A las 9.04, se bajó de la camioneta que lo trajo de su pueblo. Vestía prolijo: jean, zapatillas a estrenar, camisa celeste y suéter oscuro. Acompañado por su madre, se presentó en la Fiscalía de Instrucción y Familia de Dean Funes, en un despacho del Ministerio Público Fiscal, dependiente del poder judicial de la provincia de Córdoba. Minutos después llegaron su abogado Gastón Schonfeld, del equipo del letrado Carlos Nayi, su hermana Luciana y su hermano Gonzalo. M. se disponía a ampliar su declaración en la causa sobre abuso sexual con acceso carnal.
El sábado 16 de febrero compartió un asado con siete amigos. Lo instaron a emborracharse, lo obligaron a beber fernet puro, lo maniataron, lo abusaron, vejaron y ultrajaron. Unos ejecutaban la violación, la coerción, mientras otros lo festejaban. Le metieron dedos en el ano: más de una vez y durante un tiempo prolongado. Hay hipótesis en investigación que sugieren que fue penetrado sexualmente y que le introdujeron también el pico de una botella. Lo que hicieron lo filmaron para que la humillación y la burla fuese eterna. Lo viralizaron para vanagloriarse de su gracia, de su supuesta impunidad y autoridad. Hasta que el 18 de marzo, instigado por sus familares, M. se presentó en la comisaría del pueblo para hacer la denuncia.
El caso tomó estado público. Los medios nacionales se hicieron eco del abuso "en manada". Los abusadores continuaron sus vidas con naturalidad. Para ellos nada había cambiado: vivían como si el abuso no hubiese ocurrido. M. estaba diferente, intentaba asimilar el hecho sin que repercutiera en su dinámica diaria. Como si fuese algo que le estaba asignado, que debía aprender a digerir. Pasaron 44 días hasta que M. acudió a las oficinas de la fiscal Fabiana Pochettino para contarle más cosas de lo que pasó esa tarde en la Gomería Los Magos.
M. tiene 25 años, no terminó la escuela primaria, retraso madurativo y dificultades para comunicarse. No se animaba a hablarlo ni siquiera cuando se lo pedían, por pudor, por vergüenza y hasta porque no sabía cómo graficarlo. Decía no recordar mucho lo que había pasado como recurso de defensa moral. La secretaria de la fiscal Pochettino tomó la ampliación de la declaración con minuciosidad y mayor precisión de lo que anotaron en su primera exposición. En base a información de gente cercana a la investigación, M. contó cuál fue el rol de cada uno de los imputados, que le metieron dedos en el ano en sucesivas ocasiones y por tiempo prolongado, que le robaron la plata que llevaba. Se explayó y dio precisiones de lo sucedido.
Después de ampliar su declaración, fue visto por un médico para constatar el grado de las lesiones que presenta. Desde el entorno de la familia, creen que el golpe que tiene en la ceja no fue consecuencia de una caída en la bici, sino que una herida enmarcada en un acto de violación grupal. Se retiró de la fiscalía a las 13.30. Volvió a su casa en Sebastián Elcano, donde se pasean libres sus siete supuestos amigos, sus siete abusadores.
Los abogados de la víctima solicitaron la detención de las siete personas que participaron del abuso. Viven muy cerca de la casa del damnificado y mantienen interacción constante con sus familiares en un pueblo de pocas calles y pocos habitantes. Argumentan, también, que parte de los acusados hostigaron a una mujer a declarar a su favor: en una primera rueda de investigación, la mujer habría dicho que fue testigo del hecho, que estuvo ese día en la gomería y que el relato que narró M. es mentira; ahora le pidieron que ratifique sus dichos para entorpecer la causa.
La fiscal Pochettino tiene secuestrado los teléfonos de los acusados. En las próximas horas le realizarán las pericias tecnológicas a los aparatos a efectos de rastrear un segundo video, un documento que sería más crudo y violento que el primero, el que ya vio todo el pueblo. En base a las nuevas apreciaciones de M., la fiscal evaluará diligencias probatorias para determinar si procede a las detenciones de todos los acusados, de algunos o de ninguno, porque, como ya precisó, hasta el momento los arrestos no se concretaron porque "no hay riesgo de fuga ni entorpecimiento en la investigación". Desde el círculo íntimo de la víctima crece una incipiente fe de justicia: esperan que las capturas de los sospechosos se realicen en los próximos días.
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