Estela Soria en los estudios de Infobae
Vive sola en el barrio porteño de Santa Rita, trabaja 12 horas por día y asegura que no considera feminista. Estela Soria (60) es una de las 600 mujeres que manejan taxis de un total de 40 mil taxistas que tiene la ciudad de Buenos Aires y fue recientemente premiada como conductora destacada por su labor.
En su oficio, dice Estela -que dejó su Córdoba natal para probar suerte en la Ciudad cuando tenía 18- ahora las mujeres son más buscadas. Pero cuando ella empezó le fue muy difícil que la tomaran.
"Siempre noté la poca solidaridad de parte de los compañeros taxistas. Me imaginé que iba a ser al revés, que al ver una mujer iban a ayudarme más", asegura. Y agrega: "Creo que no eran solidarios en particular porque era mujer, porque entre hombres se ayudan".
-¿Cómo empezó a incursionar en el mundo del taxi?
-En realidad me quedé sin trabajo.
-¿Eso fue hace cuánto tiempo?
-Hace diez años. Yo venía de manejar una agencia de remises, después se me rompió el auto y me quedé sin auto y sin dinero, que es lo peor. Dada esa situación me dije: "¿Qué hago?". Porque trabajar tengo que seguir trabajando. Desparramé mi cartera arriba de la mesa de comedor y me dije: "¿Qué tengo? Un registro profesional". Empecé a buscar trabajo como chofer de remis pero no encontré, solo de taxi. No me fue fácil porque hace diez años que estoy en esta actividad de taxista y no es como ahora que las mujeres somos más buscadas.
-En ese momento costaba que contrataran mujeres…
-Sí, y cuando llamaba por teléfono por algún aviso la pregunta era: "¿Para quién es, para su marido o para su papá?". Y en el fondo te dolía, era como decir que esta actividad no era para usted. Cuando le decía que era para mí me decían que mujeres no tomaban.
-¿Preguntaba por qué?
-No, no hacía falta. Me iba a lastimar más. Pero dije que uno iba a decir que sí. Tardé una semana, más o menos, de estar todos los días buscando trabajo de chofer, hasta que un día veo "chofer de taxi ambos sexos". Le hice un circulito y dije: "Este es para mí". Dicho y hecho. Fui, presenté toda mi documentación. Ni siquiera tomaron referencias, o si lo hicieron ni me enteré. Al tercer día estaba trabajando.
-Esa era la primera vez que se subía a un taxi para manejarlo.
-Era la primera vez que me subía a un taxi para manejarlo. Temblaba, te lo confieso. Pero era el miedo de principiante, de comenzar una tarea. El primer viaje que hice, nunca voy a olvidar, empezó en San Juan y Colombres.
-¿Y se acuerda quién fue?
-Un señor mayor que iba al centro. Fuimos, todo bien, le cobré. No le dije que era mi primer viaje pero ahí me relajé. Me dije: "Ah, había sido fácil". Después vinieron una serie de viajes y ahí, si bien tenía experiencia como remís porque había trabajado, empecé a conocer lo que era la jauría de humanos, pero en el asfalto.
-¿Y con qué se encontró?
-Lo que siempre noté, en principio, fue la poca solidaridad de parte de los compañeros taxistas. Me imaginé que iba a ser al revés, que al ver una mujer iban a ayudarme más. En ocasiones se me ha roto el taxi en la calle, y he tardado en encontrar alguien. Directamente no paraban. Obviamente que si los paraba y les pedía una mano, alguno me la daba, pero no todos. Eso es mi primera impresión de ver que no eran solidarios.
La taxista habla sobre sus comienzos en el oficio
-¿No son solidarios en general o en particular por ser mujer?
-Creo que no eran solidarios en particular porque era mujer. Porque entre hombres se ayudan. Hace diez años, con esta temática que no tomaban mujeres para trabajar como taxistas, tuve también esa impresión. Creí que era más fácil entrar en esta actividad pero tuve esas reticencias, que no me la hicieron fácil. Pero como tenía la experiencia de haber tratado con hombres en la agencia de remises que comandaba, eso me sirvió muchísimo y fue mi espada de lanza. Tener el conocimiento, el manejo de los hombres.
