El piloto naval que hundió al Sheffield en Malvinas: “Los ingleses planeaban atacar a los Super Étendard en el continente"

En un texto exclusivo para Infobae, Augusto Bedacarratz, el piloto aeronaval que junto a Armando Mayora atacó al destructor inglés, devela detalles de la misión y el plan británico para destruir esos aviones en la Base de Río Grande

El 4 de mayo de 1982 dos Exocets lanzados desde aviones Super Étendard hundieron al destructor HMS Sheffield, la primera nave perdida por Gran Bretaña después de la II  Guerra Mundial

El éxito de nuestras misiones con el uso de la tecnología del misil antibuque AM-39 Exocet dependía fundamentalmente de nuestra discreción. Esa fue la conclusión a que arribó la Escuadrilla en los innumerables ataques simulados y prácticas que hicimos sobre dos destructores gemelos justamente del destructor HMS Sheffield, entre otros, que nuestra Marina había adquirido en Inglaterra varios años antes. Por esta razón todas las misiones eran de solamente dos aviones y operando en silencio de radio total desde el mismo despegue.

Fue para compensar esta limitación que decidimos que las parejas de pilotos, los líderes y sus numerales, sean fijas, siempre los mismos, y es así que con el Teniente de Fragata Armando Mayora siempre volamos juntos, desde que iniciamos el adiestramiento para el combate hasta que finalizó el conflicto, más de dos meses después. También concluimos en que el ser acompañados por una escolta aérea atentaba contra esta imprescindible discreción y dificultaba, sin dudas, el perfil de vuelo a realizar para llegar indetectados a proximidades del blanco, por lo que todos nuestros ataques los realizamos solos, sin este tipo de protección.

Augusto Bedacarratz ingresa a la cabina del Super Étendard. Será la primera vez que un piloto aeronaval lanzará un misil Exocet.

Existe cierta tendencia a personalizar estas acciones cuando, por la complejidad y tecnología utilizada, son imposibles de concretar exitosamente a través de una acción individual. Es imprescindible la complementación mutua de toda la información que recibe cada piloto para tener la certeza de que no se está cometiendo ningún error, asegurando que los misiles sean lanzados con una probabilidad muy alta de impactar en el blanco asignado a la misión. Es un verdadero trabajo de equipo, Mayora fue mi coequiper más que mi numeral y la falla en cualquiera de los dos aviones era causa suficiente para anular el vuelo.

El numeral Armando Mayora al aterrizar en la Base de Río Grande tras cumplir con éxito la misión

También el día de nuestra misión, el 4 de mayo, formó parte primordial del equipo la operación realizada por un avión explorador P2 Neptune de la Aviación Naval, constituyendo la típica misión aeronaval de ataque a una flota, rutina habitual en nuestra profesión a lo largo de los ejercicios con la Flota de Mar. Este viejo avión, con equipos casi obsoletos, tripulado por 11 hombres, ese día cumplió una tarea muy riesgosa y que fue fundamental para el éxito que logramos.

Exponiéndose en el área durante más de seis horas permitió localizar e identificar con su equipamiento de contramedidas electrónicas los radares de los buques ingleses, asegurándonos lo que el Super Étendard no está en capacidad de hacer por sí mismo, es decir que el buque al que nos enviaba era el enemigo al que se pretendía hundir y no un buque propio u otro cualquiera.

Parte de la dotación del avión P2 Neptune, que localizó a la Fuerza de Tareas Británica y guió el ataque de los SUE sobre el Sheffield

Emitiendo con su radar en varias oportunidades fue transmitiendo las sucesivas posiciones del blanco. Llegó al extremo de aproximarse demasiado por última vez, a pesar de todas las indiscreciones anteriores, para actualizar con precisión la posición de estos buques. Esta información la transmitió directamente a nosotros, que nos encontrábamos en vuelo, justamente 15 minutos antes del lanzamiento. Ese día se cumplió la tarea de "guiado" en forma perfecta, exactamente como está escrito en nuestros manuales de procedimientos.

