Elie Wiesel fue sobreviviente de los campos de concentración, escritor y premio Nobel de la Paz en 1986. Dijo que lo opuesto al amor no es el odio sino la indiferencia y que el olvido fabrica una humanidad cómplice y culpable. Las dos frases se convirtieron en bandera, en pancarta. Las entrecomilló Daniela Nuddel, de 22 años. Caminó desde el Museo Sívori hasta la Plaza de la Shoá con el cartel alzado. Quería que todos lo vieran y entendieran por qué estaba marchando junto a cientos de personas.
Hoy se celebró por primera vez en Argentina una Marcha por la Vida, la conversión de las procesiones de prisioneros entre el otoño polaco de 1944 y abril de 1945, entre un campo de concentración y un campo de exterminio, entre Auschwitz y Birkenau. Esa marcha de tres kilómetros significó un movimiento forzoso de decenas de miles de personas como instrumento para la aniquilación de los judíos de Europa, ya cuando agonizaba el régimen nazi. Fueron denominadas las Marchas de la Muerte.
Mientras más de 17 mil marchistas de 52 países unían Auschwitz con Birkenau, en el barrio porteño de Palermo cerca de 400 personas caminaban una distancia simbólica para homenajear a las víctimas del Holocausto.
El evento se denominó "Marchando por sus vidas". Su eslogan fue una declaración de principios: "Que 6.000.000 no sea solo un número". Los marchistas cargaron un cartel de madera que llevaba la historia particular de un judío masacrado porque el propósito era ese: recordar a las víctimas no como una cifra, sino como alguien que tenía su historia, su vida, sus alegrías, sus tristezas e ilusiones.
En el marco del Día del Holocausto y del Heroísmo, elegido en conmemoración del aniversario del levantamiento del gueto de Varsovia y regido bajo el calendario hebreo, la marcha comenzó a las nueve de la mañana, luego del sonido del shofar, un instrumento litúrgico que anuncia el comienzo de las ceremonias y celebraciones. Quince minutos después la congregación llegó a la Plaza de la Shoá, ubicada en Avenida del Libertador y avenida Intendente Bullrich.
Hubo música. Dos jóvenes marchistas cantaron "El pianista del gueto de Varsovia" de Jorge Drexler e "Ilumina", una canción creada por un estudiante. Hubo mucha intervención joven en la organización y en la participación de alumnos de cuatro colegios de la comunidad judía. Michelle Cataife y Daniela Finkelstein, dos jóvenes organizadoras pertenecientes a Remember Us y Marcha por la Vida, respectivamente, pronunciaron un discurso alusivo: "Todos los que estamos hoy aquí formamos parte de la última generación que tiene el privilegio de escuchar a los sobrevivientes del Holocausto. Por lo tanto, seremos nosotros quienes llevaremos el legado de continuar con el recuerdo. Tenemos la obligación de mantener viva la memoria de lo que pasó. Hoy marchamos para promover la lucha contra la indiferencia, contra cualquier tipo de discriminación, por la construcción de un mundo y una sociedad mejor".
Entre los sobrevivientes que participaron, Hélène Gutkowski y Clarita Suchecki honraron el homenaje con su presencia y su estoicismo. Hélène habló desde el atril. Contó que fue una niña escondida, que estuvo separada de sus padres durante dos años y medio, que pudo recuperarlos después de la guerra, y agradeció a las familias francesas que la salvaron. "Pero quiero hablar de los que no están, de los seis millones que han muerto, de las 90 personas de mi familia que no he conocido y que fueron víctimas de la Shoá", dijo, y celebró la iniciativa: "Es una enorme emoción ver el éxito que tuvo esta convocatoria. Estamos con nuestros compañeros que están marchando en Auschwitz-Birkenau. Es imposible no sentir algo especial por estar en sintonía apoyándolos desde aquí a pesar de la distancia en una marcha que es tan difícil de realizar".
Las sobrevivientes estuvieron acompañadas en primera fila de la marcha por representantes de las embajadas de Polonia, Israel y Austria, por Gustavo Sakkal, presidente interino de la AMIA, Alejandro Zuchowicki, secretario general de la DAIA, Ariel Schapira, secretario del Museo del Holocausto, y Pamela Malewicz, de la Subsecretaría Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
Malewicz expresó: "Hoy marchamos por la vida en homenaje a quienes no están. Marchamos juntos sobrevivientes, marchamos con compromiso y convicción en señal de respeto y admiración. Convocamos a seguir marchando, a seguir trabajando contra toda forma de discriminación, de negación, de banalización e indiferencia. No hay pretextos. El tiempo es ahora, es momento de recordar, de hacer memoria, de hacerle frente al olvido, al intento de acallar, de aniquilar. Es momento de prestar atención, de no naturalizar costumbres o prácticas que estigmatizan, que se instalan en la sociedad derivando en actos violentos y discriminatorios".
Sobre el final de la ceremonia, las sobrevivientes y los funcionarios encendieron seis velas como símbolo del recuerdo de las seis millones de personas que perdieron la vida a manos del nazismo. Bajo el sol porteño y en el medio de una plaza de alta circulación, se decretaba el cierre de la marcha. Los curiosos que pasaban por la intersección de las avenidas Del Libertador y Bullrich se paraban para presenciar la ceremonia. Daniela Nuddel, la marchista que llevaba el cartel con las frases de Wiesel, lo escribió para ellos: "Marchamos contra el olvido y para concientizar a la gente que cree que esta lucha no es suya, porque la indiferencia fue lo que causó esto y no el odio, sino la gente que miró para otro lado. Todos somos sobrevivientes, tengamos o no antecedentes judíos. Es algo que afectó a toda la humanidad, como cualquier genocidio".
Seguí leyendo: