En una emotiva ceremonia, le restituyeron el sable de mando a un militar argentino que peleó en Malvinas

Fue por iniciativa de la viuda de un almirante inglés, que lo había atesorado durante 37 años. El dueño del sable es el coronel retirado Martín Jaureguiberry, quien peleó en Bahía Fox

En diciembre del año pasado, el Coronel (R) Martín Jaureguiberry recibió una llamada inesperada que lo colmó de asombro y felicidad: "Sabemos quién tiene tu sable de mando que entregaste en Malvinas y la persona que lo custodia desea reintegrártelo", le dijo del otro lado del teléfono el Presidente de la Asociación de Veteranos de la Guerra de Malvinas (AVEGUEMA), General de Brigada VGM (R) Sergio Fernández.

"Fue un cañonazo de alegría", evoca Jaureguiberry (64), minutos después de que en una sencilla ceremonia cargada de simbolismo en la residencia del Embajador británico en la Argentina, Mark Kent le restituyera su emblema militar después de 37 años.

Martin Jaureguiberry recibió de manos del Embajador británico en Buenos Aires, Mark Kent, su sable de mando que había llevado a Malvinas.

Flanqueado por su familia, compañeros de armas, veteranos de guerra, el embajador Kent y el agregado de Defensa de la embajada británica, Robin Smith, Jaureguiberry dijo haber recuperado un tesoro gracias a la buena voluntad de "gente de bien".

Se refería a una ristra de personas movilizadas para dar con él. El primer paso lo dio la viuda de un marino inglés, combatiente en Malvinas, que durante 37 años atesoró aquella insignia castrense con la que envisten a los oficiales del Ejército.

El sable con el nombre del militar grabado en la hoja de acero permaneció durante 37 años en el hogar de un almirante, ex comandante de la fragrata HMS Avenger. (Lihue Althabe)

"El sable no tiene valor económico pero sí un gran valor simbólico", afirmó el coronel al reencontrarse con el arma que nunca pensó en poder recuperar. Y menos de la forma en que ayer lo recibió.
"Apoyamos toda acción que contribuya a reparar las heridas físicas y emocionales de quienes participaron del conflicto. En ese aspecto creemos que todos debemos privilegiar el factor humanitario por sobre cualquier motivación comercial", señaló Kent durante la ceremonia. Fue un mensaje claro ante la proliferación de objetos bélicos, cargados de historia, que se comercializan en Internet y adquieren los coleccionistas.

En 1972, el entonces subteniente Jaureguiberry recibió su sable de mando como oficial de Ejército

Un sable sobre una pila de armas

Al deponer las armas el 14 de junio, el entonces teniente del Ejército debió despojarse además de su sable en un galpón de Bahía Fox donde había peleado junto al Batallón de Ingenieros 9. Nunca más supo de él y hasta su retiro debió conformarse en los actos castrenses con lucir el que había heredado de su padre, también militar.

La empuñadura del sable de mando. “No tiene un valor económico, pero sí un enorme valor simbólico”, dijo el militar al agradecer la restitución de su arma que dejó en Malvinas tras la rendición de las tropas argentinas.

Sus hijos rastrearon en vano los sitios de subastas en Internet hasta que aquella "llamada milagrosa" develó el derrotero de su insignia, en cuyo filo de acero se leía: "Al subteniente Ricardo Martín Jaureguiberry, 16 de diciembre de 1972. Sean eternos los laureles".

El comandante de la Fragata HMS Avenger, Sir Hugo White, fallecido en 2014 con el grado de Almirante, coordinaba el repliegue de las tropas argentinas de los campos minados en Bahía Fox, el enclave en Gran Malvina, adonde Jaureguiberry se trasladó tras la recuperación de las islas. Aunque hubo otros casos, no era usual que los militares argentinos llevaran al teatro de operaciones esas insignias. Pero durante el desembarco la orden había sido portarlo, dice Jaureguiberry, ya que el plan original no era entrar en guerra sino forzar una negociación por la vía diplomática para discutir los reclamos de soberanía.

El comandante de la Fragata Avenger lideró las operaciones de repliegue de las tropas argentinas apostadas en Bahía Fox y allí halló el sable del militar

Tras la rendición argentina, alguien lo recuperó de entre los pertrechos y se lo entregó a White en la fragata Avenger. El marino a su vez se lo ofrendó a su superior, el comandante de las fuerzas de tareas británicas, almirante Sandy Woodward quien agradeció el gesto pero se lo cedió a su subordinado para que lo atesorara. Fue una forma de reconocimiento al valor en combate de White y de su tripulación.

"No creo que haya sido un trofeo de guerra, sino más bien un recuerdo bélico", dice a Infobae Jaureguiberry. "Este sable ahora está cargado con otro significado, ya que representa que la buena voluntad, el don de gente y la generosidad pueden romper barreras", agrega al desgranar el periplo del arma.

