Una semana después de que el presidente Mauricio Macri considerara durante su visita a Entre Ríos como "irresponsable" un fallo de la Justicia que frenaba la fumigación con agroquímicos a 100 metros de las escuelas en esa provincia, el juez federal Carlos Villafuerte Ruzo dio otro paso en el mismo sentido. El titular del Juzgado Federal Nº 2 de San Nicolás ordenó la suspensión urgente de la aplicación de estos plaguicidas tóxicos en campos que rodean tres barrios de Pergamino donde hay cientos de casos de adultos y niños con problemas de salud y enfermedades sin diagnóstico.
Villafuerte Ruzo además exhortó al Municipio de Pergamino, ubicado en lo que se llama el "núcleo sojero" de la pampa húmeda, a 245 kilómetros de la Capital Federal, a que de manera inmediata garantice en los barrios Villa Alicia, Luar Kayard y La Guarida la provisión de agua potable.
Es que en la investigación, surgida a partir de la denuncia de una vecina del barrio Villa Alicia, varios informes técnicos comprobaron que el nivel de agroquímicos en las napas de donde se abastecen los vecinos es superior al tolerado por el organismo humano.
"Se dispondrá la inmediata suspensión provisional de las aplicaciones de fumigaciones con plaguicidas, herbicidas, insecticidas, y cualquier otro paquete de agroquímicos, sea mediante fumigaciones terrestres que contenga glifosato como principio activo o sales derivadas del mismo", remarcó el magistrado en su fallo.
Villafuerte Ruzo detalló los productos químicos prohibidos a partir de su firma. Se trata de Atrazina, Triticonazol, Metolaclor, Acetoclor, Clorpirifos, Glifosato, Imidacroplid, Desetil, 2.4D y "de los siguientes formulados: Roundup Full II, Roundup Max II, Roundup Ultramax".
Lo hizo específicamente sobre cuatro establecimientos rurales que lindan con las poblaciones urbanas de estos barrios. Y las medidas incluyen la suspensión provisional al Municipio para autorizar "futuras fumigaciones, tanto aéreas como terrestres".
Además, el magistrado indicó al intendente Javier Martínez (Cambiemos) que para las zonas adyacentes a los barrios involucrados, y fuera de los campos donde se restringió la fumigación, se establezca una zona de aplicación a no menos de 600 metros de distancia del ejido urbano.
Martínez, en tanto, encomendó a la UBA un estudio para determinar la calidad del agua en Pergamino, ya que los análisis previos dieron resultados dispares.
Especialistas de Conicet y del Inta-Balcarce y el especialista de la Universidad Nacional de La Plata, Damián Marino, encontraron altos niveles de agroquímicos en el agua de la zona, pero un estudio de la Autoridad del Agua de la Provincia de Buenos Aires (ASA) contradijo esos informes.
Por eso el juez Villafuerte Ruzo encomendó un nuevo análisis al equipo de Toxicología de la Corte Suprema de la Nación que, según se indica en el fallo, comunicó que sus tareas están en desarrollo y todavía no hay resultados.
Sabrina Ortiz perdió un embarazo en 2011, el mismo día que prácticamente por arriba de su casa, en el barrio Villa Alicia, frente a los campos de soja, pasó un avión fumigador. Ya tenía problemas en la piel. Y también su hija, que en ese momento tenía 10 años, y su marido.
Ella fue la que denunció las fumigaciones sobre las poblaciones urbanas y que desencadenó en este fallo de la Justicia federal. "Me constituí como querellante y expuse mi identidad. Denuncié la manipulación de residuos peligrosos y así se comprobó que existe responsabilidad de los dueños de los campos de alrededor", cuenta a Infobae la mujer, que considera el fallo como "muy positivo".
"En 2011 pierdo un embarazo intoxicada. Ese día fumigaron y empecé a brotarme, a tener dificultad respiratoria, mareos, contracciones, y a la noche terminé perdiendo el embarazo. El médico me dijo que fue por los agrotóxicos y se me vino a la cabeza la historia de Fabián Tomasi; ahí me prometí no parar jamás", revela.
"Hasta ese momento solo tenía problemas dermatológicos y respiratorios. Mi nena (tenía 10), mi esposo, mis padres, que vivían al lado de mi casa, y muchos vecinos sufrían y sufren lo mismo. Pero esta es la ciudad del núcleo sojero. Acá hablar de eso implica que te traten de loca, así me dijo quien era secretario de Salud cuando llevé los análisis de toda mi familia", dice Ortiz, con indignación.
Ella junto a otras vecinas conformaron la agrupación Madres de Barrios Fumigados de Pergamino, que empezó a activar denuncias y protestas en la ciudad y el 21 de marzo pasado reclamaron ante el Municipio y la Justicia que se declare la emergencia sanitaria. Menos de 15 días después, Villafuerte Ruzo firmó el fallo.
El drama familiar de Ortiz se replica en otros vecinos de Pergamino, uno de los distritos donde más se usan agroquímicos en toda la Provincia. Según cuenta la mujer, sus hijos tienen diez veces más de glifosato en sangre que lo que tolera el organismo humano. "El tolerado es 0,01. Y mi hija tiene 9,20 y mi hijo 10,20. Es una enormidad tremenda. Ese indice no baja, es poco lo que el cuerpo puede metabolizar", asegura, con bronca.
La hija, que hoy tiene 18 años, ya pasó por cuatro operaciones para sacarle quistes de los huesos. Su hijo hace linfoproliferación. "Tiene los ganglios agrandados en los intestinos, en el cuello, eso hace que sus sistema inmune esté activo y cuando se enferma lo debilita. Le hacen quimioterapia, tiene sangrado en orina, hace síntomas de enfermedades que no tiene", enumera Sabrina.
Las madres de los barrios fumigados de Pergamino celebran el fallo del juez, pero aseguran que viven en una comunidad que evita el tema o que incluso lo tapa. Nadie habla, cuentan, de los 48 casos de cáncer en un solo barrio.
Isaías tiene tres años y cada vez que se fumiga el campo lindero a su casa, se brota. "La medica de la sala le dijo a la mamá que fue el fiambre. La vez pasada hicieron una reunión los médicos de la sala para informar a los vecinos que nada tiene que ver sus afecciones con los agroquímicos, que se debe a otros factores como la higiene. Formaron un discurso proteccionista de los agronegocios en la salud pública municipal", protestan en su página de Facebook.
Ortiz denuncia que su lucha contra los agroquímicos trajo consecuencias oscuras, que van más allá de su salud física. "Me balearon el perro, me tiraron bidones vacíos de glifosato en la puerta de casa, me tiraron chauchas de soja en el auto. Es una cadena de mafia y complicidades. Pero lamentablemente no me voy a detener", advierte.
Además de sus problemas de piel, la mujer sufrió dos ACV isquémicos. Pero no tiene ni problemas en la sangre ni cardíacos. "Aparentemente es por una toxina del glifosato", cuenta que le dijo su médico.
Para la mujer, el Estado está ausente porque "los que lo sufrimos somos todos gente pobre, hay personas del barrio que no tienen obra social, no tienen ni para comer, por eso reclamamos que el Municipio incorpore toxicólogos especialistas".
Su situación es un reflejo de un problema de salud que afecta a toda una comunidad. A ella, el médico le recomendó una decisión drástica. "Me dijo que me mude. Y me mudé. Pero no todos pueden hacer lo mismo. Nos están matando", asegura, conmovida.
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