El mito indica que Buenos Aires tiene 100 barrios. Se viene repitiendo así a lo largo de la historia: los 100 barrios porteños. Pero no es cierto. La verdad es que son apenas 48. Sin embargo, dentro de cada uno de ellos hay maneras de nombrarlos que amplían la nómina. Así, se habla de Barrio Norte o Tribunales, dos "barrios" que no son tales. O Congreso, que tampoco es una denominación oficial. Sucede que la conformación de una ciudad sigue varios cursos: el cartográfico (el que indican los mapas), y el ciudadano (el que determinan sus habitantes). En este segundo es donde nacen, crecen y florecen los mitos de la ciudad infinita que es Buenos Aires.
Y en ese mundo de fantasía hay, por escándalo, un ganador en cuanto a cantidad de sub-barrios. Se trata, claro, de Palermo. Es, por lo pronto, el más grande de los 48 barrios oficiales (15,6 km cuadrados de extensión). Es el que tiene más cantidad de bares, de restaurantes, de parques (los bosques de Palermo, por caso, son el pulmón de la ciudad). Tiene, además, infinitas nomenclaturas.
"Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo", dice Jorge Luis Borges en Fundación mítica de Buenos Aires, donde juega con la teoría de que todo empezó allí: "La manzana pareja que persiste en mi barrio: Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga". Hablaba de un Palermo único, luego comprendido dentro de lo que fue Palermo Viejo, lo convertido hasta hoy en Palermo Soho.
No es el único neobarrio dentro de la matrioshka rusa que es Palermo. Los nombres se escuchan a menudo en las conversaciones, se ven en los anuncios inmobiliarios, se reproducen en el imaginario colectivo. Palermo Soho, Hollywood, Palermo Viejo y Nuevo, Palermo Chico, Palermo Queens, Green, Dead, Palermo Polo, Palermo Sensible… hasta Palermo Italia. ¿Qué sigue? Basta escoger un concepto al azar y algunas cuadras de adecuarán sencillamente.
Sucede que la conformación de una ciudad sigue varios cursos: el cartográfico (el que indican los mapas), y el ciudadano (el que determinan sus habitantes). En este segundo es donde nacen, crecen y florecen los mitos de la ciudad infinita que es Buenos Aires
Las luces se encienden: Palermo Hollywood
Escena uno. La chica tiene una campera amarilla y anteojos. Fuma un cigarrillo armado por ella misma. Sobre la mesa, en un tazón tipo vasija de barro, un café con dibujos en la espuma. No se sabe si es un corazón simbólico y redondeado intenta emular uno real. No es, en cualquier caso, un dibujo claro. La chica se ríe mucho de lo que le dice otra chica frente a ella. Tiene campera deportiva un par de tallas más grandes de la que le correspondería si quisiera usar una campera al cuerpo. En un momento las dos estallan en una carcajada y la de amarillo dice "te pasás de hipster".
Sucede en uno de las decenas de cafeterías que hay en la zona. Ésta en particular se llama Salvaje y queda en Dorrego entre Gorriti y Honduras. Frente a ella, uno de los motivos de la denominación Hollywood: ahí está el polo audiovisual de la ciudad. Pero antes que eso en esas manzanas (de Santa Fe a Córdoba, de Dorrego a Juan B. Justo), se instalaron varias productoras de televisión: Underground, Endemol, Mandarina, está América TV. ¿Allí radica su nombre? Es lo más probable, pero el origen de los nombres informales son siempre un misterio.
Palermo es, por lo pronto, el más grande de los 48 barrios oficiales (15,6 km cuadrados de extensión). Es el que tiene más cantidad de bares, de restaurantes, de parques (los bosques de Palermo, por caso, son el pulmón de la ciudad). Tiene, además, infinitas nomenclaturas
En Palermo Hollywood también sucedió el epicentro de explosión ciclista de la ciudad. Sobre la calle Gorriti (que tiene una de las primeras bicisendas) empezaron a aparecer bicicleterías. El componente hipster tal vez encuentre en sus calles su mayor esplendor. Una de esas bicicleterías es Rouen y está en Gorriti y Juan B. Justo. Su dueño, Andrés Mut, dice que se instaló ahí de casualidad, sin saber que iba a ser luego un polo de marcas y bicicleterías.