Junto a su familia, el Coronel (R) dijo que el sable hoy tiene un valor especial. (Fotos Lihuel Althabe)

Su sable ocupó un lugar destacado en el escritorio de White en Londres. Y tras su fallecimiento en 2014, su viuda, Lady Josephine Mary Lorimer, inició las gestiones para reintegrárselo a su dueño. Pensó que esa habría sido la voluntad del marino, condecorado por su actuación en Malvinas y nombrado más tarde primero gobernador en Gibraltar y luego comandante de la flota británica. La mujer viajó el año pasado a Malvinas y se contactó con el isleño Richard Cockwell, ex administrador de un establecimiento en Bahía Fox, quien al conocer que la hoja del sable tenía el nombre de Jaureguiberry recordó haber tratado a aquel oficial.

A partir de allí se sucedieron una cadena de complicidades para lograr la restitución. Cockwell llamó al ex periodista del Buenos Aires Herald Nicholas Tozer, asiduo visitante de las islas y quien supo adónde acudir: el centro de veteranos AVEGUEMA.

El periodista Nicolas Tozer junto a los veteranos de Malvinas, los coroneles (R)Leandro Villegas, Jaureguiberry,  Oscar Minorín, Jaureguiberry  y el  General (R) Sergio Fernández, titular de AVEGUEMA. (Lihue Althabe)

"Todo esto fue posible gracias al deseo de colaborar de quienes con desinterés personal intervinieron de una u otra forma, sólo iluminados por las buenas intenciones", dice el militar, agradecido. "Nada es casual cuando en las acciones personales hay respeto, honor, caballerosidad y profesionalismo. Hoy puedo asegurar que habiendo tenido una fluida comunicación con Richard (Cockwell) y Lady White tengo dos nuevos e impensados amigos".

En los intercambios de mails el militar agradeció el gesto de altruismo. Lady White le contestó que ella solo estaba haciendo "lo que hay que hacer en estos casos". Quiso que fuera el embajador Mark Kent el encargado de devolverle el arma. Y en un momento de confidencia epistolar recordó a su esposo y hasta le envió fotos del almirante que durante 37 años había resguardo el sable como un baluarte.

"Siempre intentamos ayudar a los que estuvieron en el conflicto. Hay que adoptar una actitud de compasión y de honor que se anteponga al lucro", señaló más tarde a Infobae el embajador Kent. "Nuestro deseo es que esta devolución sirva como ejemplo a los demás. Sólo se trata de hacer lo correcto".

El marino inglés que llegó a comandar la flota británica

En 1982 Hugo White fue el Capitán del Cuarto Escuadrón de Fragatas, una flotilla de buques con artillería y cañones de última generación que apostados en el estrecho de San Carlos ejecutaron un incesante bombardeo naval a las posiciones argentinas en tierra.

Al precipitarse la guerra, Inglaterra debió apresurar los trabajos que se venían realizando en la fragata HMS Avenger que recién el 10 de mayo zarpó junto a otras fragatas Tipo 2. White resistió el peor embate de los bombardeos de la Fuerza Aérea y desde la Avenger vio sucumbir ante sus ojos a las fragatas Ardent y Antelope.

Cuentan las crónicas británicas que White ordenó a sus buzos rescatar un cañón Oerlikon de 20 mm del naufragio de Antelope para montarlo y mejorar la capacidad antiaérea de la Avenger. Con esa fuerza ofensiva disparó 640 rondas de proyectiles de 4,5 pulgadas a las tropas apostadas en Puerto Agradable. Tras la embestida, se ocultaba con la Ardent en un fiordo sinuoso en Gran Malvina que ofrecía protección natural contra el acecho de los aviones argentinos y los misiles Exocet mar mar que adaptados con un ingenioso mecanismo se lanzaron desde una plataforma terrestre.

Almirante Sir Hugo White conservó durante 37 años el sable de un coronel argentino.

Afirman los historiadores navales ingleses que dos veces la Avenger sobrevivió a aquellos misiles gracias a la utilización de chaff, las nubes de partículas metálicas que intentan confundir y disipar los blancos. En una oportunidad uno de los Exocet lanzados desde Puerto Argentino cepilló el puente de mando de la nave de White. Y el 30 de mayo con los cañones de la fragata derribó a un A4B de la Fuerza Aérea. Del 11 al 12 de junio, la Avenger cubrió el avance en Monte Longdon disparando 156 asaltos por delante de los paracaidistas que luchaban en una sangrienta batalla para avanzar hasta Puerto Stanley.

Dos días más tarde, las tropas argentinas se rendirían.

Según narra The Telegraph, el 14 de junio White aceptó la capitulación de las fuerzas argentinas en Bahía Fox cuando recibió de un subordinado el sable del entonces teniente Martín Jaureguiberry. Pero White se lo envió a su Almirante, John "Sandy" Woodward, quien la devolvió con el mensaje: "Mi gratitud a la Cuarta Lucha en estas viciosas seis semanas de lucha no tiene límites, y su espíritu de presión no ha pasado desapercibido, Estoy triste por el costo en hombres y barcos, y estoy orgulloso de todos ustedes ".

White fue condecorado por su actuación en la Guerra de Malvinas por Su Majestad

Condecorado en Malvinas, nombrado Sir por Su Majestad, y más tarde Governador en Gibraltar, White alcanzó el cargo más alto dentro del almirantazgo como comandante de la Flota Británica en los años 90. Falleció el 1 de junio de 2014. Su viuda Joshepine se movilizó para restituir la reliquia argentina que engalanó el despacho de su esposo.