-¿Cuál es la diferencia de manejarse con hombres y cómo es en el caso de las mujeres?
-Me he llevado muchas sorpresas. Siempre creí que al ser hombres eran capaces de todo. En la agencia de remises también tenía esa resistencia. De la experiencia de haber conocido cómo respondían, los hombres son muy negativos. Y yo todo lo contrario, si me decís andá a La Quiaca, dame el GPS y llego. A lo mejor puedo tardar una semana pero llego. El "no puedo" para mí no existe. Siempre decía "si yo puedo, ustedes también". Lo que noté en esta actividad de taxista es esa negatividad. La calle está difícil. Cuando me hacían el pulgar para abajo, yo les hacía al revés.
-Hay lugares donde paran los taxistas y hacen un descanso. ¿Se empezó a sumar a esos lugares?
-Obviamente en la actividad empecé a mirar dónde me trataban mejor. Tenía esa mirada. Acá me tratan bien, vuelvo, acá me lavan el vidrio, me preguntan, me saludan. Hay detalles, pequeñeces. Entonces elegí una estación después de haber mirado muchas, y encontré una en San Luis y Agüero y ahí sí hice mi guarida, empecé a charlar con los muchachos.
-¿Era la única mujer?
-En aquella época te diría que casi que sí. Seguramente que no, pero no las veía. Si trabajaba me veía solita en la calle. Debe haber habido algunas otras pero eran muy pocas. Ahí sí empecé a tomar confianza.
-¿Qué reacción tenían tanto varones como mujeres cuando se subían al taxi?
-Positiva cien por cien tanto de parte de varones como de mujeres. Eso también me daba confianza. Si subía un hombre decía: "Ay, qué bueno. Es una señora. Porque sus compañeros me llevan muy rápido y van tocándose bocina entre ellos". Más de uno me ha dicho eso. Otra cosa que destacaban, tanto hombres como mujeres, cuando entraban a mi auto, era la limpieza y el perfume. Y yo me preguntaba pero cómo, no soy la única que limpia el auto. En su mayoría, por lo que pude percibir de los pasajeros y pasajeras, es ese detalle, los olores del auto, la falta de higiene.
-¿Y nunca sintió miedo al subir gente extraña?
– Sí, me ha pasado. Tenés que tener un ojo biónico y muy sensible en un segundo de determinar si lo subís o no. Te das cuenta por una percepción de ambiente, de espíritu. Ahí me ponía a orar: "Señor que este hombre no me haga nada, que me pague" (risas). He tenido mis sorpresas pero no tantas. Y cuando vi que desde un principio no me va, y lo subí, le digo: "Disculpe señor, no lo voy a llevar. A ese lugar no voy". Y muy amablemente lo invito a que se baje. Se me han resistido algunas veces pero no ha pasado a mayores. En algunos casos sí me han asaltado pero después de una charla. Y ahí sí me llevé la sorpresa.
-¿Fueron asaltos muy violentos?
-Fueron varias veces. Una vez me pusieron el arma cerca de mi cara. Fue en Villa Domínico. Yo había estacionado en una parada de colectivos, cuando llega, baja gente, vi esa situación. Previamente, el agresor me había pedido cargar su celular con mi cargador. En el camino había sido todo perfecto, cuando llegó a destino fue el tema. Empecé a tocar bocina. Al hacerlo, la gente me miraba, la luz prendida y el hombre con un revólver. Gracias a dios no me robó ni me hizo nada y se fue. Fue un milagro.
-Usted no es miedosa.
-En esta actividad hay dos cosas que tenés que tener: coraje y carácter, para poder afrontar y saber que todo tiene un límite. Me han sucedido otros asaltos. Una noche que no era muy tarde, iba para casa y fue en Villa Crespo que un hombre subió, era un viaje cerca, me sacó una jeringa con sangre. Yo sentí el olor y me impresionó, pero nunca me imaginé lo que me iba a pasar al final, porque en el trayecto fue muy amable charlando.
