Suicidios, perversiones y exilio: la tremenda historia de la bisnieta de Leopoldo Lugones y la tragedia de tres generaciones

Tabita Peralta Lugones habló con Infobae de su bisabuelo poeta y su viraje del socialismo a la ultraderecha, de su abuelo torturador y de su madre guerrillera, detenida desaparecida por la última dictadura. Una dramática y tortuosa saga familiar

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Leopoldo Lugones inauguró el modernismo
Leopoldo Lugones inauguró el modernismo en la poesía latinoamericana junto a Rubén Darío. Jorge Luis Borges habló siempre con admiración de él. Tan profunda fue su huella que el día de su nacimiento (13 de junio) se celebra el Día del escritor en Argentina

La vida de los Lugones es, de algún modo, una historia argentina concentrada. Trágica, por cierto. Y despareja, desigual. La tragedia empieza con el Leopoldo Lugones poeta y político, capaz de dar un vuelco desde el socialismo hacia un nacionalismo extremo que significó un apoyo clave del primer golpe de Estado del siglo XX. El 18 de febrero de 1938, Lugones se suicidaba en el Tigre con una mezcla de cianuro y whisky.

Su único hijo, Polo, -pederasta y luego torturador- se quitó la vida a fines de 1971. Alejandro, nieto de Polo, hijo de Pirí Lugones, hermano de Tabita Peralta Lugones, se suicidó, también en el Tigre, también a fines de 1971. Pirí, hija de Polo, fue abusada por el segundo marido de su madre. Ella fue una referente de la cultura de los sesenta y un cuadro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que fue detenida por un grupo de tareas de la Armada a fines de 1977. Sus captores, quizá por ignorancia o por perversión, la asesinaron cuatro décadas después del suicidio de su abuelo, el 17 o 18 de febrero de 1978.

Tabita Peralta Lugones se fue
Tabita Peralta Lugones se fue de la Argentina cuando tenía 20 años: Barcelona, París, lejos del tormentoso mundo que le resultaba su país natal

Tabita Peralta Lugones tiene, entonces, a su bisabuelo, a su abuelo y a un hermano que terminaron con sus propias vidas y a su madre detenida desaparecida, torturada y asesinada.

Tabita cuenta una saga familiar que quita el aliento a cualquiera. Ella se fue de la Argentina cuando tenía 20 años: Barcelona, París, lejos del tormentoso mundo que le resultaba su país natal. Fue en busca de otros horizontes y logró vivir con su marido y sus hijos una normalidad de la que no escapa el vértigo de conocer su historia. El vértigo no es solo una metáfora: Retrato de familia lo escribió en francés, no por un cultismo banal sino porque necesitaba tomar una distancia que no la atormentara por demás.

Tabita es la bisnieta de Leopoldo Lugones, quien inauguró el modernismo en la poesía latinoamericana junto a Rubén Darío. El mismo Jorge Luis Borges habló siempre con admiración de Lugones. Tan profunda fue su huella que el día de su nacimiento (13 de junio) se celebra el Día del escritor en Argentina. Sin embargo, se alejó de sus ideas socialistas para ser un apoyo clave del golpe del general José Félix Uriburu en septiembre de 1930.

-Usted dejó la casa de su madre siendo muy chica -15 años- y a los 20 se fue a Europa. De esa historia, turbulenta, dolorosa, ¿qué marcas quedaron en Tabita? ¿Cómo es su vida familiar?

-Tengo un mismo compañero de vida, Oscar Caballero, desde que salí de Buenos Aires. Él es escritor y periodista. Tenemos cinco hijos. Vivimos entre París y Barcelona. En 49 años ya de aquella salida de la Argentina, volví a Buenos Aires muy pocas veces y por muy poco tiempo. Nunca más quise volver. Muchos argentinos que llegaron en el 76 o 77 eran exiliados. Yo no me considero una exiliada política sino una exiliada de la familia. Tomé distancia de mi familia y pasaron muchos años, treinta años, hasta que me decidí a recuperarla. Sobre todo porque habían salido varios libros, sobre Leopoldo, sobre Polo, sobre mi madre… El que me hizo empezar a escribir otra historia fue Fondo Negro – Los Lugones (de Eduardo Muslip). Después salieron muchos más. Yo creo, retrospectivamente, que si mi madre viviera le sorprendería convertirse en una persona tan famosa mucho tiempo después de que la mataran.

Pirí, la hija de Leopoldo
Pirí, la hija de Leopoldo Lugones, con Tabita y Alejandro

-Y en su familia, ¿cómo lleva esta herencia?

-Tengo una familia estructurada, cinco hijos, varios nietos y trato de recuperar la normalidad… desde el principio…

-Usted habla de cierto proceso mágico de la condición humana: por un lado la tragedia, por el otro la normalidad…

-¡Cierta salud mental!

