el cura la casó con un militante herido en Ezeiza

La historia de amor, militancia y muerte de la Lucía Cullen, el padre Carlos Mugica y el integrante del Movimiento Nacionalista Tacuara José Luis Nell

Padre Carlos Mugica, fue una figura relevante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo

Cuando en 1967 se creó el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo temblaron muchos hogares católicos. La llamada "opción por los pobres" y los "curas obreros" no fue un invento argentino: llegaba de la experiencia de posguerra en Italia, Francia y otras naciones donde el propio Eugenio Pacelli (Pío XII) necesitaba cambiar la imagen de ser el Papa condescendiente o aliado del fascismo y el nazismo.

En la Argentina, la idea de una renovación del catolicismo prendió en pocos obispos y en no tantos sacerdotes. Cabe recordar que Juan Carlos Onganía tenía una relación estrecha con la jerarquía de la iglesia y él mismo se confesaba "cursillista": los "Cursillos de la Cristiandad" también habían surgido en Europa y en la Argentina cimentaron el pensamiento militar golpista.

Los curas tercermundistas tuvieron un documento fundacional con no más de 270 firmas. Uno de ellos, Carlos Mugica, se convirtió en una figura relevante. Su padre había sido canciller de Arturo Frondizi y ese apellido vasco sonaba como de abolengo, de pertenencia a las elites sociales. Sin embargo, Carlos tomó otro camino: jugaba bien al fútbol, se movía en su Gilera, usaba pulóveres negros volcados y tenía un jopo a lo James Dean.

Más allá de eso, salía de su departamento de la exquisita calle Gelly y Obes para bautizar, dar misa y levantar paredes en la Villa 31 de Retiro. Allí fundó la parroquia Cristo Rey y allí llegó, entre tantos feligreses, Lucía Cullen, una chica también de familia tradicional que abrazaba la causa tercermundista y cuyos ojos no podían desprenderse de los celestes ojos de Mugica.

Lucía Cullen conoció a Mugica en la Villa 31. De una familia tradicional, abrazó la causa tercermundista. La joven se enamoró del sacerdote, pero jamás se lo dijo

Lucía había estudiado en colegio de monjas y sabía muy bien que ese cura podía ser un amor platónico al que acompañara en las tareas parroquiales y no mucho más que eso. Eran tiempos de utopía y compromiso. Aunque no todos sublimaran en la revolución sus apetitos terrenales y no faltaron curas que dejaran los hábitos, no hay testimonios de amoríos entre el padre Carlos y su seguidora Lucía.

En cambio, un acontecimiento pone de relieve lo complejo que son los deseos humanos: fue Mugica quien casó a Lucía con el novio que conoció a fines de 1971. Su nombre era José Luis Nell.

El lugar de Nell

Las fotos de Nell aparecían en los diarios por un motivo muy fundado: el 6 de septiembre de 1971 se había escapado del Penal de Punta Carretas, una cárcel de máxima seguridad ubicada en el centro de Montevideo.

Ese día se fugaron un centenar de tupamaros uruguayos y bautizaron el operativo como "el abuso". No era para menos, además de haber hecho un túnel perfecto de más de 40 metros y de haberse ido sin que los guardias se enteraran, apenas 45 días antes Tupamaros había concretado el escape de las 37 guerrilleras que estaban en una cárcel de mujeres.

Argentina y Uruguay, así como varios otros países de la región, tenían dictaduras militares así como incipientes guerrillas urbanas.

José Luis Nell era militante del Movimiento Nacionalista Tacuara

Entre los fugados de Punta Carretas estuvo nada menos que José Pepe Mujica, otro vasco entregado a las ideas revolucionarias. La diferencia con el padre Carlos Mugica no era la ge o la jota en el apellido: el cura tenía simpatías hacia los movimientos insurgentes pero predicaba y practicaba la lucha pacífica. Prueba de su cercanía con revolucionarios de acción directa era su admiración al cura colombiano Camilo Torres, que se había sumado a las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) colombiano. Torres y Mugica tenían la misma visión sobre el rol de la Iglesia, la misma edad, los dos procedían de familias tradicionales y ambos descollaron en el mundo académico. Camilo Torres murió en un enfrentamiento con militares en 1966, cuando Mugica estaba al frente de una parroquia villera. Además, apenas muerto Ernesto Che Guevara, Mugica fue a Bolivia a reclamar por el cadáver del guerrillero argentino.

El padre Mugica tenía simpatías hacia los movimientos insurgentes pero predicaba y practicaba la lucha pacífica

Este cura rubio, capaz de pelearse en la cancha de fútbol, sabía muy bien quién era el novio de Lucía Cullen. José Luis Nell tenía la misma edad del cura y su participación en la política había empezado en un grupo nacionalista que no pocas veces daba golpizas a pibes judíos en las inmediaciones del Club Hebraica o a la salida de las sinagogas. En efecto, el Movimiento Nacionalista Tacuara era, además, anticomunista. El mentor de Tacuara era otro cura, Julio Meinvielle, promotor del scoutismo y de las asonadas militares.

Eran tiempos volcánicos, de efervescencia, de dictaduras y de jóvenes civiles que empuñaban armas.

Tiroteo, muertes, fugas

José Luis Nell, a los 23 años participó de un robo que terminó en sangre. Fue el asalto al Policlínico Bancario, sobre la avenida Gaona, frente a Plaza Irlanda, en el porteño barrio de Caballito. Ocurrió en agosto de 1963, cuando faltaban muchos años para que se iniciara la guerrilla urbana en la Argentina.

Lo habían planeado para llegar el día del pago al personal. Todo salía tal cual lo planeado pero mataron a dos empleados. Se llevaron en pesos el equivalente a 100 mil dólares de la época y como no firmaron el operativo, la primera hipótesis era que se trataba de una banda de delincuentes.

