Dice Wikipedia: "La Fiesta de quince años, también llamada Fiesta de quinceañera, Fiesta de quince, o simplemente Quince, es una fiesta en la cual una niña es presentada a la sociedad en los países hispanoamericanos". Por supuesto, no es que Wikipedia mienta, ¿pero es realmente una presentación en sociedad? Y si lo es, ¿representa esa presentación lo que cada persona va a ser después en la vida?
La semana pasada surgió una tendencia en Twitter que puso en discusión esa premisa. Impulsado por Florencia Giaquinta, se hizo viral un hilo en el que diferentes chicas de todo el país compartían las fotos más divertidas (por vergonzosas, ridículas o incluso inentendibles) de sus fiestas de 15. La propia Florencia (@conurbanera) lo inauguró con una foto suya "acariciando un arbusto" vestida del tradicional blanco de las quinceañeras. El tuit tuvo casi 8 mil respuestas, 28 mil retuits y 129 mil likes. Además, claro, inauguró el hilo.
En principio pareció un simple rescate emotivo, algo divertido, pero había algo más detrás. Cada una de las miles de chicas que se sumaron a la movida se reían de sí mismas y participaban, acaso, de un ritual opuesto al de las fiestas de 15: si en esos festejos hay que salir al mundo de manera impecable, protagónica, idílica incluso, en este caso había que mostrarse de modo antagónico, volver a aquel momento para retractarse, hacer un culto ya no de un ideal sino de su contrario.
"Me encanta que nos podamos reír de nosotras mismas compartiéndonos una foto de ese momentos tan difícil que es la adolescencia", dice a Infobae Giaquinta, que no esperaba ni de lejos esta repercusión pero la sorprendió por los mejores motivos.
"Nos estamos riendo colectivamente de nuestras propias desgracias. Eso me parece fantástico, hace un par de años no hubiera pasado. Mostrarnos con todas las imperfecciones de los cuerpos, con granos en la frente, con la moda de la época, los peinados de la época… Estoy contenta de que podamos burlarnos un poco de todo eso, como diciendo: no tenemos ni cuerpos perfectos, ni el vestido perfecto, no el peinado perfecto, o tal vez en ese momento creíamos que sí pero mira cómo me río de esto ahora", explica.
Hoy tiene 33 años, aquella fiesta fue el 11 de noviembre del 2000 en su casa de Adrogué. "Representa algún tipo de fetichismo que tenían los fotógrafos de la época con el reino vegetal, supongo", dice sobre su postura de cariño para con el arbusto. ¿Por qué se hacían (y se hacen), estas fiestas? Veamos.
La consagración como hombres o como mujeres fue algo que siempre preocupó a la civilización. Saber cuándo se es adulto, "señorita", mujer… A cada cultura le corresponde un rito iniciático.
El origen de los 15 como año clave en América Latina pareciera que se remonta a la civilización azteca, en México. Para ellos, a partir de entonces se terminaba la pubertad. No era meramente teórico: con la adultez llegaban obligaciones, por eso su necesidad de medirlo. Era, de algún modo, un ritual que ocupaba el lugar de la ley: a partir de entonces lo hombres podían tomar a esas mujeres para reproducirse y construir con ellas su familia. Los mayas compartían la práctica. Por supuesto, dicho hoy parece de otro planeta. En efecto, lo era.
La fiesta entonces era un modo de mostrar a la sociedad que esa mujer ya estaba preparada para enfrentar las obligaciones de la vida adulta. A partir de entonces se las enviaba a una escuela (se las llamaba "Telpochcalli"), donde los hombres aprendían el arte de la guerra y las mujeres las diferentes prácticas que se esperaba de ellas.
El mundo moderno entiende la fiesta de 15 como una celebración de libertad, una noche en la cual la quinceañera de algún modo se emancipa de su condición de niña y se enfrenta al mundo de sus propias elecciones. En el origen, sin embargo, era todo lo contrario.
La pared. pic.twitter.com/vL7RRWGLmn
— Mia Wallace (@Ghinaura) June 11, 2019
Belén Vega tiene 20 años y es otra de las participantes populares de este hilo de Twitter. Su fiesta fue en Esquel, de donde es, el sábado 7 de septiembre del 2013.
"Quise hacer algo diferente y empecé a buscar un salón. Entonces di con la Sociedad Rural de Esquel y como el lugar me gustaba elegí hacer algo con temática de campo. Nadie esperaba lo que pasó: ¡entré a mi fiesta a caballo! Las fotos de su fiesta, que nos comparte, muestran el despliegue.
"Mi preocupación era que el caballo no me cagara todo salón, o no caerme… Pero por suerte salió todo bien. Después puse un toro mecánico, y mucha espuma. Hubo como 300 invitados. En un momento me tuve que poner en la puerta y decirle a la gente de seguridad quién entraba y quién no… Fue una locura", cuenta Belén.
La foto de Xoana García es más inquietante. En ella se ven solo sus piernas hacia arriba mientras cae al suelo. Mientras que Belén tiene todas sus fotos en digital, las de Xoana están en papel: tiene 30 años, su fiesta fue en el 2004. La que tuiteó fue la última foto de aquella noche.
"En ese momento se usaba que te tiraban para arriba y supuestamente te agarraban. Es un momento tenso porque cada vez que te tiraban no sabés si te sostienen o no. A mí me tiraron como seis o siete veces y en una de esas no me agarró nadie y me fui al piso… No sé cómo el fotógrafo capturó ese momento. No me pasó nada grave pero ya era tarde y la situación funcionó como fin de fiesta perfecto", dice.
"Soy de San Nicolás, provincia Buenos Aires. La fiesta la hice en el 2010, en septiembre. Fue sencilla, nada extravagante, algo ajustado a las posibilidades económicas que teníamos en ese momento, que son más o menos parecidas a las que tenemos ahora. Pero fue una fiesta muy linda", dice Gala, de 24 años, que también participó del hilo. La suya es una foto simpática por el descubrimiento que supone: cuando se la hizo, no se dio cuenta de su alrededor, para ella era todo suficientemente mágico. Años después, encontró una nueva versión de la historia
"Vi el hilo de casualidad, era casi madrugada y estaba aburrida, entonces me puse a buscar alguna foto y me crucé con la que publiqué. Recién entonces me di cuenta de la suciedad que tenía el auto. Nueve años estuvo esa foto en Facebook y yo nunca me había dado cuenta de esa mugre", cuenta a Infobae.
Cualquiera que busque el hilo en Twitter va a encontrar infinidad de fotos divertidas. En una hay una chica que está metida en medio de un lago con el agua a la mitad del cuerpo y parte de vestido flotando.
En otra, una chica posa con la remera de Boca sobre un tractor, en otra se juega con efectos en la era pre photoshop y aparece la cumpleañera en miniatura acostada sobre un zapato, en otra una chica conversa con una estatua, en otra una adolescente posa en bikini junto a una decena de vacas… La enumeración sigue.
¿Qué fue lo que llamó la atención de todos? "No esperaba ni loca esa repercusión porque no soy una persona pública", dice Florencia, que se siente agradecida por todas las chicas que le mandaron su foto.
A nadie se le escapa que muchas veces Twitter es el reino de la chicana y la crueldad, todo lo que allí entra puede salir devorado por la máquina de la ira. Y sin embargo, por una vez sucedió lo contrario. Todo lo ridículo, todo lo inexplicable, fue por un día materia de orgullo.
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