Dos imágenes dio el cine para definir a un meteorólogo. La primera, a pura acción, surge en 1996 de la mano de Twister, una superproducción de Hollywood sobre unos cazadores de tormenta que pronostican la llegada de un mega tornado y van tras él. En ella, Helen Hunt y Bill Paxton son dos viejos colegas, ambos meteorólogos, que ofrecen una primera imagen para construir un estereotipo.
La otra versión es más compleja y reciente. La ofrece también el cine, con la interpretación de Nicolas Cage. El hombre del tiempo (The Weather Man) cuenta la historia de David Spritz, un presentador del clima famoso y exitoso de los Estados Unidos que lleva una vida privada desordenada y triste. Presenta un segundo estereotipo, el del meteorólogo de TV.
¿Pero hay algo de cierto en los dos modelos? ¿A cuál se rinde homenaje cada 23 de marzo, fecha en que se celebra el Día Mundial de la Meteorología? Establecido en esta fecha para conmemorar la creación de la Organización Meteorológica Mundial, el 23 de marzo de 1950, son pocos los homenajes que se le suelen hacer a las mujeres y hombres del clima. Menos todavía en un país en el que suele criticarse al Servicio Meteorológico Nacional por no dar pronósticos satisfactorios. Pero la verdad es que muchas de esas críticas vienen de la falta de formación para interpretar dichos pronósticos o simplemente de la inclinación nacional al reproche.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) existe hace 146 años. Hoy depende del Ministerio de Defensa y tiene cerca de 1000 empleados en todo el país. Su directora desde el año 2014 es Celeste Saulo, meteoróloga egresada en el '87 de la carrera de Ciencias de la Atmósfera, en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
"Lo primero que tenemos en la cadena de producción de información meteorológica es el observador meteorológico. A partir de su acción en todo el mundo se cuenta con información contrastada y homologada de cómo es la condición en cada parte del mundo. Esas personas saben analizar las nubes, medir la humedad, la presión, etcétera. Luego ese dato se comparte alrededor del planeta y ahí empiezan a participar diferentes perfiles. Luego, con distintas ecuaciones que representan la física de la atmósfera, podemos llegar a un pronóstico", explica a Infobae sobre cómo es el trabajo del día a día para predecir el clima.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) existe hace 146 años. Hoy depende del Ministerio de Defensa y tiene cerca de 1000 empleados en todo el país
"Intervienen físicos, químicos, ingenieros en sistema, meteorólogos. Y se produce un pronóstico numérico, que es tomado por un perfil de un meteorólogo que hace la lectura de la información y la traduce para que pueda recibirla de manera entendible el público general o el público específico, que puede ser el sector del agro, el aeronáutico, la navegación marítima u otros. Son productos específicos que produce el Servicio Meteorológico Nacional", dice.
La mayoría de los meteorólogos que trabajan en el SMN son observadores. Es decir, los que toman la información en distintos lugares del país. Cada uno de ellos utiliza los instrumentos que existen en la estación meteorológica en la que trabajan y analizan el estado del tiempo: tipo de nubosidad, tipo de lluvia, etcétera. Consignan todos los detalles que pueden y comparten la información. Es decir, cada vez que uno entra a ver el estado del tiempo en la web del SMN, lo que ve información recabada de manera humana. El sistema se repite alrededor del mundo, una vez por hora, las 24 horas del día. Como en la serie Lost, donde cada ciertos segundos había que apretar un botón, una vez por hora el mundo entero está cargando la información del clima a una computadora.
La gran competencia en estos tiempos, en apariencia, son las aplicaciones del celular que dicen el clima. Sin embargo, Saulo explica que la información en la que se basan es justamente la que producen los meteorólogos alrededor del mundo. "A las aplicaciones les falta el último paso. Usan los datos que toman los observadores de Argentina y de todo el mundo, porque esos datos se comparten. Pero cuando se generan los sistemas de pronósticos globales, como los que usan las apps, son hechos de manera automatizada. Es decir, les falta el análisis final del meteorólogo pronosticador, que da valor agregado porque conoce las cuestiones locales del lugar en el que pronostica. Diría que a las apps les falta el factor humano y la validación, porque nadie está constatando que su pronóstico se cumpla. La sociedad sin embargo no tiene una mirada crítica de eso pero sí la tiene de los pronosticadores que eventualmente dicen algo que al final no sucede, o no sucede en el lugar exacto donde está el que que critica", explica la directora de Servicio Meteorológico Nacional.
Cecilia Villegas también es parte de la institución. No lleva, sin embargo, tantos años de carrera. Tiene 35 y durante gran parte de su vida se dedicó a ser pastelera, pero un día sintió ganas de estudiar y eligió la carrera de Meteoróloga. Se metió en la facultad y hoy ya alcanzó la tecnicatura. "Es una carrera de cuatro años que tiene una estructura matemática bastante dura. Tiene física también. Eso te permite comprender la dinámica de la atmósfera. El que estudia eso tiene amor por las tormentas, no por las matemáticas, pero esos conocimientos los aplicás después a tu trabajo más interesante", cuenta.