Quiero destacar que no habríamos podido llegar hasta el blanco asignado si no hubiéramos contado con el reaprovisionamiento de combustible en vuelo, realizado con un avión Hercules KC-130 de la Fuerza Aérea. Todas las misiones de nuestra Escuadrilla, al igual que las del resto de la Aviación Naval y un gran número de aviones de la Fuerza Aérea, necesitaron de este reaprovisionamiento para poder llegar a la distancia en que se encontraban los buques de la flota enemiga, con margen de combustible suficiente para realizar los ataques y regresar a sus bases en el continente.

Mecánicos de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, preparando los aviones para la misión del 4 de Mayo

Nuestra operación, al igual que el resto de las misiones de los Super Étendard, se realizó cumpliendo el perfil de vuelo fijado por la Escuadrilla, aproximándonos por debajo de los lóbulos de emisión de sus radares y respetando la política de restricción electrónica establecida, tanto para las comunicaciones como para el uso del radar.

Hay muchos indicios que indican que los ingleses descreían de nuestra capacidad para operar eficazmente el sistema Super Étendard-Exocet, y que ese día, en particular, subestimaron totalmente la posibilidad de un ataque. Lo mas significativo es lo expresado por el propio Almirante Sandy Woodward, en su libro Los Cien Días.

Woodward fue el Comandante de la Fuerza de Tareas británica enviada al Atlántico Sur en este conflicto, es decir, el máximo responsable de todas las operaciones de mar y tierra y en su libro describe nuestro ataque de una forma muy detallada, utilizando todo el primer capítulo exclusivamente para narrar cómo vieron y cómo procedieron durante el desarrollo de nuestra misión.

La realidad es que la Fuerza de Tareas ese día se encontraba en "alerta blanca" de ataque aéreo, lo que significa un reducido grado de preparación para defenderse de un ataque de este tipo. Hay que considerar además que la meteorología en la zona, con baja altura de las nubes sobre el mar y escasa visibilidad, impedía la realización de ataques utilizando armamento y bombas que exigen el sobrevuelo de las unidades a atacar.

Los Super Étendard en vuelo durante la Guerra de Malvinas

La única posibilidad que existía se fundamentaba en el uso del Super Étendad que con su sistema de armas misilístico, tenía capacidad de ataque en condiciones meteorológicas adversas. De todas formas, a pesar de la presencia detectada del avión Neptune utilizando su radar de búsqueda, a pesar de haber escuchado e identificado en el contramedidas del destructor HMS Glasgow la primera emisión radar que hicimos, de sólo 5 segundos, donde no tuvimos ningún eco, y a pesar de la obvia indiscreción de nuestro ataque final y lanzamiento, el hecho de que aun así hayan continuado en "alerta blanca", muestra el grado de descreimiento que tenían de nuestra capacidad para operar el sistema.

Expresa también la gran preocupación que mantuvieron a partir de ese día y por el resto del conflicto ante la simple pero pragmática amenaza de los tres únicos misiles Exocet que nos restaban, y el consiguiente desgaste que le produjo a su grupo aéreo el tener que alejar tanto a sus portaaviones de las Islas para poder evitarla. Reconoce que fue duramente criticado en Inglaterra por esta decisión táctica que adoptó.

Woodward escribe una referencia final como conclusión general de todas las operaciones de la Escuadrilla en este conflicto. Admite explícitamente que en la forma en que operábamos los Super Étendard, no ofrecíamos la advertencia mínima anticipada, que necesitaban para utilizar sus sistemas defensivos con efectividad, y que hubieran necesitado la capacidad de aviones DAT (Detección Aérea Temprana) para poder hacerlo, pero no lo habían previsto.