-¿Mientras te amenazaba con la jeringa?
-Sí. Y en ese caso le di el cambio que tenía en la billetera y se fue.
-¿Se considera una mujer feminista?
-No, no soy feminista. No me considero. Por algo dios los hizo diferentes a hombres y mujeres. Creo que no hay competencia en ese sentido. Creo que más que competencia, que sería chocar, sería complemento entre hombre y mujer. Muchas cosas el hombre puede hacer, que no hace la mujer y viceversa. Creo que nos debemos complementar más que competir porque yo no tengo fuerza ni para levantar una silla.
Las dificultades que enfrentan los taxistas hoy
-¿Y respecto de los derechos laborales o igualdad de oportunidades, cómo ve el panorama?
-Creo que sí se debe igualar. No porque yo sea mujer voy a ganar menos, en ese sentido sí creo que la igualdad entre el hombre y la mujer. Laboralmente se debe respetar porque entiendo que por muchos siglos, desde tiempos remotos, no hemos valido nada. Y no es así, somos seres humanos que podemos pensar, salir adelante y ser buenas profesionales, simplemente creo que no nos han dado la oportunidad.
-¿Cómo ve el movimiento feminista de Argentina, sobre todo concentrado en la Ciudad de Buenos Aires y vinculado con el pedido del proyecto para legalizar el aborto?
-Yo soy cristiana evangélica y no estoy de acuerdo con el aborto. Es un tema muy sensible que hay que ver cada situación en particular. No estoy de acuerdo en el sentido de que, si las cosas que me pasan son malas, debo hacer algo para transformar en bien. Yo creo en dios en el sentido de que, si me pasó esto, que me ayude a transformarlo para bien porque si quedé embarazada afronto las consecuencias.
-¿Tiene el dato de cuántas mujeres taxistas hay en la Ciudad de Buenos Aires?
-Hace poco tuve un premio de parte del Gobierno de la Ciudad, y en el evento me enteré que somos aproximadamente 600. Yo no las veo.
-¿De un total de cuántos taxistas varones?
-40 mil. Somos un puntito. En diez años fue bastante lo que nos animamos.
-Usted que está en la calle, tiene el termómetro de la situación social y económica y lo mide en función de su trabajo, ¿no?
-Claro que se siente. Y mucho. A nosotros se nos bajó muchísimo el trabajo. Ahora está repuntando un poco, pero no es lo que era antes. Ahora hay que pelearla.
-¿Por la situación económica la gente no toma tanto taxi?
-Totalmente.
-¿Usted es dueña de su taxi?
-No, soy chofer.
-¿Tiene un sueldo o va a recaudación del día?
-Tenemos una cifra fija para trabajar cada día, después el resto es para mí.
-¿Usted alquila y le paga a ese dueño del auto y después el resto le queda a usted?
-Exactamente.
-¿Y esa recaudación es la que bajó?
-Sí, bastante.
-¿Cuánto sale el alquiler de un auto, cuánto se paga por día aproximadamente?
-En realidad es depende de lo que trates con el dueño del auto. Yo en este momento estoy pagando 1400 pesos por día. Pero conozco personas que pagan 1600, 1800 pesos. Creo que esas personas no comen ni duermen.
-¿Cuánto puede recaudar más o menos en una jornada?
-En una jornada diaria se recauda entre 2000 y 2500 más o menos. Y de ahí tengo que pagar comida, combustible y todo eso. Y se hace pesado, cosa que antes era mucho más liviano.
-¿En cuántas horas de trabajo se llega a esa recaudación?
-En un término más o menos de 12 horas. Es un tocazo. Al principio, cuando empecé con esta actividad podía ahorrar y ahorré. Ahora llegar a fin de mes se me hace duro. Tengo que pelearla.
Seguí leyendo