Pablo se quedó corto: le faltan 100 pesos. Llevó el dinero para las peras, las bananas y el bolsón de verduras que había encargado pero se tentó con la miel.
-Dejo las peras- ofrece para irse con todo pago.
-¿Tenés para viajar?-, responde Juan Manuel, el vendedor.
-Sí, estoy con el auto.
-Llevate todo. Trae los 100 la semana que viene.
-Dejo las bananas.
-Llevá todo. Sino, es que no entendimos nada.
Es sábado a la tarde y en la esquina de Bucarelli y Quirós, en Parque Chas, Fernanda y Juan Manuel armaron el gazebo hace unas horas. En la puerta de su casa, sobre la vereda y al reparo del sol, como todos los sábados desde hace un año, estacionaron de culata el camión con las verduras y frutas agroecológicas.
Más temprano imprimieron el listado de los pedidos que pasarán a retirar los vecinos y armaron la mesa. Dos pequeñas balanzas digitales ayudarán en el trabajo. Mucho más temprano fueron a buscar la mercadería. Así funciona todas las semanas uno de los 50 puntos que hay en Capital Federal y Buenos Aires del proyecto Más cerca es más justo.
Lo que la inmobilaria es al inquilino y el dueño de un departamento: eso son los supermercados, despensas y verdulerías a los productores frutihortícolas y los consumidores. Cuantos más eslabones tiene la cadena, más alto el precio final y también menos dinero para el que trabajó la tierra.
El proyecto Más cerca es más justo es "un intento de producción popular. Sin explotación para el que produce y con un precio justo para el que compra. El productor propone el precio que le permita vivir dignamente y que ponga en valor su trabajo", explica el coordinador Daniel Cacciutto.
Y agrega: "Además de una cuestión de salud, de comer alimentos sin agrotóxicos, el objetivo es que no te olvides de lo que hay detrás de la lechuga que agarraste de una góndola: cantidad de gente explotada".
Haber trabajado como ingeniero industrial durante 15 años en Techint en el área de Supply Chain le sirvió muchísimo. La planificación, ejecución y control de operaciones de una multinacional al servicio de un proyecto popular.
Finalmente se llevó todo: peras, bananas, bolsón de verduras y la miel. Juan, el muchacho al que le faltaban 100 pesos, volverá el sábado que viene. Ingeniero en alimentos, dice que es posible cambiar el modelo, cómo nos alimentamos y cómo se comercializa. "¿Cómo se hace? Así, con estas cosas. No me queda cerca este nodo, pero sé de dónde viene la fruta. La de la verdulería de la esquina de casa, no".
Más cerca es más justo es uno de los varios proyectos que hay de este estilo. En el Mercado Central comparten depósito con Mercado Territorial (de la Universidad de Quilmes), la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), Almacoop (Almacén Cooperativo) y Mecopo (Mercado de Consumo Popular).
El sistema es muy simple: en su página web está el listado de precios de los productos disponibles de acuerdo a la estación y producción. El vecino completa el formulario con su pedido y el nodo por el que pasará a buscarlo. Hay tiempo de lunes a jueves; ese día se cierra para llegar con todo listo al sábado, día de entrega. Los nodos son casas de familias, dietéticas, clubes de barrio.
Además de una cuestión de salud, de comer alimentos sin agrotóxicos, el objetivo es que no te olvides de lo que hay detrás de la lechuga que agarraste de una góndola: cantidad de gente explotada
Cuando comenzaron hace tres años distribuían desde un galpón de Liniers 25 bolsones verdes agroecológicos que compraban directo a pequeños productores. Luego se mudaron a una fábrica recuperada en Avellaneda y ahora, que reparten 400 bolsones y cerca de 9000 kilos de frutas y hortalizas, lo hacen desde el Mercado Central. Están "atrás", en un espacio un tanto alejado del hervidero que es la negociación de jaulas de lechugas y cajones de tomates.
"A los productores no les gusta mucho cuando hay que pasar por ahí. Ver cómo regatean y cómo intentan esconder fruta podrida en el fondo de los cajones", cuenta Cacciutto.
Que comer sano es más caro, se dice. Puede ser. O no: el kilo de banana en una verdulería de barrio está 45 pesos, en un supermercado, 60. Aquí, la banana de Orán, Salta, producida sin pesticidas, sale 39 pesos. La ciruela: 65 en la verdulería y la agroecológica que viene de Mendoza a la esquina de Parque Chas, 45. Ahora es temporada de uvas, melón, peras. En breve entrarán manzanas y naranjas.