"En mi caso al menos, no fue producto de un análisis de mercado ni fue planeado, fue donde se me presentó la oportunidad. Simplemente monté el local en un garage donde seguimos hasta hoy", dice. Y define a la fauna que recorre el barrio: "Hay mucha diversidad: extranjeros, gente que vive y gente que viene en plan paseo. Un patrón que puedo notar, vinculado a mi actividad, es que hay mayor conciencia de ciclismo urbano. Podría decir que se adoptó la tendencia más temprano que en otras zonas".
Para él, es suficiente con todos los Palermos que ya existen. ¿Y si pudieras inventar uno más? ¿Un Palermo personal para tu cuadra? No, responde. "Yo más bien empezaría a suprimir Palermos antes que a agregar".
Dios salve a la Reina: Palermo Queens
Matías es comerciante. Para él, las denominaciones son una fábula en broma. "Si hablo con un proveedor o cliente le digo que el depósito y las oficinas están en Villa Crespo. No tengo complejos con el barrio la verdad", dice. "Ahora, si hablo con una chica capaz le digo que trabajo en Palermo Queens, pero se lo diría en chiste. ¿Realmente hay gente que usa estas denominaciones en serio? Para mí son de uso irónico", agrega.
¿Pero realmente es todo un chiste? En una época, hace poco más de diez años, el boom inmobiliario encontró que cambiar el nombre de las cosas era un truco publicitario efectivo. Así empezaron a aparecer infinitos Palermos que acompañaron a lo que, en un principio, era tan solo un juego casi poético ("el poeta no cumple su palabra, si no cambia los nombres de las cosas", escribió el chileno Nicanor Parra). Pero claro, no había afición poética en los vendedores sino afición pecuniaria. ¿Pero alcanza realmente con nombrar de manera novedosa lo que ya conocemos para subirle el precio? Cada cual tiene su propio libro al respecto.
"Hay quien cree que suma poner Palermo y quien cree que es mejor ponerle Palermo a Palermo y Villa Crespo a Villa Crespo", explica Marcelo Goldstein, director de Goldstein propiedades, que trabaja en la zona hace más de cuarenta años, cuando Palermo era uno solo. Según él, la zona sigue siendo de las más cotizadas de la ciudad porque la gente sigue queriendo comprar y alquilar en Palermo. "Es un barrio que tiene pasado, presente, y futuro", explica. ¿Cuál Palermo tiene más éxito a la hora de las ventas? Todos, pero con distintos públicos, opina.
En una época, hace poco más de diez años, el boom inmobiliario encontró que cambiar el nombre de las cosas era un truco publicitario efectivo. Así empezaron a aparecer infinitos Palermos que acompañaron a lo que, en un principio, era tan solo un juego casi poético
"En el momento actual en que la actividad inmobiliaria no está en su esplendor, creo que el Palermo moderno tiene mejor cotización, pero todos tienen futuro. En la zona que llaman Hollywood encontrás más interés de personas jóvenes, mientras que en el área de Santa Fe y Malabia por ejemplo hay más personas grandes o familias", dice y agrega que uno puede saber la edad de las personas por la manera en que nombran al barrio.
"Independientemente de Palermo y pese a la actual coyuntura económica, sigue siendo muy importante la inversión inmobiliaria como resguardo de valor y rentabilidad futura. Y en ese marco Palermo sigue siendo una sobresaliente apuesta", concluye.
Para interpretar: Palermo Sensible
Escena dos. Un chico sale de una casa de dos pisos en la calle Honduras esquina Acuña de Figueroa. Está vestido con camisa y tiene una mochila. Por la misma puerta por la que sale, entra al rato un hombre de unos sesenta años. La dinámica se repetirá durante todo el día, de lunes a sábados. No solo en esa casa sino en muchas otras de la zona. Es lo que algunos llaman Palermo Sensible o Villa Freud y debe su nombre a la cantidad de psicólogos que tienen ahí su consultorio.
"Fui cuatro años al psicólogo en Palermo. Pero después no terminé muy bien con ella y empecé a ir a una coach, también en Palermo, en Julián Álvarez y Charcas", cuenta Carla, una de las tantas porteñas que dan sentido al nombre Villa Freud.
El corazón del sub-barrio está en la Plaza Güemes (junto a la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Charcas y Salguero) y su extensión va de Honduras a Santa Fe, y de Scalabrini Ortiz a Coronel Díaz.
Si en Buenos Aires hay un analista por cada 120 habitantes, en Villa Freud la proporción crece. Ya no, pero en su momento había un bar que se llamaba Freud en relación con esto. ¿Por qué se radicaron ahí tantos psicoanalistas? Difícil saberlo, pero la tendencia comenzó en los '60 y continúa hasta hoy, donde cada cual puede acercarse a conversar sus conflictos con Palermo en la intimidad de una terapia.