La referencia a Twister no le es ajena. Ella también vio la película. Ella también, como muchos, está enamorada de las tormentas. "Los meteorólogos de la película no están muy lejos de la realidad", dice. "Existen los cazadores de tormentas. Dependen de una cantidad de recursos que en Argentina no tenemos. Pero hace poco tuvimos una campaña que hicimos en conjunto con Estados Unidos. Se llamó Proyecto Relámpago y fue para analizar las tormentas severas que se dan en Córdoba. Y la metodología fue estilo caza-tormentas: mis compañeros estaban adentro de la tormenta con unos globos llenos de helio tomando mediciones. Pero todavía no están los resultados", cuenta.
Aunque la Argentina no tiene los recursos que sí tiene Estados Unidos, no faltan fenómenos por analizar. Todo el mundo recuerda al fenómeno llamado El Niño. Pero no se trató de una tormenta sino que fue definido como "un calentamiento anómalo de una parte del océano Pacífico, que genera un impacto en distintas regiones de distintas maneras". Se lo llama El Niño porque quienes notaron el calentamiento de las aguas por primera vez, en Perú, lo hicieron en vísperas de la Navidad, por lo que coincidía con la llegada del niño Jesús para los católicos. Pero no es el único fenómeno extraño que afecta el clima en la Argentina.
Existen los cazadores de tormentas. Dependen de una cantidad de recursos que en Argentina no tenemos. Pero hace poco tuvimos una campaña que hicimos en conjunto con Estados Unidos. Se llamó Proyecto Relámpago y fue para analizar las tormentas severas que se dan en Córdoba
"Es muy desafiante ser meteorólogo en nuestro país", dice Cecilia. "Somos uno de los corredores de tornados más importantes del mundo. De eventos severos son tornados lo que más tenemos, sobre todo en la región central. Todo el Litoral tiene eventos severos de precipitaciones. La cordillera hace que sucedan un montón de cosas raras. Por ejemplo el sonda, que es un viento muy seco y caluroso, que puede hacer subir la temperatura 20 grados de golpe y bajar la humedad. Y eso sucede justamente por la cordillera. Las zonas de San Juan y Mendoza están muy afectadas por ese fenómeno. No damos abasto para cubrir la cantidad de microclimas que hay en la Argentina".
El hombre del clima
La otra cara de los meteorólogos es la de los presentadores de TV. Muchos de ellos son solo eso: presentadores: reciben la información y la cuentan como pueden. Pero al aire hay también meteorólogos de carrera. Uno de ellos es Sergio Jalfin. Cuenta el clima en América TV y América 24, y lo hace también en sus redes sociales. En su cuenta de Twitter (@SergioJalfin) se define como "Cazador de Tormentas". Es que fueron justamente las tormentas las que lo inclinaron a estudiar el clima.
"Entré a estudiar meteorología en la UBA porque era mi pasión de toda la vida. Desde muy chico me gustaban los fenómenos atmosféricos, las tormentas, los tornados. Yo nací en Bragado, provincia de Buenos Aires, y durante toda mi juventud tenía un gusto muy fuerte por la meteorología. Tiene que ver con haber nacido en un pueblo del interior: ahí las tormentas se viven diferente a como se viven en Buenos Aires, más que nada por el hecho de la poca edificación y el campo visual que uno tiene en el cielo", cuenta.
Para Jalfin, la meteorología es un campo en ascenso. El impacto del clima en la situación económica del país, por ejemplo, hace que tome una relevancia mayor. "Entre noviembre del 2017 y marzo del 2018 se dio la mayor sequía de los últimos 50 años. Eso afectó directamente a la economía del país y a la política. Es mucho más relevante de lo que muchos piensan", opina.
"Conforme la sociedad entiende que el clima va cambiando, que el cambio climático es real y global, se empieza a preocupar más. Cada vez hay más tormentas fuertes, más tornados, más huracanes, las sequías son más profundas, también las inundaciones. Que el meteorólogo pueda pronosticar todo eso es importante. Y el rol de quienes estamos en los medios de comunicación es el de transmitir y también el de educar al respecto. No es fácil, pero creo que la gente cada vez está entendiendo más cómo funciona la atmósfera, y aprendiendo a leer e interpretar los fenómenos", dice.
Conforme la sociedad entiende que el clima va cambiando, que el cambio climático es real y global, se empieza a preocupar más. Cada vez hay más tormentas fuertes, más tornados, más huracanes, las sequías son más profundas, también las inundaciones. Que el meteorólogo pueda pronosticar todo eso es importante. Y el rol de quienes estamos en los medios de comunicación es el de transmitir y también el de educar al respecto
Para él, su oficio es apasionante. "Lo malo de estar siempre atento al clima es que a veces termino desatendiendo algunas otras cuestiones de tipo personal o familiar, pero no me quejo porque es algo que elijo yo", cuenta. Cecilia Villegas no mantiene un perfil tan público como el de él. "Cuando estoy en un ascensor y la gente opina sobre el pronóstico me hago la pastelera. Porque es un oficio muy bastardeado. Es tan exigente la gente que mejor mantenerse de incógnito. Además, ¡porque es muy divertido escuchar las cosas que dicen las personas!", cuenta entre risas.
Durante todo el día de hoy, quien lea esta nota puede hacer honor a los meteorólogos. Si no conoce a ninguno para felicitar, el tributo puede ser más fácil: simplemente no decir nada mientras viaje en ascensor. Al menos por hoy, zapatero a sus zapatos.
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