La cola avanza un tanto lenta en Parque Chas. Lleva su tiempo chequear el pedido, pesar y cobrar. Dejar de embolsar -cada vecino lleva su bolsa de tela- ralentiza la entrega pero bajó los costos. Además, se charla mucho. Y a nadie le molesta. Por el contrario. Mientras un cliente elige él mismo el bolsón de verdura y lo baja del camión, Fernanda atiende a un auto que acaba de frenar pegadito al cordón. Desde el asiento del acompañante, una mujer: "Disculpame, yo pedí por Internet, ¿tengo que hacer la cola?". Algunos ríen.
"Lo de hacer cola es nuevo. Se sumó mucha gente. Es increíble la diferencia de sabor de la fruta", cuentan Juan y Paola, una pareja que le compra a Fernanda y Juan Manuel desde que abrieron el nodo.
El crecimiento en la demanda a Cacciutto le trae "uno de los problemas más lindos que podemos tener. Estamos mejorando la escala y ahí hay que decidir: bajar los precios o hacer un colchón de plata para cuando venga una fea".
En septiembre del año pasado la Organización de las Naciones Unidas envió a Argentina a Hilal Elver, relatora especial sobre el derecho a la alimentación. Al cabo de 10 días en el país en los que recorrió Buenos Aires y Chaco, concluyó en su informe que en la Argentina casi cuatro millones de personas enfrentan una seria inseguridad alimentaria. Que el modelo de desarrollo agrícola se basa en una producción comercial intensiva orientada a la exportación, en el que el derecho a la alimentación queda a un lado.
En el informe, que entregó al alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, cuestionó la decisión del Gobierno de "aprovechar la crisis actual para desmantelar el apoyo al sector de la agricultura familiar mediante el despido de 500 trabajadores y expertos del Ministerio de Agroindustria", y que esa medida está dirigida a promover aún más la agricultura industrial orientada a la exportación y recomendó: "La agroecología es una alternativa importante para la agricultura industrial con monocultivo que debería ser promovida por el Gobierno para la diversificación de la economía agrícola, la producción de alimentos en forma más sostenible, la protección de los recursos naturales, la adaptación al cambio climático y el apoyo a los pequeños productores y a los programas de comedores escolares".
Hace dos años Elver, luego de trabajar junto con el Relator Especial sobre Tóxicos, Baskut Tuncak, concluyó ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU que los pesticidas son responsables de 200 mil muertes por envenenamiento agudo cada año. La gran mayoría en países en desarrollo.
Juan Pablo Della Villa es el coordinador de comercialización de la UTT, la Unión de Trabajadores de la Tierra: "Demostramos que la agroecología es posible y la discusión no es sobre la escala de producción: es mentira que la verdura las producen las grandes empresas: las producimos nosotros que somos pequeños productores, que alquilamos 1, 2 o 3 hectáreas en las que hacemos agroecología".
La UTT, que comenzó con 30 productores y hoy representan a 14 mil familias en todo el país, llega directo a 7000 vecinos del Gran Buenos Aires desde sus 3 almacenes de ramos generales y los "feriazos", en los que venden verdura a 10 pesos el kilo. La Policía impidió un "verdurazo" en Plaza Constitución y hubo incidentes en plaza Constitución en el que la Policía de la Ciudad impidió que se instalarán con sus cajones de verdura. Hubo gas pimienta y golpes.
Según el informe de la FAO "Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018" Argentina es uno de los tres países de la región –junto a Venezuela y Bolivia- donde aumentó la "subalimentación". En 2013-2015 la prevalencia de personas con subalimentación en la Argentina había bajado al 3,4% del total (1,5 millones de personas). En 2015-2017 eran 1,7 millones los ciudadanos subalimentados (3,8%). Los datos son de 2017; no contemplan el último año con una inflación del 47,6%.
Para Daniela Mariotti, socióloga rural, que fue Jefa de gabinete en la secretaría de Coordinación Política e Institucional del ex Ministerio de Agricultura que trabaja en Huerta en Puerta, es mentira que se precisen de agroquímicos para poder producir a escala y alimentar a toda la población.
"No es cierto que esa es la única manera. Pareciera que para producir alimentos a escala hay que desmontarlo todo, contaminarlo todo. La elaboración de horticultura está en manos de pequeños productores que son presos de ese sentido común y de creer que es mejor si se utilizan químicos. Se endeudan para comprarlos, tienen que pagarlos en dólares. Cuando ven que se puede producir sin eso y mejora la situación económica de su familia, dejan de usarlos". Junto a su marido Javier Scheibengraf, coordinador técnico de la UTT atienden su verdulería agroecológica de Saavedra.
-Estos tomates están maduros, pero a estos les falta un poquito. Teneles paciencia- le dice Fernanda a Mariano, cliente.
-¿Quedaron bananas?
-Sí, hoy trajimos un poquito más.
Fernanda pesa la fruta en un bowl de plástico y hace la suma en la calculadora. Entonces Mariano la interrumpe:
-Fer, acordate que te debía 40 pesos del sábado pasado.
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