Leslie Rhys era profesor de inglés. Durante seis años cursó en Michigan, Estados Unidos, un master en educación bilingüe. Era descendiente de colonos galeses e ingleses que se asentaron en la Patagonia, una región dotada por tribus nómades que no sabía, a mediados del siglo XIX, de población blanca o europea. A Leslie le gustaban los versos de John Milton, un poeta inglés. Milton se llama su hijo: un radio operador que combatió contra su linaje en la Guerra de Malvinas.
Tenía 20 años cuando acudió a las islas. Se presentó solo: hizo el servicio militar en el distrito militar de Chubut. Se entrenó como radio operador y terminó trabajando en la casa de gobierno de Puerto Argentino con el general Mario Benjamín Menéndez.
Sabía inglés: hacía traducciones y desempeñaba funciones como intérprete bilingüe de la radio. Eran varios traductores, pero el único proveniente de la colimba era él. A su formación intelectual, le imprimió arrojo, valentía. Su desfachatez y su educación lo posicionó en lugares de privilegio.
Cuando finalizó la guerra, se acercó a Martin Reed, capitán civil del Canberra, el buque que el 19 de junio de 1982 llevó a más de 4.100 soldados al muelle de Puerto Madryn.
El regreso de los soldados argentinos al continente significó un suceso casi existencial. Fue recordado como "el día que Madryn se quedó sin pan" -un maravilloso texto de Federico Lorenz lo rememora- por la devoción de la comunidad por saciar el hambre de sus héroes derrotados.
Milton recordó la travesía que precedió esa bienvenida: "A medida que subíamos al Canberra, nos iban revisando y palpando, yo y todos los que sabíamos inglés íbamos ayudando a los compañeros de la fila a traducir lo que los soldados ingleses necesitaban que hiciéramos: abrir las camperas, los bolsos, no podíamos tener cuchillos. Me tocó ir al salón principal en el que había un piano atado con una cadena".
"El Canberra era un crucero de pasajeros y para el momento bastante de lujo. Yo no era el único que sabía inglés, pero en el salón sí era el único que se animaba a traducir y a participar de las charlas. Fui al frente. Éramos como 400 que estábamos ahí tirados, espalda contra espalda. Había que organizarse para ir al baño, para que nos den la comida. Empecé a hacer traducciones y a conversar con los ingleses. Algunos de los custodios me preguntaron cómo sabía hablar inglés y les dije que venía de una colonia galesa en la Patagonia. Eso llegó a oídos del capitán civil Martin Reed".
"En un determinado momento me mandó a llamar, medio a escondidas. Me dijo que nos estábamos acercando a la zona de la costa y me pidió que me fijara si alcanzaba a reconocer a dónde íbamos porque a él no le habían dado esa información. Miré y vi que era una costa de acantilados bastante alta. 'Río Gallegos no me parece, Bahía Blanca seguro que no es. Lo más probable es que estemos en la Patagonia', le dije. Y justo ahí vi la zona del Golfo. Le comenté entonces que estábamos entrando a la boca sur del Golfo, en la zona de Península Valdés, 'así que seguramente estamos yendo a Puerto Madryn'", relató Rhys.
El soldado argentino olvidó esa charla con el capitán británico. La posguerra le impuso otras prioridades. Pero Martin Reed lo recordó siempre: "Años después me llegó el artículo de un diario de Inglaterra donde él me mencionaba como una de las personas con las que había interactuado. Y hace poco tiempo me llegó su contacto directo gracias al doctor Eduardo Gerding, quien fue médico cirujano argentino, veterano de guerra y fundador de la fundación Nottingham-Malvinas. A través de él me llegaron sus saludos y sé que se acuerda de mí. Cada tanto nos comunicamos…" .
A raíz de un nuevo 19 de junio y del reencuentro entre veteranos de Malvinas con la comunidad de Puerto Madryn, el capitán civil del Canberra, Martin Reed, el responsable de transportar a los soldados argentinos de vuelta a sus casas, envió su mensaje de gratitud a través del viejo amigo argentino con el que intercambió palabras en inglés un sábado de 1982.
Querido Milton:
Me honra enviarles un cálido abrazo a todos los veteranos de guerra argentinos y a sus familias en este día.
El doctor Mayner, nuestro cirujano de abordo en 1982, quien asistió a muchos heridos de ambos bandos, se une en expresar nuestra profunda satisfacción por que hayan retornado a casa a salvo después del conflicto.
Nunca me olvidaré de los cálidos deseos de tantos de ustedes cuando desembarcaron del Canberra el 19 de julio de 1982 y guardaré su recuerdo en mi corazón.
Les deseo lo mejor para su reunión en Puerto Madryn.
Capitán Martin Reed RD
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