El Almirante John Sandy Woodward, comandante de la Fuerza de Tareas británicas en Malvinas

También en sus conclusiones dice que en varias oportunidades "pensó" en destruir los Super Étendard en el continente. La realidad es que lo pensó, lo ordenó, y se planificó con fecha de ejecución 17 de mayo, que es coincidentemente el Día de la Armada.

El General Delabilliere que fue el director de las SAS, las fuerzas especiales que tenían que intervenir, lo describe detalladamente en su autobiografía. La misión consistía en destruir los Super Étendard en la Base Aeronaval de Río Grande, los tres misiles Exocet que nos restaban, y de ser posible eliminar a sus pilotos atacando el casino de Oficiales en un operativo comando, aterrizando sorpresivamente de noche con dos aviones Hércules de transporte en la propia pista de la base.

Delabilliere confirma que esta operación estuvo a punto de realizarse después de haber completado un adiestramiento muy intenso de una semana en una base de la Fuerza aérea en Escocia, que el helicóptero Seaking que apareció incendiado cerca de Punta Arenas la noche del 17 de mayo había trasladado a un grupo de 9 hombres de las SAS que tenían como misión obtener la información necesaria en tierra referente a las instalaciones, defensas y ubicación de los aviones, y que al evaluar el grado de alerta de las tropas de la Infantería de Marina que custodiaban la base, y al considerarse detectados, cancelaron la misión.

El hundimiento de Sheffield alertó a los ingleses sobre la capacidad tecnológica del binomio Super Étendard-Exocet y se planificó la misión Mikado que si bien luego fue abortada en su ejecución final apuntaba a atacar a los aviones y a los pilotos.

Durante mayo de 1982 año cumplimos cinco misiones de combate. Como resultado de ello produjimos el hundimiento del primer buque británico desde la segunda Guerra Mundial, HMS Sheffield, el del buque logístico transporte de aeronaves de mayor tonelaje perdido por los británicos en el conflicto, ACL Atlantic Conveyor, y en una misión conjunta con cuatro aviones A-4C Skyhawk de la Fuerza Aérea, la avería del portaaviones HMS Invincible, no confirmada aún por los ingleses. En resumen, produjo el hundimiento del 61% del tonelaje perdido por los británicos durante el conflicto.

Las acciones de combate de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque se han caracterizado por la utilización de un sistema de alta tecnología, con un excelente nivel de profesionalismo por parte de los pilotos y el personal técnico, y han sido analizadas y evaluadas en los principales institutos militares del mundo, tomándose como ejemplo de eficiencia operativa.

El avión 3-A-302 que volaba Bedacarratz en el hangar de la Base Aeronaval Comandante Espora en 1983, cuando la escuadrilla fue condecorada.

Un mérito muy importante de esta unidad ha sido el poder solucionar los problemas para operar eficientemente el sistema por parte de los pilotos y los problemas técnicos por parte del personal de mantenimiento desde su anonimato, en el tiempo tan reducido que tuvimos para hacerlo. Fue el liderazgo de nuestro comandante de Escuadrilla, el Capitán de Navío Jorge Colombo, quien supo conducirnos con un destacado criterio profesional en una situación límite, como es el caso de una guerra, lo que nos permitió prepararnos de la forma en que lo hicimos.

Las siluetas de los buques atacados por los Super Étendard en la Guerra de Malvinas.

Los resultados obtenidos por esta Escuadrilla, una de las tantas de nuestra Aviación Naval, fue fruto en definitiva de casi 80 años de experiencia en operaciones aeronavales, (en la actualidad más de 100 años), de un profundo conocimiento del ámbito y de los actores del teatro de operaciones y de políticas institucionales que promovieron la adquisición del armamento adecuado para el cumplimiento de esas misiones.

Es por esto que la Armada decidió instituir el 4 de mayo el Día de la Aviación Naval como emblema de todo lo logrado a través de su historia y como símbolo de todas las acciones de las aeronaves de la Armada en la Guerra de Malvinas.

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