-Es inevitable pensar en una Tabita que era Tabita Peralta y decidió, un día, agregar el apellido Lugones.

-Yo sigo siendo argentina, no tengo papeles españoles. Acá se usa el segundo apellido, pero en mi documento figura "Peralta". Agregar "Lugones" fue casi una imposición editorial, porque cuando salió Retrato de familia era una historia propia y era imposible que no saliera el apellido materno. En mis trámites y actividades nunca usé ese apellido.

-Y, en términos de su propia "salud mental", ¿qué es ser Lugones?

-Siempre he sido argentina, pero de alguna manera es fortalecer y recuperar esa identidad argentina… Supongo. No me lo he planteado demasiado.

Leolpodo Lugones con su mujer
Leolpodo Lugones con su mujer Juanita

-En estas cosas, el inconsciente también marca los tiempos quizás… Puede ser un indicativo de eso que Retrato de familia haya tenido que escribirlo en francés… ¿Quién lo tradujo?

-Yo hice una primera versión que se llamaba La mort dans le miroir (La muerte en el espejo) y cuando se lo presenté a Willie Schavelzon (editor argentino residente en Barcelona, representante de autores) me permitió ir reescribiendo. A mí lo que me interesaba era la historia de las mujeres de la familia porque a pesar de que los más conocidos eran los hombres (Leopoldo, sobre todo, y Polo, pero también mi padre, Carlos Peralta, que era humorista) me interesaba qué pasaba con las mujeres. En la primera versión había una historia muy personal. Un capítulo es la vejez y otro el vino blanco francés. Era muy novela. Luego tomó otra forma. Son varias voces femeninas. Habla la abuela, la madre, la hija. Me interesaba poner el énfasis en las mujeres porque en esta familia los conocidos son los hombres, aparte de Pirí, por supuesto. Tanto Leopoldo y Polo eran conocidos. Incluso mi padre, que hizo la revista Tía Vicenta. Para mí lo interesante era indagar en la parte femenina de la familia: mi bisabuela, mi abuela y mi madre.

-Si ahora le proponemos hacer la saga familiar, ¿por dónde empezaría?

-Se las cuento como se la cuento a mis amigos franceses, que no conocen esta historia: yo soy bisnieta de uno de los poetas más importantes de la Argentina (Borges sigue estando por encima) que empezó como uno de los creadores del Partido Socialista y termina siendo un nacionalista reaccionario que promueve el primer golpe de Estado en el país. A su vez, ese hombre tiene un único hijo que es una especie de sádico compulsivo que maltrata chicos en el reformatorio y que después llega a ser uno de los jefes de la policía secreta.

-Y que introduce la picana eléctrica…

-Hay historiadores que afirman que no. Pero la aplica. Sí es de los primeros que la utilizan en las torturas. Y volviendo a la familia, luego está Pirí, mi madre, que vive en una familia partida, que no tiene casi relación con su padre desde muy joven. Ella era provocativa. Cuando era pequeña tuvo una tuberculosis ósea que le dejó una renguera visible y le dicen que no va a poder tener hijos. Sin embargo, tuvo tres hijos, con tres cesáreas, una más complicada que la otra. Yo soy la mayor, un año y medio después nació Alejandro y un año y medio después Carel.

Pirí Lugones en la década
Pirí Lugones en la década de los 60. En 1977 fue secuestrada por un grupo de tareas y la asesinan meses después de su dtención

-¿Y los suicidios cómo impactan en la familia?

-Leopoldo se suicida en 1938, por una frustración amorosa más que por otros motivos, aparentemente. Se suicida Polo, de una manera siniestra, cuando su mujer se muere de un cáncer (ella no quería que la hospitalizaran). Fue en octubre de 1971. Un mes después es mi hermano Alejandro quien se quita la vida. Alejandro había nacido con una mano menos porque mamá tuvo una rubeola durante el embarazo. Lo que pasa es que mamá no tuvo síntomas de la rubeola y esa enfermedad fue la causa de la malformación de mi hermano… La muerte de Alejandro sucede cuando yo estoy ya en París, embarazada. Alejandro venía de una historia dura de consumos en Perú y tenía que curarse. Mi padre y mi madre le alquilan una casa en una isla del Tigre, él pone un criadero de pollitos y empieza a escribir un diario íntimo, que comienza con que se iba a matar…. En 1977 secuestran a Pirí, mi madre, y la matan meses después. Todas estas historias yo las dejé de lado para construir una familia y vivir.

-¿Y cómo fue el reencuentro con esas historias?