Palermo Fe
Escena tres. Ahora es domingo. Ya no brilla el sol sobre la avenida Álvarez Thomas porque es tarde, pero todavía hay luz. En la esquina que cruza con Lacroze se ven decenas de chicos reunidos. A la altura de un primer piso se lee el cartel enorme que dice Vorterix. No es un recital ni un show lo que convoca a los chicos sino una misa.
Como cada domingo a la tarde, el teatro funciona de templo evangélico. Son cuatro cultos cada domingo y pasan cerca de 4 mil personas. "Vení tal como sos", es el lema con el que la Iglesia pentecostal Hillsong (de origen australiano), convoca a sus fieles. ¿Sucede en Palermo? Técnicamente no, potencialmente sí.
Es que de un tiempo a esta parte esta esquina de Chacarita o Colegiales es considerada por algunos como una extensión de Palermo llamada "Chacalermo", o directamente Palermo Dead. El primer nombre es obvio: una contracción entre los dos nombres de los barrios. El segundo en cambio es casi un chiste y se refiere a la cercanía con el Cementerio de la Chacarita (por eso "Dead", que en inglés significa "muerto').
No es el único Palermo relacionado a la Fe. A decir verdad, todos los Palermos tienen templos. Uno de los templos más emblemáticos de la historia moderna de Buenos Aires es la mezquita que queda sobre la avenida Bullrich, construida en tiempos de Carlos Menem. A esa zona se la llama Palermo Nuevo. Origen, desconocido.
También está Palermo Morris, denominado así por la importante labor de William C. Morris en la zona, a comienzos del siglo XX. Además de un activista social, fue un pastor evangélico que fundó muchos templos anglicanos en la ciudad de Buenos Aires. Uno de los más famosos es la Iglesia de San Pablo, en Charcas 4670. Pero el territorio completo de un teórico Palermo Morris se ubica entre las calles Güemes, Oro, Soler y Armenia.
Palermo Latam
Todos lo conocen como Palermo Viejo. Se trata del Palermo más tradicional. Dentro suyo está el famoso Alto Palermo (shopping devenido barrio), el Palermo Botánico (en las inmediaciones del Jardín Botánico), y el Palermo donde hoy, con la Universidad de Palermo instalada allí, puede considerarse un bastión latinoamericano dentro del barrio. Es que en Cabrera y Mario Bravo está la sede central y allí llegan muchísimos extranjeros a estudiar.
Por supuesto, no es el único barrio al que apuntan pero para la gran mayoría de colombianos y venezolanos que han llegado en los últimos años, Palermo es el barrio predilecto.
Cualquiera de ellos: Palermo Chico (la zona del Malba y de las embajadas, también llamado Barrio Parque); Palermo Soho (la zona de marcas de ropa, de Santa Fe a Córdoba y de Scalabrini Ortiz a Godoy Cruz); Las Cañitas (entre Luis María Campos, Olleros, Del Libertador y Chenaut, dentro del cual está, además, la zona llamada "La Imprenta"); Palermo Green (se le llama así a las futuras dos hectáreas verdes entre las calles Godoy Cruz, Honduras, Soler y Juan B. Justo).
O incluso, el Palermo que parece más próximo a llegar (y que estará dentro de Palermo Hollywood): el Palermo Italy. Es una iniciativa de un grupo de empresarios gastronómicos de origen italiano que tienen sus restaurantes en Palermo. El que lidera la idea es Adrián Francolini, dueño de Il Ballo del Mattone y organizador del festival Al Dente.
Para él, la calle Gorriti entre Dorrego y Humboldt podría llamarse Palermo Italia, así como en Nueva York hay un Little Italy sobre la calle Mulberry. Puede sonar exagerado o demasiado marketinero, pero teniendo en cuenta que los barrios de Manhattan fueron encontrando su espejo en Buenos Aires, no sería extraño.
Sea cual sea la idea que aparezca, habrá un Palermo para recibirla. Llegará el día en que el barrio será más grande que la misma Buenos Aires. Así sucede en un cuento de Macedonio Fernández: un zapallo comienza a crecer en una pequeña porción de tierra. Crece y crece sin parar, hasta que un día supera en tamaño a esa pequeña porción de tierra, y luego al planeta y después al cosmos mismo. Ese día, los sueños de muchos se cumplirán. Todos los porteños vivirán en Palermo.
Fotos: Franco Fafasuli
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