Con una sonrisa que ilumina su cara, Sonia Gesio recibe a cada uno de los huéspedes que llegan al Hostel Albergo Ético de Villa Carlos Paz, en la provincia de Córdoba. Su compañero, Gabriel Panero, verifica que cada detalle esté funcionando, mientras que Daniel Reguero prepara las medialunas y el café con leche en la cocina y Lautaro Andrada alcanza todo hasta una mesa. Natalia Robledo, mientras tanto, ya tiene listas las camas de las habitaciones.
Todos ellos son parte del staff permanente de pequeño hostel escuela, el primer espacio de este tipo en Latinoamérica en formar y darle trabajo a personas con Síndrome de Down.
Sonia se toma dos colectivos para llegar a las 8 de la mañana al trabajo. Hace unos meses cumplió cuarenta años y disfruta de estar en contacto con la gente. Natalia, de 21, sale muy temprano para asumir su responsabilidad.
Para estos cinco empleados del hostel este es su primer trabajo. Algo que les cambió la vida a ellos y a sus familiares. No solo por el aprendizaje adquirido en gastronomía y hotelería, sino por la verdadera inclusión en sociedad.
"Es la primera vez que tienen la capacidad de demostrar todo lo que son", dice Lucía Torres, creadora de la Fundación Unidos por la Inclusión (UPI).
"Las personas con discapacidad son anuladas e invisibles. Lo viví con hechos de violencia hacia mi hijo Bruno, también con el diagnóstico de Síndrome de Down, que hoy tiene 11 años", agrega.
En abril de 2015, Lucía se encontró con la primera barrera al querer incluir a su hijo en la escuela: "En ese momento comenzó mi interés de querer ayudar a otras mamás en la misma situación".
Con ese motor propio de poder brindar un futuro distinto en materia de inclusión, Lucía se cruzó con Mauro Dagna, un italiano que salió de su país para recorrer el mundo promulgando su inspiradora obra: "Albergo Ético".
"Salí de Italia en moto con el objetivo de cambiar las vidas. Con más de 80 charlas por Latinoamérica -Perú, Chile, Uruguay, Brasil-, la única semilla que germinó fue en Argentina, con un fruto espectacular. Es la primera sede fuera de Italia, el primero en Sudamérica", dijo Dagna, con ánimo de seguir contagiando su iniciativa.
Hacer la cama, preparar un café o cambiar una lamparita son tareas que los seres humanos por lo general realizan como parte de la rutina diaria. Estas pequeñas acciones, que pueden parecer simples para muchos, se pueden convertir en un desafío para personas con discapacidad.
Con alta demanda, el hostel trabaja activamente con visitantes de todo el país.
"Fui en semana santa, conociendo las características del lugar. Fue gratamente sorprendente hospedarnos en Albergo. Más allá del servicio de primera, el amor incondicional que se recibe por parte del staff es invaluable", contó María, que fue recientemente en plan familiar.
Todos los miembros del staff del hostel tienen historias de vida durísimas y de superación constante.
"Cualquier individuo que haya sido excluido no tiene una realidad digna. Son seres maravillosos, formados, no puedo creer que la sociedad no los haya visto antes", resalta conmovida la embajadora de este revolucionario proyecto.
Según explica Torres, el objetivo del proyecto es lograr la autonomía de por vida. "El trabajo en sí, es una excusa, todo lo que aprendieron y ponen en práctica es para que ellos puedan lograr la autonomía e independencia que necesitan", explicó.
Aquí no hay psicopedagogas, ni psicólogos, ni profesionales de la salud: son los propios empleados en cada una de sus áreas que sirvieron de tutores a estos adultos que hoy se desempeñan en el hostel. Como en toda actividad laboral, los trabajadores reciben una remuneración.
El proyecto fue tomando vida en distintas etapas. La primera consistió en la inclusión de los primeros cinco adultos que se desempeñan de manera eficiente en cada una de sus tareas. Hace poco ingresaron otros siete, y son aquellos primeros cinco los que están ocupados de su formación. De esa manera se genera una suerte de rueda.
Actualmente, el emprendimiento no cuenta con un edificio propio. El lugar es alquilado y tiene dimensiones limitadas: cuatro habitaciones triples que fueron acondicionadas con materiales reciclados, camas, mesitas de luz, sábanas y colchas. Lo mismo sucedió en la cocina, con heladera y anafe que llegaron a partir de donaciones.
En la actualidad el Albergo Ético busca donaciones y personas que quieran apadrinar un proyecto que no para de crecer.
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