Lucía trabajaba junto al sacerdote ayudando en las tareas parroquiales. Luego del golpe de Estado de 1976, el 22 de junio de ese año, Lucía fue secuestrada por una patota militar policial

La Policía Federal tenía a un comisario tan bravo como sagaz –Evaristo "el Pardo" Meneses– quien, sin embargo, creyó que el robo había sido realizado por una banda desprendida del famoso ladrón Jorge Villarino, apodado "el rey del boleto" y "el rey de la fuga".

En pocas semanas el Pardo Meneses anunció que el asalto estaba esclarecido y sus responsables habían caído en tiroteos o estaban presos. Pero todo viró bruscamente en noviembre de ese 1963.

Los números de los billetes robados fueron registrados para recuperar el botín y un informe de Interpol dio cuenta de que dos argentinos habían utilizado algunos de esos billetes en París.

Así los sabuesos llegaron a saber que el grupo Tacuara había ejecutado el robo. La mayoría de los integrantes fueron detenidos. Entre ellos, el propio Nell, que hacía el servicio militar (había pedido postergación como muchos universitarios) en Río Gallegos.

Los investigadores comprobaron que el grupo Tacuara había ejecutado el robo. La mayoría de los integrantes fueron detenidos. Entre ellos, el propio Nell, que hacía el servicio militar en Río Gallegos

Desde la alcaidía de Tribunales donde estaba detenido se fugó a plena luz del día. La policía lo buscó intensamente pero su retaguardia era el grupo liderado por Gustavo Rearte, un peronista de la Resistencia con ideas de izquierda. La derecha nacionalista con tintes antisemitas y fascistas viraba –para aquel grupo de Tacuara- hacia los ideales más cercanos a las revoluciones cubana y china. Y a China precisamente fue a parar Nell tras contar con documentación falsa y los contactos aceitados brindados por los peronistas de la Resistencia.

Unos años después, fue al Uruguay. Allí también fue preso. Y también se escapó. Esta vez con 110 tupamaros: el operativo se llamó "el abuso" y fue una de las pocas veces que los orientales se ganaron un lugar en la guía Guinness.

La vuelta de Nell y una silla de ruedas

De regreso a la Argentina, conoció a Lucía Cullen y el cura Mugica los casó en la clandestinidad en la capilla Cristo Rey en la Villa 31.

Nell, tras un largo recorrido ideológico, se incorporó a Montoneros.

El 20 de junio de 1973, cuando volvió Juan Perón, a la cabeza de la columna Sur, en un jeep con altoparlantes, iba José Luis Nell. A sus 35 años, Nell era uno de los más veteranos, y formaba parte de la conducción de la columna. Junto con él iba Horacio Simona y dos muchachos más. Desde el palco les gritaron con megáfonos que se detuvieran; no lo hicieron y empezó el fuego a discreción. Los montoneros que llevaban pistolas y revólveres se tiraron cuerpo a tierra y trataron de responder para cubrir la retirada de sus compañeros, que se desbandaron hacia el bosquecito que tenían detrás.

De regreso a la Argentina, José Luis Nell conoció a Lucía Cullen y el cura Mugica los casó en la clandestinidad en la capilla Cristo Rey en la Villa 31

Un grupo del Comando de Organización, que respondía a las órdenes del teniente coronel retirado Jorge Osinde y dirigidos por el capitán Roberto Chavarri los encaró. Chavarri le apuntó a Nell, Simona tiró primero y mató a Chavarri. Nell y Simona escaparon pero se toparon con otro grupo, que los acribilló: a Simona lo remataron a cadenazos; Nell también parecía muerto pero todavía respiraba. Sus compañeros lo llevaron al Policlínico de Lanús. Los médicos informaron que, si se salvaba, quedaría cuadripléjico.

Y así fue. No podía casi mover las manos. Pero la cabeza le funcionaba. Cuando supo, meses después, de la muerte de José Rucci a manos de un comando montonero planteó sus diferencias profundas con la organización.

Así quedó: en silla de ruedas y con una depresión profunda.

Casamiento de nuevo y la muerte de los tres

A principios de 1974, José Luis Nell y Lucía Cullen se casaron en la capilla del padre Carlos Mugica pero esta vez no fue en la clandestinidad: poco después lo hicieron en el registro civil de la calle Uruguay. Envar Cacho El Kadri, el legendario fundador de las Fuerzas Armadas Peronistas, fue uno de los testigos.

En mayo los recién casados tuvieron novedades. La naturaleza encierra misterios insondables: Lucía estaba embarazada, y el hijo o hija de ambos nacería en enero de 1975. Cacho El Kadri fue a ver al neurocirujano Raúl Matera para pedirle que se interesara por el caso de José Luis. Matera lo vio y le dijo a Cacho que no había ninguna posibilidad de mejora.

La Triple A asesinó al padre Mugica el 11 de mayo de 1974. José Luis Nell se quitó la vida. Lucía aun continúa desaparecida

La noticia era mala, y poco después Nell recibió otro durísimo golpe, cuando el 11 de mayo, un comando de la Triple A asesinó a su querido amigo, el cura Mugica.

Cinco meses después, José Luis Nell les pidió a manos amigas que lo llevaran hasta una vieja estación abandonada en San Isidro para terminar con el tormento que vivía. Se sentía preso, pero esta vez de su propio cuerpo. El 9 de septiembre se quitó la vida.

Lucía soportó como pudo las muertes de Mugica y de Nell. Pero perdió el embarazo cuando estaba de ocho meses.

Llegó el golpe de Estado de 1976 y, el 22 de junio de ese año, Lucía fue secuestrada por una patota militar policial.

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