-Muchos años después me basé en las cartas entre mi abuela y mi madre y otros documentos familiares. Yo no conocí a mi abuelo Polo. Mi madre no nos dejó verlo nunca. Pirí fue una madre bárbara y una movilizadora cultural extraordinaria. Era difícil vivir en esa casa. Mis padres estaban separados, ella tenía que trabajar y mi padre tenía que viajar mucho. En esa casa, además, había reuniones y fiestas permanentes. Por otra parte, mi abuela y mi bisabuela nos protegían mucho a mí y a mis hermanos. Todo lo racional de educar a los chicos pasaba más por mi abuela -que te llevaba a la ópera, que te compraba zapatos- que por mi madre. Ella, además, tuvo que salir a trabajar para sostenernos. Mi padre viajaba mucho. En mi caso, hice todo lo contrario: una familia "normal", estable.

-De esta parte dura de su vida, ¿podría contarnos quién era Marcos Victoria y qué relación tuvo con su abuela y con su madre?

-Yo lo conocí mucho. Aunque mi madre y mi abuela no se hablaban, Pirí me insistía mucho en que fuera a lo de mi abuela. Marcos estaba con mi abuela, era neurólogo. En la casa tenía el consultorio. Era un personaje siniestro. Mi abuela lo había conocido a través de su propia madre, Margarita Aguirre. Marcos ya había tenido relaciones con Margarita. Después de eso, Marcos Victoria se casa en Uruguay con mi abuela, cuando ya se había suicidado su marido (mi abuelo Polo), pero vivían juntos desde hacía mucho tiempo, porque estaba separada de Polo Lugones. El hecho es que él empezó a acostarse con mi madre, desde que ella tenía 12 años. Sin duda que era una violación. Pero esa relación entre Pirí y Marcos duró hasta que mamá se casó con mi padre. Él era perverso, no sé hasta qué punto mi abuela sabía o no sabía.

“Leopoldo se suicida en 1938,
“Leopoldo se suicida en 1938, por una frustración amorosa más que por otros motivos”, dice su bisnieta

-Un médico neurólogo que tiene relaciones con tres generaciones de mujeres de una misma familia y una de ellas de apenas 12 años…

-Yo misma no soy capaz de juzgarlo. Hay que pensar lo que eran esas épocas. Cuando una rasca, encuentra muchas historias de ese tipo. Yo lo tengo adentro, pero no sufro por eso. Para mí, mi abuela fue fundamental en mi vida, por los idiomas, el conocimiento, el cariño. No sé hasta donde ella sabía que su marido se acostaba con su hija en otra parte de la casa. Mi madre fue soltando esta historia durante nuestras adolescencias de manera muy intempestiva.

-Volviendo a lo que usted llamó salud mental, ¿cómo hizo su vida con esta mochila en las espaldas?

-¡Menos el psicoanálisis, que nunca fui siquiera a una sesión! (se ríe) Para mí la escritura fue liberadora. Cuando salió Retrato de familia el editor de Emecé me dijo: "Tendrías que contar la historia bien contada". Entonces empecé Cuervos de la memoria (cuyo subtítulo es Los Lugones – luz y tinieblas). Me llevó como tres años juntar material, cartas… Después ya no escribí más sobre eso. Tengo dos novelas terminadas y sin publicar. Pero la historia de la familia para mí terminó, en términos narrativos. Ese proceso me sirvió para analizar mucho. Yo a mis hijos, mientras eran chicos, no les conté la historia familiar. Luego todos leyeron Cuervos. A mí, vivir en Francia y España me permitió estar con otra gente, ocupada de otras cosas. Yo viví: acabo de cumplir 70 años.

-Y saliendo de la tragedia, ¿qué cosas le gustan?

-El fútbol me apasiona. Soy capaz de poner el despertador a las tres de la mañana para ver un Corea–Costa Rica. Y soy fanática del Barça. Mi marido es un enamorado del tango y me encanta el Cuarteto Cedrón. Vivo en una ciudad pequeña -Vilanova- que está a 50 kilómetros de Barcelona, disfruto del mar. Yo tengo pasaporte argentino pero no me siento porteña cuando estoy en Buenos Aires ni francesa cuando estoy en París ni catalana aquí. Estoy hecha de pedacitos.

-Por último, su madre, que fue detenida por un grupo de tareas y es detenida desaparecida…

-Ahí sí tengo como un sentimiento de culpa… Fue a fines de 1977, yo no podía volver. La mataron cuando yo tenía 29 años, pero entre mis 20 y mis 29 no la vi. Eso sí me da una pena horrible, me hubiera gustado que conociera a mis hijos. Mi padre cuando se enfermó decidió ir a morir a Buenos Aires. En definitiva, yo tengo allá un cementerio sin haber estado nunca en el momento de las muertes.

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