Para cualquiera, "Tigre" ,"Loco", "Picho" o "Tiza" pueden tener disímiles significados. Pero para los pilotos de los aviones Hércules que combatieron en la guerra de Malvinas, su sola mención hace poner la piel de gallina.
Estos nombres en clave remiten a misiones muy arriesgadas, que fueron recientemente desclasificadas. A 37 años de la guerra, el coraje y el arrojo entonces demostrados motivaron que sus integrantes sean condecorados, el 27 de marzo a las 11 de la mañana en el Senado de la Nación, con la medalla "La Nación Argentina al Valor en Combate".
Esta es la historia.
Durante la guerra de Malvinas, las misiones que llevaron adelante los Hércules C 130 fueron dos: detección de blancos navales y de interdicción aérea.
En las misiones de localización de buques enemigos, se volaba rasante sobre el mar, a una velocidad de 590 km por hora, y con su radar apagado, a fin de no ser detectados por el enemigo. Cuando se llegaba a un punto prefijado, se aceleraba a fondo, se elevaba la nariz del aparato 30 grados hasta llegar a los 10000 pies. En esos instantes en que el avión alcanzaba con su máxima potencia la mayor altura, se encendían sus radares para detectar la presencia de buques enemigos. En caso de identificar un blanco, se enviaban al Comando las coordenadas para dirigir un ataque. Cuando el avión comenzaba a caer, se apagaba el radar.
Claro que restaba lo más díficil, que era escapar. Y el camino más sencillo era el de lanzarse en caída libre hacia el mar, para volver a evitar a los radares ingleses. Y efectuar un cambio de rumbo de 45 grados. Para volver a empezar. Porque cada una de estas maniobras se realizaban cada 20 o 30 minutos. En el argot de los aviadores la conocen como "diente de perro", ya que las maniobras simulan a una "W".
El único apoyo con que contaban los Hércules era el radar de vigilancia aérea en las Islas Malvinas, que les podía advertir de la presencia de aviones enemigos. Tengamos en cuenta que en los días que se desarrollaron dichas misiones, los ingleses ya se habían consolidado en San Carlos.
Estas misiones tuvieron lugar el 27 de mayo, con el nombre clave de "Picho"; el 28 y 29 de mayo fue "Loco"; el 30 de mayo, "Polo" y la última del 31 de mayo y 1 de junio, "Tiza". A todas ellas los tripulantes las llamaban "el loco". En la mayoría de los vuelos, se localizaron blancos ingleses.
El Derribo del TC 63
El 1 de junio, el Hércules TC 63 recibió la orden de realizar una de estas misiones, con el indicativo "Tiza". Debía explorar y reconocer la zona marítima del norte de las Malvinas. A las 6:30 horas, despegó de Comodoro Rivadavia, aunque debió volver por problemas técnicos. Finalmente lo haría a las 8:53.
Estaba al mando el capitán Rubén Martel, secundado por el Capitán Víctor Krause; el navegador era el Vicecomodoro Hugo Meisner. Completaba la dotación los CP Miguel Cardone, Carlos Cantezano, Julio Lastra y Manuel Albelos. Como momentos antes otro Hércules, el TC 66 había aterrizado en Puerto Argentino, los ingleses se pusieron en alerta.
Para las 10:25 el Hércules, luego de haber cumplido la primera parte de su recorrido, se acercó al Estrecho de San Carlos. Fue entonces cuando el radar del buque inglés Minerva lo detectó y dieron aviso a los Sea Harrier. Dos de ellos, piloteados por los tenientes Niguel Ward y Steve Thomas se dirigieron al blanco. Detectaron al Hércules a 10 km volando en dirección oeste al ras de las olas. Ward descendió mientras que Thomas quedó sobre el espeso manto de nubes, por si el Hércules decidía ascender.
Del Hércules se captó: "IFF encendido, estamos en emergencia".
Fue la última comunicación.
El primer misil que lanzó Ward quedó fuera de alcance y cayó al agua, pero el segundo impactó entre los dos motores de la derecha, lo que provocó un incendio en la nave. Aún así, los ingleses vieron cómo el Hércules se mantenía, y entonces Ward lo ametralló con sus cañones de 30 mm.
Los 245 proyectiles que les disparó provocaron que el avión se precipitara y se desintegrara al tocar el agua.
Voluntarios sobran
El primer Hércules que aterrizó en Malvinas fue el TC 68. Pero tiene otro récord que lo hace único en la historia bélica aérea. Así como las misiones descriptas más arriba tenían como objetivo el localizar blancos navales, al TC 68 se le dio la tarea de interdicción aérea que, en lenguaje llano, significa molestar e interferir líneas de abastecimiento de la flota inglesa.
Fueron 6 los voluntarios seleccionados para tal misión, que la encabezó el hoy comodoro retirado Roberto Cerruti.
Al Hércules -que llevaba el apelativo de "Tigre"- se le duplicó la autonomía de vuelo y se le adaptaron 12 bombas de 250 kilos, dispuestas debajo de cada plano.
Cerruti le explicó a Infobae que "más allá que cada misión tenía su nombre específico, nosotros la conocíamos como 'el loco' porque era una locura volar sin superioridad aérea; ni paracaídas llevábamos porque volábamos muy bajo. No existía nada parecido en el mundo. Nuestra única defensa era escapar".
Lo que hacía fácilmente identificable a su tripulación eran las bufandas rojas que lucían, que la esposa del comandante había tejido expresamente.
Cerruti niega que llevaran adelante misiones suicidas. Recordó que "cuando la guerra terminó, en una de las charlas que brindó nuestro comandante, afirmó que 'éramos felices haciendo misiones arriesgadas'".
Se le asignaba un área de búsqueda, a la que se tardaba en llegar entre cinco y seis horas. Si bien en el primer día no hallaron ningún blanco, al segundo averiaron a un petrolero inglés. Era el 29 de mayo. Fue ese ataque que determinó que el alto mando inglés dispusiera que la flota se corriese más hacia el Este.
Dos días después encontraron otro buque, pero al no poder determinar bien su procedencia y por qué navegaba en esas aguas, no lo atacaron. Más tarde debieron escapar cuando cayeron en la cuenta que lo que habían identificado había sido una fragata inglesa.
¿Por qué la información estaba clasificada?
El último ataque del TC 68 fue a superpetrolero, de 250 metros de largo que, paradójicamente, se llamaba "Hércules".
El buque atinó a poner rumbo hacia la flota inglesa a toda velocidad, pero fue alcanzado por dos bombas, una arrojada del TC 68 y otra de un Canberra, pero que no explotaron.
Cuando la guerra finalizó, el buque atracó en Río de Janeiro y, como se determinó que no se podían desarmar las bombas, fue hundido en medio del Atlántico. La empresa dueña del buque le inició acciones legales a la Argentina ante un tribunal de Nueva York, pero estas no prosperaron. Cuando el juicio comenzó, el gobierno argentino decretó el secreto, por tal motivo esos documentos fueron recientemente desclasificados y podemos conocer más acerca de esta historia. Por este motivo, también, los héroes recién ahora recibirán la condecoración por su coraje y entrega en defensa de la Patria. Tuvieron que esperar 37 años y que las misiones dejaran de ser secretas, para recibir este merecido reconocimiento.
El TC 68 estuvo a punto de ser desguazado, otra víctima más de las políticas de desinversión de las fuerzas armadas. Está en la base aérea de El Palomar y todo indica que será convenientemente preparado para ser exhibido en un museo. Porque al fin de cuentas, es otro héroe de Malvinas.
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